Cuento de Navidad: La Berenguela se enamoró de Papá Noel, un peregrino santo

La Berenguela. / Maribel Zamudio
La Berenguela. / Maribel Zamudio

Esa nochebuena la Berenguela se bajó apresurada de la Torre del Reloj, se transformó en mujer… se maquilló la cara. 

Cuento de Navidad: La Berenguela se enamoró de Papá Noel, un peregrino santo

Como cualquier cuento de Navidad, éste, también empieza con un encantamiento, una historia llena de amor y un gran misterio. Es un cuento mágico con muchos secretos. Un lindo cuento. Un dulce e infinito lamento.

Érase una vez una guerrera de la luz que vivía en la calle de las huérfanas, al lado de la plaza del Toural y de Puerta Faxeira. Érase una vez una fría noche de invierno, una nochebuena hace ya muchos años. Érase una vez esa ciudad del norte que quiero tanto: Compostela, refugio de Santiago.

Ella era una bruja con la razón perdida, muda y encantada, un poco salvaje, con mal carácter, siempre desabrigada. Se murmuraba en la ciudad, que era la Berenguela con apariencia humana. Él, Papá Noel con la brújula rota. Un extranjero. Un mendigo con hogar, un príncipe extraviado. Un mago que había aparcado su trineo en la plaza del Templo Santo.

Cuenta la leyenda que esa Navidad, la gran campana de él se había enamorado, al verlo cruzar el cielo, con su barba blanca de peregrino cansado. Se bajó apresurada de la Torre del Reloj, se transformó en mujer y se maquilló la cara. Decidió hechizarlo.

En la casa de las huérfanas el árbol no tiene luces, ni guirnaldas. Lo adornan apenas seis bolas de incienso recién compradas, muchos sueños rotos, y cintas deshilachadas. No esconde ningún regalo. Bajo sus ramas hay apenas un dibujo, muchos deseos, y un tapiz marrón con lentejuelas bordado. 

En el salón no hay chimenea, ni salida de emergencia. No había fotos de familia, ni cuadros. Sólo hay un sofá blanco y una ventana. Una mesa vacía con velas que alumbraban la estancia, algunas descoloridas, otras consumidas y desgastadas. Libros en el suelo, contra la pared arrinconados, cuentos con historias olvidadas. Quimeras y cuadernos viejos, recuerdos de vidas ya pasadas.

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Navidad. / Maribel Zamudio

La Berenguela suspira, lo observa callada, cuenta las horas… A veces sonríe, y, en ocasiones a escondidas, llora. Él le susurra al oído cantando, al ritmo de la campana, la mece entre sus brazos, la adormece con su particular nana. Pero el alba cruel está celosa, juega a acelerar la mañana. Les despierta impaciente con su luz helada.

Mañana, vacío y nieve. Mañana, él se ha marchado. Ella se pregunta si ha estado allí o lo habrá imaginado. No ha querido cenar, pero en su casa ha dormido. Se ha llevado su brújula rota y alguno de sus libros. Su música y su trineo han desparecido. Le ha dejado bajo el abeto, su gorro de terciopelo rojo y un abrigo. No ha querido despertarla, salió de puntillas sin hacer ruido.

Papá Noel olvidó en Santiago… sus botas del camino.

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