¿Damos la debida importancia a la creatividad en la educación infantil?

Niña aprendiendo. / Pixabay
Niña aprendiendo. / Pixabay

Escuela y familia son fundamentales para crear el ambiente que permita detectar  y desarrollar las habilidades de nuestros niños.

¿Damos la debida importancia a la creatividad en la educación infantil?

La capacidad para  inventar, crear o generar nuevas ideas tiene un condicionamiento básico: superar el miedo a equivocarse. La educación, desde los primeros años, debe orientarse a liberar a los niños del temor a equivocarse y a enseñarles a asumir riesgos, para que su libertad, desinhibición, frescura y naturalidad, presidan sus iniciativas y juegos y de este modo fomentar su creatividad. Sin embargo, en nuestras escuelas, tal vez por el carácter innato de los españoles y nuestro fuerte sentido del ridículo, se educa penalizando -y en muchos casos hasta ridiculizando- errores, equivocaciones y fracasos.  Naturalmente, esta forma de actuar coarta la iniciativa creativa. Debe enseñárseles que iniciativas,  atrevimiento y  osadía comportan riesgos con consecuencias concretas, que deben asumir para que el descubrimiento del error sea su mejor maestro.

Siendo ésta la condición más importante, para fomentar la iniciativa y la creatividad de los niños, hace falta algo más. Es preciso descubrir capacidades, habilidades, intereses e inclinaciones para potenciarlas y orientar su formación por ese sendero. Más adelante, intereses e inclinaciones podrán alcanzar el grado de pasión en relación con un ámbito concreto.

Impulsar la capacidad de observación del niño es igualmente importante, mostrándole que los actos humanos y los hechos naturales tienen unas consecuencias que se aprenden a través del análisis de la realidad. Esta percepción les irá otorgando serenidad y aptitud para la reflexión.

De la observación surgirá la curiosidad, es decir, el interés por descubrir ellos mismos juegos, situaciones, hechos, en definitiva, aprender; porque la tarea fundamental ha de ser enseñarles a aprender por si mismos.

La imaginación juega un papel fundamental en la creatividad. El niño debe sentirse libre para pensar, expresarse, jugar, pintar, pues esa libertad, debidamente encauzada, es la base del proceso imaginativo y creativo. Facilitar la expresión de las emociones es otro aspecto íntimamente vinculado al proceso creativo que, en numerosas ocasiones, surge de las emociones.

Pero además de estas premisas, la creatividad es, también, trabajo. Los escritores suelen decir que la inspiración llega después de horas sentado ante la mesa de trabajo, con una buena provisión de folios en blanco, diccionarios y bibliografía. Estamos hablando de trabajo y el esfuerzo inherente; un trabajo que ha de ser constante, sostenido a lo largo del tiempo, que es el que produce resultados.

A mí me gustaría que la escuela española siguiera este camino: ustedes, padres, ¿qué opinan?

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