Cualquier tiempo pasado fue peor y solo su desconocimiento nos impide verlo

Ejemplar de la Constitución de España.
Ejemplar de la Constitución de España.

A menudo la sociedad asiste a una serie de recursos al pasado como arma arrojadiza que solo sirve para poner de manifiesto la ignorancia y ansias de manipulación que imperan hoy en día.

Cualquier tiempo pasado fue peor y solo su desconocimiento nos impide verlo

Poca gente ha tenido la suerte de hablar con personas nacidas en 1854 pero yo sí. Mi madre, que a sus 96 años mantiene vivos recuerdos, mi abuelo,  que me acompañó hasta sus 98 años, y mi bisabuela que murió a los 99 cuando yo tenía 6 años, me han concedido la fortuna de obtener información directa de otros tiempos. Centrándonos en la época vivida por padres y abuelos, es decir, desde la pérdida de nuestras colonias que termina con la guerra de Cuba que España tuvo el valor de declarar a Estados Unidos, abarcaremos el siglo XX y el XXI hasta nuestros días. 

Comenzaremos por decir que la Primera Guerra Mundial dejó 9 millones de militares muertos y 7 millones de civiles entre 1914 y 1918 y que en Rusia se aprovecha esta guerra para realizar la Revolución de 1917 con 1.700.000 muertos y que evolucionaría a una dictadura del proletariado. Esta Revolución despertó una gran ilusión en la clase trabajadora porque entonces se hablaba de lucha de clases, una esperanza para hacer un mundo mejor, aunque más tarde se supo que Stalin había matado por motivos políticos a 4 millones de personas según estudios recientes (antes se hablaba de 20), todo ello en medio de terribles purgas que solo serían igualadas por Mao en la Revolución Cultural China. El fin de la Primera Guerra Mundial enlaza con la epidemia de la mal llamada Gripe Española de 1918-1919 que contagió al 60% de la población mundiál matando entre 20 y 100 millones de personas aunque la cifra más creible sea 40 millones (en España 260.000). Cuando nace mi madre se moría de gripe pero también de viruela, hepatitis, sarampión, tuberculosis y un sin fin de enfermedades ahora vencidas. Aquel mundo cruel donde la esperanza de vida era de 40 años, entró en la crisis más dura de la historia, la de 1929, y sin haber salido de ella, en nuestra guerra civil de 1936, un fallido golpe de Estado perpetrado por 7 generales que acabó con uno de ellos, Francisco Franco, imponiendo una dictadura de 40 años. Nuestra guerra civil termina en 1939 y enlaza con la Segunda Guerra Mundial ese mismo año y sus 50 millones de muertos. En España se moría de infecciones hasta que llega la penicilina sobre 1940, el gran invento de la humanidad. Podríamos seguir con la Revolución Cultural de Mao y otras muchas guerras y matanzas pero esto ya parece suficiente para darnos cuenta de la vida que pasaron nuestros padres o abuelos.

Después de este resumen nadie se puede extrañar que la paz, el sosiego, tener futuro, fuese un anhelo que nos llevase a festejar los 25 años de paz aunque fuese en plena dictadura franquista, que se aprobase el referéndum del 67, o que una multitud llorase la muerte de Franco. Yo estaba allí y por muy antifranquistas que fuésemos España había pasado de ser la 32 potencia mundial a ser la octava. El mundo había cambiado mucho y a mejor en 40 años de paz y era difícil sustraerse a eso. Se que es duro admitirlo pero es una realidad basada en las calamidades que habían sufrido los españoles, y toda la humanidad,  antes de terminar la Segunda Guerra Mundial. La evolución de los tiempos nos han llevado a que hoy una guerra de unos pocos miles de muertos nos escandalice más que antes una de millones, o que un atentado terrorista de una decena de víctimas despierte nuestra empatía cuando durante mucho tiempo eso era el pan de cada día. Ahora somos mucho mejores, infinitamente mejores como personas y cómo sociedad que sufre menos, que vive más, y vive mejor.

Lo que no es tolerable es que algunos ausentes de aquellos tiempos digan ahora que la Transición fue fruto de unas Cortes franquistas con la colaboración del Rey y la complicidad de Adolfo Suárez  para perpetuarse en el poder. La realidad es que aunque cualquier tiempo pasado fue peor y en 1975 ya no se vivía nada mal, los españoles decidimos que era hora de alcanzar la democracia plena, un sueño demorado desde hacía muchas décadas, y fuimos nosotros los que confiamos en nuestros líderes, cada uno el suyo, para que consensuaran una Constitución para todos. El Rey lo comprendió así y accedió a perder sus poderes, que en aquel momento eran todos, y encargó a Suarez que coordinase el proceso. La ilusión del pueblo, unos líderes estadistas, y la disciplina impuesta por el Régimen, lograron que las Cortes franquistas se suicidasen políticamente a las órdenes del Rey, y lográsemos una Constitución democrática refrendada. Recordemos que el Proyecto de Ley para la Reforma Política de 1976 fue aprobado por el 94,17% de los votantes, que alcanzaron el 77,8% de los electores. Esto daría lugar a que el refreréndum sobre la Constitución fuese aprobado en 1978 por el 88% de los votantes (en Cataluña más del 90%), con una participación del 67,11%, siendo más baja en Galicia o el País Vasco y más alta en Cataluña. Lo que ahora dicen algunos políticos que no vivieron la Transición ni se han informado objetivamente solo puede ser fruto de la ignorancia.

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