Colina de las Cruces, el lugar con cuatrocientas mil cruces

La Colina de las Cruces, en Lituania
La Colina de las Cruces, en Lituania

La Colina de las Cruces, en Lituania, es una especie de santuario que los católicos han ido llenando de cruces a lo largo de las décadas de forma voluntaria, se calcula que en el año 2006 había unas cuatrocientas mil cruces.

Colina de las Cruces, el lugar con cuatrocientas mil cruces

Hay distintas interpretaciones, entre otras que tienen su origen en el siglo XIV, ya que dicha colina era un lugar de culto precristiano, y de alguna manera se fueron instalando cruces en ese espacio. Otros indican que vendría a partir de 1831, en una insurrección contra los rusos, y empezaron por esa razón a poner cruces, para recordar a los fallecidos. Parece ser que desde 1963 hasta 1990 se hicieron cuatro intentos de abolir-quitar-destruir-quemar dicho lugar de culto y de símbolo. Pero después de cada intento nuevas cruces volvían a dicha colina. Podemos analizar algunas concepciones:

Se ha convertido por parte de la sociedad-comunidad-país lituana como símbolo nacional, además de religioso, en los avatares de la historia de este pueblo.

Quizás, como toda entidad-realidad natural o humana, pueda interpretarse desde varios puntos de vista, algunos lo harán desde la óptica de la sociopolítica, otros, desde la religiosa, otras desde la necesidad de la simbología y de la estética, incluso como una de obra de arte colectiva, no dirigida sin ningún plan. Otros por combinaciones de razones de todas ellas.

Quizás, como toda entidad-realidad natural o humana, pueda interpretarse desde varios puntos de vista, algunos lo harán desde la óptica de la sociopolítica, otros, desde la religiosa

Esta colina se ha convertido en un símbolo nacional, con multitud de interpretaciones, hoy diríamos hermenéuticas, pero una, no menor, es la religiosa-metafísica. O dicho de otro modo, todo ser humano está abierto al misterio. Desde la prehistoria podemos pensar que el ser humano está introducido en el magma del Enigma y Misterio, diríamos en lo Otro, como diría Otto. Todo ser humano, sea de la cultura que sea, época o tiempo, estrato social o estrato cultural, tiene que enfrentarse al Misterio.

Desde que Juan Pablo II, visitó dicha colina y dejó una cruz más, se ha convertido en una especie de faro a nivel europeo, en una “gran escultura-instalación”, con connotaciones estéticas, simbólicas, religiosas, metafísicas, sociológicas, históricas, políticas...

Quizás hoy, sin que nadie se rasgue, rompa ni la corbata, ni el vestido, esta colina llena de cientos de miles de cruces, puede ser un doble símbolo-señal, como signo del cristianismo occidental, y cómo signo para el mundo, del dolor-sufrimiento-esperanza-futuro de la humanidad.

Es curioso, o deberíamos situar-poner otros adjetivos, que a lo largo de las décadas, se han ido retirando-requisando-quitando-aboliendo-quemando las cruces por las autoridades del momento, pero éstas han vuelto, otras cruces, otros ojos, otras carnes, otras mentes, otras almas.

En definitiva es el clamor de un pueblo, que presenta-representa, su sufrimiento-esperanza, un cóctel simbólico de cuestiones sociopolíticas combinadas con cuestiones socioculturales y metafísicas-religiosas-espirituales.

Algunos regímenes-sociedades-ideologías, tomaron el poder de la sociedad y del Estado, y al final, lo perdieron, porque no fueron capaces de percibir-ver-conceptualizar, que “lo metafísico-religioso en el ser humano es tan profundo y esencial”, que no se puede abolir por decretos del Poder. La gran pregunta, es si esas ideologías, hubiesen llegado a acuerdos, de mínimos, aunque sea, con los estratos culturales religiosos de sus sociedades, quizás hoy esas ideologías, no habrían fracasado en su intento de quedarse-permanecer en el poder, aunque estuvieron en él durante décadas. Es una pregunta o conjunto de cuestiones, que de vez en cuándo me vuelven a resurgir en la consciencia y conciencia.

No se pueden, ni se deben “quemar las ideas”, no se pueden quemar las cruces, esta colina, al menos una vez se quemó, para que desapareciesen las cruces.

El ser humano por su estructura ontológica-natural, por su entramado-urdimbre esencial, nos guste o disguste, “anhela-desea la libertad de conciencia”, que es la base del resto de libertades, de conciencia-consciencia-pensamiento-expresión, y por tanto de culto. Cada ser humano cree en algo o en un conjunto de cosas o realidades o entidades, que denominamos, sistemas de ideas y creencias, algunos dirían ideologías, en una interpretación etimológica. Sean éstas sociopolíticas o socioculturales o socioreligiosas…

En definitiva es el clamor de un pueblo, que presenta-representa, su sufrimiento-esperanza, un cóctel simbólico

Aunque el signo-símbolo de la cruz es muy antiguo en el tiempo, y representa antes del cristianismo el culto al sol, y otras significaciones, desde hace dos milenios, al menos en occidente es un símbolo cristiano.

Pero estas cruces, cada cruz de esta colina, representa de alguna manera, a una persona, que la ha llevado, es decir, una fe-anhelo-esperanza, y también, muchas veces, representa a otra persona distinta a la que la he llevado, generalmente, por una persona fallecida, es decir, si nos fijamos en esta perspectiva, estamos “frente un ser humano que se proyecta en un futuro y Futuro”.

Es como intentar dejar una huella, una persona humana, quiere dejar una huella, que su sombra, de alguna manera, no se pierda-olvide del todo, sino que permanezca algo de ella en este mundo, algo de ella en Otro Mundo, en el misterio y en el Misterio...

Esta entidad debería ser propuesta como bien de la Humanidad, por la UNESCO. @mundiario

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