Las GAFAM ya tienen el derecho para violentar nuestras comunicaciones

Gafam.
Gafam.

Las GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft ) necesitan del conocimiento fruto del trabajo social. ¿Qué es eso? Pues es el trabajo no remunerado que realizamos todos los días publicando nuestra vida en la red. El dato privado es el oro del siglo XXI.

Las GAFAM ya tienen el derecho para violentar nuestras comunicaciones

Si en algún lugar hacíamos lo que nos daba la gana era en la Web 2.0. Pero los espacios de libertad del ser humano son muy inestables: la pulsión de dominación del primate que llevamos dentro ataca obsesivamente el libre albedrío ajeno. Ojo, y solo el ajeno. ¿Por qué? Seguro que existe más de una explicación. Por mi parte tengo la intuición de que interpretamos estos espacios de los otros como un caos que, sabe dios por qué, nos abrogamos el derecho y la obligación  de organizar.

Otra explicación de por qué nos gusta mangonear al prójimo es porque suele ser rentable. Era rentable la esclavitud. También es rentable que un obrero trabaje ocho horas y luego pagarle con una parte de lo que él mismo produce. Ahora quieren monetizar nuestras comunicaciones, para eso tienen que reprimirnos y acabar con nuestra libertad en los espacios digitales. Ponerle vallas al campo, como se sueles decir. La justificación siempre es la misma: tienen que proteger a los creadores. Son unos mentirosos. La propiedad intelectual está diseñada para robarles apropiándose de su obra. El 93% de la economía de la propiedad intelectual acaba en manos del capital. Llevan décadas estafándonos. ¿Si tan importante es proteger a los creadores por qué la inmensa riqueza que producen se la queda gente que es incapaz de crear nada?

Lo mismo pasa con Internet. Las GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft ) necesitan del conocimiento fruto del trabajo social. ¿Qué es eso? Pues es el trabajo no remunerado que realizamos todos los días publicando nuestra vida en la red. El dato privado es el oro del siglo XXI. Nuestra existencia en la web es petróleo vivo. Pero hasta la fecha las GAFAM tenían muchos problemas legales para acceder al dato y quedarse con él. Su necesidad es espiarnos, que ya lo hacen, pero ahora legalmente. Bien, pues de nuevo los creadores son la cabeza de turco. En su nombre y por el Artículo 17 de la nueva Directiva de Derecho de Autor para el Mercado Único Digital (anteriormente era el 15), las GAFAM podrán entrar en nuestras sagradas comunicaciones, abrir el archivo, mirar su contenido y decidir ellas mismas si lo publican o nos bloquean. Es más, la Norma dice no que tengan el derecho sino la obligación de violarnos, evaluarnos y decidir por nosotros. Pobrecitos, tedrán que invertir millones en potentes sistemas informáticos, desarrollar los algoritmos y ponerlo todo en marcha para vigilarnos. Y todo para  beneficio de los creadores.  Así dicho casi dan pena las GAFAM. O casi da risa. Quizá ambas cosas.

La jugada es taimada. También es feroz. Pero la pregunta siempre es la misma: Qui prodes? ¿A quién beneficia? Pues la Directiva beneficia a los creadores. Sí. No podemos dudarlo. Pero quedarse ahí es ingenuo. Eso son solo las migajas de las mesa. Son la justificación, el argumento para reventar el sistema y saltarse unos cuantos Derechos Humanos y otros tantos Derechos Fundamentales. Los que ganan poder, un poder absoluto, son las tecnológicas. Con la connivencia de la industria a-cultural. Aunque parezca que existe un enfrentamiento es puro camelo. La puesta en escena.

Las tecnológicas, como las farmacéuticas, se pasan el día hablando de lo mucho que nos quieren y lo que respetan nuestra libertad, nuestra salud, vida y hasta la madre que nos parió, para luego robarnos a manos llenas, reprimirnos como si fuéramos sus sirvientes y vendernos todo lo que pueden y un poco más.

Las tecnológicas, como las farmacéuticas, se pasan el día hablando de lo mucho que nos quieren y lo que respetan nuestra libertad, nuestra salud, vida y hasta la madre que nos parió, para luego robarnos a manos llenas, reprimirnos como si fuéramos sus sirvientes y vendernos todo lo que pueden y un poco más. Pero son mercaderes. Solo eso. Y viene de antiguo. En la Alemania nazi, Hitler necesitó identificar y catalogar a millones de judíos para luego usarlos como esclavos y finalmente exterminarlos industrialmente. La americana IBM diseñó, fabricó, instaló y dio mantenimiento a las máquinas Holderich de tarjetas perforadas. Todo judío tenía una tarjeta que le identificaba. Hitler, agradecido, le impuso una medalla al CO de IBM. El CO de IBM la aceptó entusiasmado. Si es negocio, como si nos matan a todos. Ojo con esta gente...

Pero no son los únicos con los que debemos tener cuidado. El Parlamento Europeo se empeña en que dejemos de creer en Europa. La mediocridad de los señores que solemos mandar allí genera estos dividendos. ¿Qué esperamos? ¿Qué defiendan nuestra dignidad y libertad? Pues ya vemos que no siempre. Lo hemos convertido en un cementerio de incompetentes y de aquellas aguas estas cloacas. La primera votación sobre la Directiva salió denegada. Pero enseguida, tras el verano, se volvió a votar y esta vez sí salió aprobada. El día 26 de marzo se refrendó en tercera votación. Las GAFAM mueven mucho dinero. Seguro que esos meses de verano encontraron importantes argumentos para que nuestros queridos parlamentarios miraran con buenos ojos la Directiva.

Por el Artículo 17 de la nueva Directiva de Derecho de Autor para el Mercado Único Digital (anteriormente era el 15), las GAFAM podrán entrar en nuestras sagradas comunicaciones, abrir el archivo, mirar su contenido y decidir ellas mismas si lo publican o nos bloquean. Es más, la Norma dice no que tengan el derecho sino la obligación de violarnos, evaluarnos y decidir por nosotros.

En fin, ahora un bot decidirá si podemos o no podemos publicar un mensaje o una foto, un video, mantener una discusión o hacer un meme. El puñetero algoritmo tomará la decisión por nosotros. Seremos vigilados de cerca. El panóptico cierra sus puertas y los pueblos europeos se quedan dentro. ¿La nube digital? Cínicos. Es la ergástula digital. El trullo de ceros y unos. La web-trena. La Internet que nos interna...

Y si el aparato se equivoca. No hay problema, el legislador lo ha previsto y ordena que dispongan de un servicio de atención al cliente. Les juro que no les tomo el pelo. Parece una broma, pero es verdad. ¿Te imaginas discutiendo con un sistema automático para convencerlo de que la foto es de tus vacaciones, que la canción la compusiste tú mismo, que el mensaje no es copiado? En el mejor de los casos nos pondrán un 900. Puede ser hilarante. También humillante.

¿Por qué tengo que consentir que espíen mis comunicaciones? ¿Que interfieran mi vida en la red? ¿Que juzguen mis intenciones o el parecido de mis mensajes? ¿Con qué criterio? En resumen: ¿por qué puñetas tengo que soportar que una entidad privada ponga sus sucias manos encima de mi libertad de expresión?

Un paso más hacia el tecnofascimo: una sociedad donde el Estado y las empresas privadas -sin solución de continuidad entre ellos- usarán su poder tecnológico para supervisar y programar los espacios de nuestra existencia hasta el más mínimo detalle. Siempre en beneficio del gran capital.  Todo esto, señores y señoras, es por el vil metal. @mundiario

Comentarios