¿Seremos nosotros los responsables del próximo colapso ambiental del planeta?

La mayor parte de la comunidad científica considera que un asteroide o un cometa grande como el monte Everest golpeó la Tierra a comienzos del perio
La mayor parte de la comunidad científica considera que un asteroide o un cometa grande como el monte Everest golpeó la Tierra a comienzos del periodo Terciario.

Solo en los últimos 100 años la temperatura media de la Tierra aumentó cerca de un grado Celsius como producto de la actividad humana. Alejandro Medeiros debuta este lunes en MUNDIARIO.

¿Seremos nosotros los responsables del próximo colapso ambiental del planeta?

La vida en nuestro planeta apareció tempranamente. Hace 3.800 millones de años seres unicelulares -los primeros organismos vivos- pululaban en los océanos. Sin embargo debió transcurrir un tiempo considerable para que la tierra firme de los continentes fuera habitada y se desarrollaran organismos grandes y complejos.

Y aunque las especies proliferaron y se multiplicaron por todo el planeta (desde los fondos abisales hasta los desiertos más hostiles), su existencia a lo largo del tiempo no puede ser descripta como una linea continua sin perturbaciones.

Las investigaciones científicas demuestran que cada determinado lapso de tiempo se producen colapsos ambientales globales; circunstancias durante las cuales numerosas especies desaparecen de la faz de la Tierra. Las causas más probables son atribuidas a la caída de grandes cuerpos celestes, no obstante, en los últimos años se han propuesto nuevas e interesantes teorías.

La roca asesina

El último colapso ambiental global -el más conocido y difundido- es el que ocurrió en el periodo Cretacico, hace 65 millones de años, y que, literalmente, exterminó a los dinosaurios.

La mayor parte de la comunidad científica considera que un asteroide o un cometa grande como el monte Everest golpeó la Tierra a comienzos del periodo Terciario.

Si una roca de estas características chocara contra nuestro planeta, su elevada energía cinética (velocidad) se convertiría en calor derritiendo la corteza en el lugar del impacto y vaporizando al asteroide. Miles de millones de toneladas de polvo y escombros serían inyectados en la atmósfera.

Segundos después del impacto -y asumiendo que la caída fuera en el océano- se produciría un tsunami gigantesco, un muro de agua de cientos de metros de altura que se propagaría por todos los océanos a casi la velocidad del sonido.

La caída del asteroide generaría una poderosa onda de choque de temperaturas abrasadoras que calcinaría todo en una radio de miles de quilometros.

El polvo eyectado a la atmósfera ocasionaría las consecuencias ecológicas más dramáticas: las corrientes de aire rápidamente lo esparciría y en pocas semanas todo el planeta quedaría en tinieblas. Algo muy similar al "invierno nuclear" pronosticado por el astrónomo norteamericano Carl Sagan en los años  80.

Si el colapso del Cretacico se desarrolló en un escenario de estas características la temperatura media de la Tierra descendió hasta cerca de cero grado Celsius y al no haber luz solar la mayoría de las plantas murieron.

El fin de los grandes saurios

Los saurios eran animales poiquilotérmos (la temperatura corporal depende en forma lineal de la temperatura del medio) y debido al intenso frío entraron en un estado irreversible de letargo.

La mayoría de ellos eran herbívoros y al ser de "sangre fría" necesitaban comer permanentemente para conservar el calor de sus cuerpos, algo por descarte imposible en un mundo en el que la flora rápidamente desaparecía.

Por esa época los mamíferos, unos pequeños animales que habían sido relegados a un segundo plano por la naturaleza durante millones de años, tuvieron una nueva oportunidad. A diferencia de los gigantescos lagartos que los acechaban obligandolos a salir por las noches, estos animales fueron exquisitamente perfeccionados por la selección darwiniana; eran ágiles, inteligentes, su temperatura corporal era independiente de la temperatura del medio (al ser homeotermos el frío no afectaba significativamente su metabolismo), y se alimentaban de animales muertos y plantas en descomposición. Estas estrategias les permitieron sobrevivir a la catástrofe climática y sobresalir en el escenario evolutivo.

Resulta curioso pensar que los humanos no estaríamos acá si hace 65 millones de años no hubiera ocurrido un colapso ambiental de alcance planetario.

Asteroides potencialmente destructivos

De ser correcta la teoría  que atribuye la extinción biológica del Cretacico a la caída de un cuerpo celeste habría que buscar las causas por las que estas colisiones se producen cada determinado lapso de tiempo. La respuesta más inmediata es la que asigna una cierta probabilidad de impacto a cometas y asteroides cuya órbita se acerca peligrosamente a la Tierra.

Los NEAR (acronimo en ingles de Asteroides Cercanos a la Tierra) son los objetos celestes con mayor probabilidad de golpear nuestro planeta.

Los objetos NEAR se reportan al Minor Planet Center del Observatorio Astrofisico Smithsoniano del Harvard College (EE UU) y sus movimientos son seguidos por astrónomos de todo el mundo.

Recientemente un objeto de estas características, el 2012 DA 14, pasó a unas 17.000 millas de nuestro planeta.

El próximo cuerpo celeste que se acercará peligrosamente a nuestro mundo será Apophis en el año 2029.

