La Coruña de la Ilustración tuvo antes un corral de comedias que una imprenta

El primer teatro de piedra coruñés estuvo en la Plaza del Humor.
El primer teatro de piedra coruñés estuvo en la Plaza del Humor.

Por muy ilustrada que fuese, la Coruña del siglo XVIII tuvo antes un teatro de comedias bufas que una imprenta. Como hoy en día, el entretenimiento estaba en primera fila.

La Coruña de la Ilustración tuvo antes un corral de comedias que una imprenta

En 1768 llegó a la plaza fuerte de A Coruña un empresario de comedias italiano que había triunfado en Nápoles, Barcelona y Cádiz. Se llamaba Nicolás Setaro y era napolitano. Construyó un corralón de comedias junto a los fosos de la Puerta Real, más o menos por la zona de María Pita.

Nada más estrenar, tuvo que cerrarlo. A los militares y nobles que vivían en la Ciudad Alta no les hacía mucha gracia que un teatro de comedias estuviera tan cerca de sus casonas. También dicen que al Capitán General de la época, el conde de Croix, no le agradó que Setaro no repartiera entradas gratis entre sus amigos.

Setaro marchó a Ferrol. Allí construyó el primer teatro de piedra de Galicia: el de la Magdalena. Pero también se tuvo que marchar. Lo echaron por inmoral. Volvió a Coruña casi dos años después. Había otro capitán general, el conde de Casa Tremañes. Al nuevo gobernador no le parecó mal que sus soldados se entretuvieran con las óperas bufas de Setaro.

El napolitano construyó otro teatro de piedra en La Pescadería. Lo hizo en el solar que hoy conocemos como Plaza del Humor. La fachada daba a la Calle de La Florida y el escenario a la de San Agustín. Encima del vestíbulo había reservados para los jugadores de cartas. No se podía fumar dentro ni aplaudir o gritar continuamente.

Como Setaro era soberbio y fanfarrón, se tuvo que marchar otra vez. El edificio siguió en pie, pero se fue deteriorando. Cuando el viajero inglés Robert Southey vino a Coruña en 1795 asistió a una función en el teatro de La Florida. El inglés no era muy simpático y dijo que era «desvaído y mugriento, sin adornos ni dorados».

El tiempo, el abandono y el fuego acabaron al final con él. Fue en 1804. Hasta dos años después, en 1806, no hubo una imprenta en A Coruña. Se llamó Viuda e hijos de Riesgo.

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