Significados inéditos

La creación de significados inéditos

La posibilidad de extraer nuevos significados requiere un cambio de mirada. / EVE Museos e Innovación
La posibilidad de extraer nuevos significados requiere un cambio de mirada. / EVE Museos e Innovación
Dentro del ámbito de los juegos de lenguaje descubriremos un modo fantástico de relacionar la palabra y el significado, fuera de los límites de la etimología y los diccionarios.
La creación de significados inéditos

Cuando al final de un célebre diálogo platónico Sócrates pregunta a Crátilo acerca de la función que tienen los nombres, éste responde que enseñar, pues el que conoce los nombres conoce también, a través de su definición, aquello que designan. La pregunta por el ser de las cosas remite, de manera indefectible, a la definición del concepto que las expresa; de ahí que en Grecia, precisamente, una de las primeras preocupaciones de la filosofía fuera la necesidad de acotar el significado de las palabras relevantes del discurso mediante sucesivas definiciones que, recogiendo las aportaciones de los interlocutores, intentaban superar las incoherencias detectadas. Lenguaje y realidad, desde muy antiguo, se vienen dando la mano: los nombres muestran, designándola, la realidad de las cosas; y las cosas, de un modo más asequible o huidizo, más permanente o inestable, más unitario o disperso, aguardan pacientes su oportunidad para ser nombradas.

Ahora bien, así como para pensar la realidad -enlazando conceptos en los juicios y juicios en los argumentos- los filósofos se han servido del lenguaje, lo que propondremos aquí, inversamente, será pensar el lenguaje para recrear la realidad; analizar la morfología de las palabras para recombinar sus lexemas constitutivos y, mediante su redefinición, llegar a significados insólitos y desconcertantes en el contexto habitual del hablante.

Dentro del ámbito de los juegos de lenguaje ­-sin intención alguna, por tanto, de socavar la Lingüística ni de enmendarle la plana-, descubriremos un modo fantástico de abordar la relación entre la palabra y el significado, más allá de los razonables límites que imponen la etimología y los diccionarios. Y mostrar a los lectores sus sorprendentes hallazgos será el objeto de esta nueva sección de MUNDIARIO, que esta vez llamaremos Significados inéditos, pero que muy bien podría entenderse como una continuación de El Ficcionario.

Nuestro método se sustenta en un par de reglas simples que, aplicadas a un vocabulario previamente seleccionado, especifican los modos posibles de su redefinición. Entendemos aquí por "regla" una instrucción para analizar morfológicamente una palabra, descubrir las unidades significativas de que se compone y, a partir de su recombinación semántica, inferir un nuevo significado. Las reglas de que hablamos -cada una de las cuales representa, en última instancia, un procedimiento cuya aplicación tiene como resultado la formación de palabras compuestas- son la regla de fusión y la regla de separación. Y podrá ser objeto de nuestra redefinición cualquier término del español que posea alguna de estas características (o las dos):

a) Incluir otra palabra dentro de sí. Hay palabras, a las que podemos llamar "palabras continente", que, al modo de las muñecas rusas, comprenden otras en su interior (ya sean nombres, adjetivos o verbos). Esta inclusión es azarosa y en modo alguno depende de su origen etimológico o evolución lingüística. Para redefinir estas palabras utilizaremos la regla de fusión.

b) Resultar linealmente descomponible en lexemas de los que, no siéndolo de hecho, dicha palabra resultaría, no obstante, lógicamente derivable con arreglo a los propios principios de la teoría de la composición lingüística. Para redefinir estas palabras utilizaremos la regla de separación.

1. La regla de fusión

Esta regla consiste en circunscribir el significado de la palabra continente al objeto, acción, lugar, entidad o persona que designa el término contenido. El nuevo significado dependerá, pues, de la combinación de ambos elementos: el continente, que generalmente actúa como núcleo del compuesto; y el contenido, que suele hacer las veces de modificador. Para redefinir un término mediante la regla de fusión se necesita, por tanto, un definiens doble. El primero lo aporta la definición del término continente, que funciona como indicador del género próximo; el segundo, que añade la nota peculiar a modo de diferencia específica, lo introduce el término contenido. Ilustraremos esta regla con algunos ejemplos:

  • pavor. [contiene pavo]. Temor, con espanto o sobresalto, que alguien experimenta ante la presencia de un pavo.
  • tiranizar. [contiene Irán]. Gobernar Irán despóticamente.
  • preguntar. [contiene untar]. Forma de obtener información consistente en interrogar a alguien previo soborno.
  • linterna. [contiene interna]. Farol para alumbrar la dimensión interior de la existencia humana.
  • dogma. [contiene dog, perro]. (anglicismo). Principio verdadero e indiscutible acerca del comportamiento del perro, como su inquebrantable fidelidad.