La escala de Turín es la medida de la probabilidad de impacto de un asteroide contra la Tierra. Esta escala contiene valores que van del cero al diez. El valor máximo equivale a un impacto seguro y el mínimo a una ausencia total de riesgo. Si bien Apophis se acercará a la Tierra recién dentro de 16 años, los astrónomos pueden estudiar con gran precisión las características de su trayectoria. Según cálculos recientes el valor asignado a Apophis en la escala Turín es igual a cero. Sin embargo desconocemos la mayoría de los objetos NEAR potencialmente destructivos y si bien las trayectorias orbitales pueden ser calculadas con gran anticipación, la dinámica de los cuerpos celestes está condicionada por numerosas variables que pueden modificar una trayectoria y provocar un impacto. Pero la existencia de los NEAR no explica satisfactoriamente el hecho de que se produzcan catástrofes ambientales con periodicidad estadística.

Némesis

Cuando se estudian las extinciones biológicas masivas algunos de los modelos mejor elaborados tienen en cuenta a la nube de Oort (una especie de burbuja constituida por núcleos cometarios que rodea el sistema solar). La hipótesis de Némesis (diosa griega del juicio final), propuesta por R. A. Muller de Berkeley y Piet Hut de Princeton, considera que el Sol tiene una estrella compañera muy pequeña cuya órbita elíptica la acercaría periódicamente a la nube Oort produciendo perturbaciones que desencadenarían una lluvia de cometas en el sistema solar. Nuestro sistema solar se desplaza en forma sinuosa en torno al centro de la Galaxia y, según algunos especialistas, cuando atraviesa su plano la nube de Oort es perturbada enviando nucleos cometarios hacia los planetas.

Sin embargo, cualquiera sea la explicación, siempre deben existir elementos que confieran credibilidad a la teoría.

La investigación estratigrafica (estudio de las capas sedimentarias) ha permitido encontrar, en el estrato que corresponde al Cretacico-Terciario (limite K/T) fracturas microscópicas  en los cristales de cuarzo (como si un gran martillo hubiera golpeado la Tierra en esa época) y grandes cantidades de hollín -producto probablemente del incendio de los bosques provocado por la onda de choque-.

Por otra parte, un equipo de la Universidad de California liderado por el premio Nobel en Física Luís Álvarez y su hijo Walter Álvarez, anunció, en los años 80, el hallazgo de altos niveles de Iridio en la capa arcillosa que marca el limite K/T. El descubrimiento realizado en Gubbio, Italia, fue de trascendente importancia ya que el Iridio es un metal abundante en cometas y asteroides, pero muy escaso en la superficie terrestre.

Pero quizás el elemento de mayor peso sea el cráter Chicxulub en la península de Yucatán. Escondido bajo las cálidas aguas del Caribe, este cráter tiene el tamaño y la antigüedad exacta para corresponder al asteroide que, presuntamente, provocó la catástrofe ambiental del Terciario.

Nuevas teorías

Algunos especialistas sugieren que hace 65 millones de años se produjo una intensa actividad volcánica que liberó grandes cantidades de Metano y Dióxido de Carbono en la atmósfera; ambos gases tienen efecto invernadero, razón por la que la temperatura media de la Tierra se incrementó desequilibrando las redes tróficas y la gran mayoría de los nichos ecológicos

La "Hipótesis de la Supernova" afirma, en cambio, que la explosión de una estrella cercana puede haber enviado altas dosis de ultravioleta que habría quemado la capa de ozono permitiendo el pasaje de radiación de alta energía. Los rayos cósmicos emitidos durante el estallido pueden haber ocasionado graves mutaciones y daños irreparables en la fauna y la flora. El ultravioleta permite la síntesis de vitamina D que tiene un papel fundamental en la fijación del calcio. Altas dosis de estos rayos podrían ocasionar trastornos desconocidos en el metabolismo y la química de los organismos

La teoría de la actividad volcánica tiene en cuenta, además, un enfriamiento del planeta debido a las partículas de polvo emitidas en la atmósfera y un colapso ambiental que no se produjo en forma abrupta sino a lo largo de cientos o miles de años.

Sin embargo ninguna las propuestas alternativas permite explicar por qué se producen catástrofes de esta naturaleza cada cien millones de años aproximadamente.

Conclusiones

Los ecosistemas son altamente vulnerables a los cambios mas pequeños. En los últimos 100 años la temperatura media de la Tierra aumentó cerca de un grado Celsius como producto de la actividad humana (efecto invernadero acelerado, contaminación ambiental, sobreexplotación de recursos naturales).

Este incremento aparentemente insignificante de la temperatura ha determinado la desaparición de numerosas especies. El delicado equilibrio ecológico y ambiental se desintegra rápidamente. Los especialistas coinciden en que la temperatura media del planeta aumentará entre dos y tres grados Celsius en los próximos cincuenta años. Los casquetes polares se retiran, los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes.

James Lovelock considera que Gaia (la Tierra) se comporta a semejanza de un ser viviente y es capaz de auto limpiarse. La actividad antrópica está forzando a Gaia hasta líimites insospechados.  ¿Seremos nosotros los responsables del próximo colapso ambiental?

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