Desahogarte en las redes sociales puede arruinar tu carrera y destruir tu reputación

Ébola.
Ébola.

Quizá sea más rentable discutir primero con los amigos cara a cara y después opinar en las redes sociales. Seguro que moderamos el tono y eso siempre nos beneficia.

Desahogarte en las redes sociales puede arruinar tu carrera y destruir tu reputación

Quizá sea más rentable discutir primero con los amigos cara a cara y después opinar en las redes sociales. Seguro que moderamos el tono y eso siempre nos beneficia.

Hoy voy establecer una extraña conexión en mi artículo entre el ébola y las redes sociales. Tranquilos, de momento por esa vía no se contagia, o eso creo, se contagian otras cosas vinculadas al odio, al desprecio a la falta de humanidad y al oportunismo. Vamos allá.   

Por elegir una de las redes sociales que consulto a diario, en la que participo y a través de la cual desarrollo mi tarea profesional hablaré de Twitter, pero esto es aplicable a cualquier otra plataforma social interactiva.  

Todos los días al repasar mi columna de mensajes compruebo como nos gusta destacar, ser los primeros, o dar noticias frescas. Eso, en muchas ocasiones hace que nos estrujemos el coco en busca de la frase más original o en busca del juego de palabras perfecto, pero en otras, cuando ese deseo se convierte en obsesión arruina nuestras reputaciones de manera fulminante. Y no lo digo solo por las meteduras de pata, sino por la sensación de toparme frontalmente con la persona real después de largas temporadas conviviendo con la virtual.

Hablo de esas personas anónimas que forman parte de nuestras vidas a través de sus tuits, esas que añoras si están una semana sin pronunciarse, personas que son, en definitiva, tus colegas virtuales. Con esa gente te vas haciendo una composición de lugar y crees que la conoces hasta que un día todo cambia. Se desatan, pierden su estilo (algo muy normal, por cierto, cuando uno se enfada) y es entonces cuando aquella dulzura y simpatía empiezan a convertirse en odio y rechazo, manía, pesadez, pereza, sin querer, por casualidad, por un arrebato, una opinión o por haber dicho algo que no te apetecía escuchar.

Arrebatos tenemos todos, pero ojo, en internet pueden convertirse en nuestra peor pesadilla, así que cuando estéis cabreados el móvil, el Ipad o el ordenador cuanto más lejos, mejor.

Aquí es cuando entra el vínculo con el ébola pero podría ser cualquier otra cosa. A raíz del contagio en España algunos miembros de mi familia tuitera me han dejado atónita. Unos para bien y otros para mal pero les confieso que he tenido que releer expresiones y comentarios que nunca atribuiría a quienes los escribieron.

He compartido la psicosis e indignación de todos, pero he observado varios grupos. En un primer grupo están los que han demostrado una sensatez y una coherencia inmensas acorde a sus reputaciones en internet, lo cual no quiere decir que yo esté de acuerdo con ellos. Un segundo grupo entre los que se encuentran los osados, enérgicos que dicen una cosa y al mismo tiempo la contraria, pero que siempre lo hacen y por tanto tampoco me han sorprendido. Es el tercer grupo el que me ha decepcionado porque engloba a los que han perdido definitivamente el norte, o es que a mí me lo ha parecido simplemente porque de ellos no me lo esperaba.

Insisto en que no es cuestión de tener razón o no o de estar de acuerdo o no, es cuestión de mantener una pauta, un criterio, una reputación, quizá sean solo mis manías con la comunicación pero el caso es que me han sorprendido tanto que me va a costar darles una segunda oportunidad.

Conclusión, no es solo lo que se dice sino cómo se dice.

  

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