Más allá de la consideración general antedicha (sujeta a múltiples precisiones dependiendo del carácter o extensión que queramos dar a la definición resultante), el modo último en que se vinculen ambos términos (continente y contenido) será inevitablemente subjetivo y dependerá de distintos factores, entre los que no son ajenos el dominio lingüístico y las preconcepciones ideológicas del proponente, pero también decisiones gramaticales inconscientes. Así, por ejemplo, podemos entender, desde luego, que el "pavor" sea el pánico que sentimos frente a un pavo amenazador y hostil, pero también decidir que ese miedo recaiga -con mucho más motivo, sobre todo en vísperas navideñas- en el propio animal. O bien recoger ambas acepciones.

2. La regla de separación

También hay palabras de nuestro idioma cuyo origen, al margen de la legítima explicación que ofrezca la etimología, imaginaria -aunque coherentemente- podría interpretarse como resultado de la agregación de los distintos elementos significativos que contienen; al fin y al cabo, éste es el mecanismo básico de la composición en la lengua española (como lo atestiguan “sacamuelas”, “guardabosques”, “girasol”, “parabrisas”, etc.). Para la redefinición de estos términos utilizaremos la regla de separación, que consiste en descomponer de forma lineal la palabra continente en sus posibles unidades significativas (lexemas y/o morfemas) y, una vez descompuesta, proceder a su reinterpretación semántica. Al respecto, cabe indicar que, a diferencia de lo que sucedía con la regla anterior -por la que el significado de la palabra continente impregnaba con cierto aire de familiaridad la definición resultante-, ahora dicho significado envolvente desaparece y el que emerge inédito, irreconocible y extraño, transgresor o paradójico, se construye de modo independiente a partir de las unidades significativas delimitadas y tomadas como constituyentes del nuevo compuesto. Veamos algunos ejemplos:

  • canario. [de can + ario]. Perro de la raza pastor alemán.
  • soledad. [de sol + edad]. La edad del sol.
  • nimiedad. [de ni + mi + edad]. Grave anormalidad en el estatus cognitivo del niño caracterizada por desconocer, incluso, los años que tiene.
  • buhardilla. [de búho + ardilla]. Animal fabuloso con cabeza de búho y cuerpo de ardilla.

Un caso especial de aplicación de esta regla se produce cuando una de las unidades significativas es un morfema que puede funcionar como prefijo, como sucede en los siguientes ejemplos:

  • abrazo. [de a, privación, y brazo]. Manco. Individuo al que le falta uno o los dos brazos.
  • coser. [de co-, junto con otro, y ser]. Coexistir.
  • excitar. [de ex-, privación, y citar]. Decirle a una persona con la que habías quedado que ya no la esperas.
  • protestar. [de pro-, en favor de, y testar]. Estar a favor de hacer testamento.
  • rebaño. [de re-, repetición, y baño]. Acción de volverse a bañar.

Especialmente interesante nos parece resaltar el carácter humorístico de esta propuesta. De manera parecida a lo que ocurre con los chistes (que, aprovechando la polisemia y la homonimia, explotan los juegos de palabras), sucede aquí que una vez redefinido un término éste no puede dejar de arrastrar la connotación vincula­da al significado convencional, lo que impide desligarlos mentalmente y hace que se produzca un inevitable choque semántico del que, muchas veces, surgen paradojas y sinsentidos. Este desconcertante encuentro de lo lógico y lo ilógico en nuestro cerebro da lugar al absurdo, al que acompaña un efecto gratificante y divertido cuya expresión visible es, en algunos casos, la risa, y en otros, la estupefacción. @mundiario

Comentarios