MUNDIARIO da respuesta a las preguntas frecuentes sobre la dermatitis atópica

Dermatitis atópica.
Dermatitis atópica.

La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria de la piel, muy común y no contagiosa, cuya prevalencia se ha triplicado en las tres últimas décadas en los países industrializados.

MUNDIARIO da respuesta a las preguntas frecuentes sobre la dermatitis atópica

La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria de la piel, muy común y no contagiosa, cuya prevalencia se ha triplicado en las tres últimas décadas en los países industrializados; de hecho afecta hasta al 30% de los menores y al 10% de los adultos. Es más: en la actualidad, en España, de cada 10 niños que nacen, entre dos y tres desarrollan esta enfermedad.

Es una enfermedad crónica que se manifiesta mediante episodios o brotes, en la que según la presencia de ciertos desencadenantes, aparecen y desaparecen lesiones cutáneas en forma de enrojecimiento, picor intenso y sequedad. Tiene una especial repercusión en las consultas de Pediatría: con variaciones estacionales y geográficas, es fácil que genere globalmente un 5% de las consultas pediátricas, bien como motivo de consulta o asociado a otros problemas. MUNDIARIO da respuesta a las preguntas frecuentes sobre la dermatitis atópica.

¿Cuáles son sus síntomas? Sus síntomas más frecuentes son piel muy seca y sensible en la que aparecen lesiones caracterizadas por hinchazón, enrojecimiento y, sobre todo, picor intenso. Se presentan en brotes, combinando épocas de mejoría con épocas de crisis. La duración, en los menores, de cada brote ronda los 18 días y suelen tener de media cinco brotes al año.

Las consecuencias de estas crisis son evidentes: el sueño se altera y como no pueden descansar padecen irritación y ansiedad. El resultado es un alto impacto en la calidad de vida de los afectados:  en su autoestima, productividad en los estudios/trabajo, necesidad de cuidados especiales con la alimentación,  de atención pormenorizada en el lavado de ropas y su composición, de utilización de jabones específicos o la necesidad de hacer un secado especial de la piel son algunas de las múltiples consecuencias que sufren los afectados por esta enfermedad y sus familiares más directos.

Aunque por sí misma la atopia, en su manifestación cutánea, no pone en peligro la vida, su presentación insidiosa, su duración prolongada, la reactivación injustificada y el impacto en el bienestar general del que la padece (con frecuente repercusión en los que conviven con él), provoca que tenga un impacto de en la calidad de vida similar al de otras enfermedades crónicas que se perciben generalmente como más debilitantes, como la enfermedad renal, el asma o la diabetes.

¿Cómo reconocer una piel atópica? Una piel atópica presenta un aspecto extremadamente seco, agrietado y grueso.

En este tipo de piel aparecen eccemas, costras y rojeces, que junto con la inflamación de la zona y su descamación, generan unos picores muy intensos, que son característicos de esta enfermedad.

En casos severos, pueden llegar a aparecer vesículas y exudaciones (líquido que sale de las lesiones).

¿Cuáles son las causas? Existe una predisposición genética a padecerla, ya que si uno de los padres sufre dermatitis atópica, el menor tiene alto riesgo acabar sufriéndola. También se sabe que uno de los factores desencadenantes de la enfermedad es la presencia de una alteración inmunológica en quien la padece. Ahora, la causa principal de la dermatitis atópica es una alteración de la función barrera de la piel. En concreto, parte de una alteración de una proteína llamada filagrina.

Esta alteración hace que los pacientes con atopia tengan una barrera defectuosa que favorece la pérdida de agua; por ello, la piel es seca y se facilita una penetración más sencilla de irritantes, (como el polvo, sudor, o elementos químicos como el níquel o el cromo), microorganismos, (como el estafilococo),  y aquellas otras sustancias que activan a nuestro sistema inmune y provocan el brote de dermatitis

De ello puede extraerse una conclusión evidente: si conseguimos mejorar la función barrera, mejoraremos los brotes

¿Qué desencadena la aparición de los brotes de dermatitis atópica? Normalmente cada persona tiene sus propios "desencadenantes", por lo que hay que observar muy bien que pasó momentos e incluso días antes a la aparición del brote e ir descartando causas. Por ello se recomienda llevar un diario exhaustivo.

Sin embargo, si se sabe que hay ciertos “desencadenantes comunes”, y cuantos más se asocien, más probable será la aparición de nuevos brotes de lesiones o el empeoramiento de las ya existentes:

1.- Situaciones de estrés, que juegan un papel determinante en la aparición de brotes.

2.- No mantener una adecuada higiene e hidratación de la piel: Una piel atópica debe hidratarse muy frecuentemente

3.-  Un ambiente excesivamente seco, como el que se produce en las casas durante el invierno como consecuencia de una calefacción demasiado alta.

4.- El polvo de casa, que contiene algunos gérmenes como los ácaros, que se concentran sobre todo en los colchones.

5.- La sudoración excesiva suele afectar en el verano y también cuando se va  demasiado abrigado.

6.- Higiene: El empleo de jabones irritantes, el exceso de lavado o la fricción pueden aumentar la sequedad cutánea. Además, evitar darse baños o duchas de más de 15 minutos, tanto con agua muy caliente, como con agua muy fría. 

