¿Cuando será posible la convivencia pacífica entre las dos españas?

Cita de Machado.
Cita de Machado.

La tolerante y la intolerante, la místíca y la de los pecados capitales, la cruel y la magnánima, y ahora...

¿Cuando será posible la convivencia pacífica entre las dos españas?

Siempre las dos “españas”, trabadas entre si; siempre dos formas irreconciliables de entender la convivencia, la cultura, la forma del Estado y tantas otras cosas: la clerical y la anticlerical, la tolerante y la  intransigente, la de la injusticia y la caridad,  la mística y la de los pecados capitales, la cruel y la magnánima.

Estos días de carnaval han coincidido en el tiempo dos hechos lamentables, que irritan y alteran la convivencia, cada uno protagonizado por esas “españas” enfrentadas: la publicidad del  autobús de la organización HazteOír y el concurso de drag queens de Las Palmas de Gran Canaria. Me niego a repetir el eslogan del primero y a describir el lamentable espectáculo de uno de los participantes en el concurso, para no darles más publicidad. 

Ambos protagonistas tienen algo en común, aunque constituya una paradoja irracional: la llamada transexualidad y intención de no ofender a nadie,... pero ambas se sintieron ofendidas por los excesos de “la otra”.

En mi opinión, la iniciativa de HazteOír resulta inoportuna, pues se produce en un momento de generalizada crispación por temas muy diferentes; añadir uno más supone echar gasolina al fuego y al “otro” sobre el “uno”.

En cuanto al concurso, el protagonista de la representación, que dice no tener como objetivo ofender a nadie, ha profanado sentimientos y convicciones religiosas íntimas, de forma pública y como un espectáculo, lo que añade agravio al hecho. No es excusa la voluntad de no ofender –admitámosla en principio-, tendría que haber analizado qué hacía, cómo lo hacía, dónde, con qué difusión y qué sentimientos podría herir. Y si no lo hizo, fue irresponsable. La realidad es que él mismo ha afirmado haber conseguido el fin perseguido: llamar la atención. 

Intolerancia, deseo de imponer ideas y formas de pensar, falta de respeto, que generan un odio irracional. Y todos sabemos que el odio lleva adherido como una lapa, el afán de venganza contra quien piensa de forma distinta o se resiste a aceptar las ideas del “otro”.

Cuando podemos decidir libremente si nos adherimos o no a una determinada forma de pensar o a un modo de vida, el no compartir no significa aceptación. Por lo tanto, resulta malévola la respuesta con propósito expreso de ofender.

Quienes adoptan semejantes comportamientos suelen ser respetuosos, como no podía ser de otra forma, con otras confesiones religiosas, contundentes a la hora de expresar sus quejas.

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