7.- La ropa: El contacto con tejidos sintéticos o de lana puede resultar irritante para la piel de una persona con dermatitis atópica.  También, evitar al lavar la ropa los suavizantes o secarla al viento durante época de polinización

¿Existe una cura? Actualmente no existe una cura definitiva para esta enfermedad. Sin embargo, los tratamientos médicos pueden controlar de forma bastante eficaz los síntomas más molestos, como el picor y el enrojecimiento de la piel.

El manejo adecuado de la enfermedad comienza por evitar los desencadenantes y por seguir una higiene e hidratación diaria de la piel mediante la aplicación una o varias veces al día de una crema emoliente (hidratante). "Los padres y también los pacientes tienen que ser conscientes de que hay que cuidarse cuando hay brotes, pero también entre brotes. Hay que cuidarse a diario", para lograr tener una dermatitis controlada". Se ha comprobado que el uso frecuente de un emoliente es una ayuda eficaz para espaciar los brotes y recaídas.

Además, existen tratamientos para: disminuir los síntomas, especialmente el prurito, y prevenir las recurrencias y complicaciones. Se emplean: corticoides tópicos y orales, soluciones astringentes, antisépticos, inmunosupresores tópicos, antihistamínicos, antibióticos, antivirales, antimicóticos, ansiolíticos, metotrexato, ciclosporina, azatioprina, etc.

¿Qué hacer cuando aparecen los brotes? En los brotes agudos suele ser necesario recurrir al tratamiento farmacológico para combatir la inflamación y el prurito.  Dado que los medicamentos requieren receta médica, habrá de visitarse al médico. No obstante, una vez que aparece el brote es conveniente seguir estos consejos:
1.- Evitar rascarse: Cuanto más rascado, más picor y más ganas habrá de rascar. Ese rascado produce una persistencia e incluso un empeoramiento de las lesiones, al provocar sobreinfección y mayor irritación de la piel.
2.- Darse baños de 5-10 minutos, con agua entre 30-33ºC y con algún emoliente  dentro del agua y después del baño, utilizar una crema hidratante muy grasa especial para pieles atópicas.
3.- Varias veces al día, aplicar emolientes en la piel de alrededor de la lesión. En caso de lesión  leve (enrojecimiento y picor, pequeña extensión, muy localizada y sin exudación), podría aplicarse hidrocortisona en la lesión 1 vez/día hasta remisión, aunque si en 4 días no hay mejoría debe visitarse al médico.
4.- Si el picor es muy intenso, utilizar antihistamínicos orales como hidroxicina o difenhidramina. Puede ser útil administrarlos de noche porque dan somnolencia.  No debe utilizarse antihistamínicos tópicos para aliviar el picor porque tienen la capacidad de irritar mucho la piel atópica.

 

¿Es aconsejable el baño diario? , es recomendable por la noche: relaja frente al picor nocturno. Deben evitarse, en lo posible, baños con agua muy caliente.  La Tª del agua debe estar entre 30 y 33º  no debe prolongarse más de 10 minutos ni conviene usar esponjas o manoplas, se debe secar de manera suave, sin frotar, pero cuidando que la piel quede bien seca.

Finalmente, en los 3 minutos posteriores aplicar siempre un emoliente. De esta forma se retiene mayor cantidad de agua y se mantiene la piel más suave y flexible.

¿Por qué y cómo deben aplicarse los emolientes? La función barrera de la piel se encuentra alterada en los niños atópicos, lo que da lugar a una piel áspera, seca, rugosa y pruriginosa. Mantener una correcta emoliencia de la piel es fundamental para conservar la barrera de la piel intacta, manteniendo su elasticidad, flexibilidad, tersura, firmeza e integridad. Se recomienda su uso frecuente, al menos, dos veces al día y en los primeros minutos tras el baño. Se debe tener en cuenta que el uso de emolientes puede ser perjudicial o empeorar la dermatitis si se aplican durante el brote, sobre todo si predominan las lesiones agudas.

¿Qué hidratantes se recomiendan? Las más grasas, sobre todo las cremas y la vaselina. Las lociones y los aceites consiguen una menor hidratación. Además deberán no incorporar ni perfumes ni conservantes, y aplicarse siempre después de un baño o ducha, para optimizar su actividad, (cuando la piel está aún húmeda, sus poros están abiertos, se facilita la penetración de los activos).

Pueden emplearse todas las veces que sean necesarias, (como mínimo 2 veces al día), pero evitando las lesiones activas. Por último, aplicarlos antes de salir al exterior, sobre todo en zonas de clima frío y en especial en la zona facial.

¿Cuál es el ambiente ideal? Es preferible un ambiente no excesivamente caluroso para evitar la sudoración. También se deben evitar la sequedad o la humedad excesivas. La baja humedad en los meses de invierno y el uso de calefacciones incrementan la xerosis y el prurito, causando alteraciones en el sueño nocturno. Pueden ser útiles los humidificadores, aunque pueden aumentar la exposición y la colonización por hongos.

¿Qué prendas de vestir son recomendables? La ropa protege la piel de las posibles irritaciones y del rascado. Se recomienda el uso de prendas ligeras de algodón y evitar la lana y las fibras sintéticas, así como las texturas rugosas, ásperas y las prendas oclusivas que favorezcan la sudoración, lo que supone un factor irritante habitual.

Comentarios