El caso María Frisa: distinguir la realidad de la ficción, esa es la cuestión

Portada del libro '75 consejos para sobrevivir en el colegio'.
Portada del libro '75 consejos para sobrevivir en el colegio'.

Una novela infantil de la autora catalana es acusada de fomentar el acoso escolar y el machismo entre los menores de 9 a 14 años. 

El caso María Frisa: distinguir la realidad de la ficción, esa es la cuestión

Hace apenas unos días, casi 35.000 lectores se unieron a una petición publicada en la plataforma Change.org para exigir la retirada del libro 75 consejos para sobrevivir en el colegio, una novela infantil escrita por María Frisa (Barcelona, 1969) y publicada por la editorial Alfaguara en el año 2012. La iniciativa no sólo tuvo la acogida que sus responsables esperaban, sobre todo en redes sociales como Twitter o Facebook, sino que además se convirtió, de rebote, en el acontecimiento literario del verano en España.

Indignados e iracundos, los lectores argumentaron que el libro, dirigido a una audiencia de entre 9 y 14 años, fomenta prácticas nocivas como el acoso escolar, el machismo, la violencia de género, la superficialidad y otros antivalores. Y para probarlo no se cansaron de divulgar en las redes sociales fragmentos del libro como los siguientes: «No decir toda la verdad no es mentir», «La gente popular siempre tiene novio», «No puedes fijarte en otros chicos delante de él porque se pone celoso», «La amistad entre chicas es interés» o «Siempre tiene que haber alguien con quién meterse». El tuit inicial alcanzó los 15.000 retuits y los 6.000 likes.

La autora catalana María Frisa. FOTO: librosyliteratura.es
La autora catalana María Frisa. / librosyliteratura.es

 

A primera vista, cualquiera de estas frases genera rechazo. Hacen alusión directa a una serie de conductas moralmente reprochables contra las que es necesario actuar para avanzar en temas de igualdad y convivencia. Eso está claro. Lo que no parece muy claro es la capacidad de estos lectores de discernir entre la realidad y la ficción, y quizá por ello se han tomado literalmente los textos de María Frisa, que corresponden a la voz de Sara, el personaje principal del relato, una chica de 12 años con las inquietudes y dilemas propios de su edad, y que en ese proceso de autoconocimiento debe enfrentarse a la no siempre fácil y apacible experiencia de pasar por el colegio.

Es decir, olvidan algo fundamental que la propia autora, en un comunicado posterior a la polémica, se encargó de recordarles: 75 consejos para sobrevivir en el colegio no es un texto de adoctrinamiento ni autoayuda, sino simplemente una obra de ficción. Por lo tanto, no aborda el tema de manera literal —lo cual sería, para una escritora que ha recibido más de 80 galardones por su trabajo literario en España y el mundo, un error de principiante—. Al contrario, lo hace desde la construcción de un personaje complejo, tan humano como cualquiera de los chavales de su edad, y que en este caso se vale de recursos como la ironía y una cierta dosis de humor negro.

¿No pasaba lo mismo con El pastorcito mentiroso? ¿O con El flautista de Hamelín? ¿O con tantos otros cuentos infantiles en los que un personaje, generalmente el antagonista, servía de contracara de los valores y conductas que se querían transmitir?

Pues bien, aquí pasa un poco lo mismo: la voz de Sara es un recurso más para iluminar esa etapa en la que los chavales empiezan a vivir el mundo en primera persona y deben enfrentarse a distintas situaciones que les son ajenas. María Frisa no tiene la culpa de que una horda de lectores puritanos, que incluso le han amenazado a través de las redes, la interpreten de forma literal y lleguen al extremo de exigir la retirada del libro. Si ese fuese el criterio a aplicar, tendríamos que hacer lo mismo con cuanto texto nos resultara incómodo o políticamente incorrecto, empezando desde el propio Génesis y pasando por verdaderos clásicos como Madame Bovary, Lolita, El jugador, entre otros. Por fortuna, la editorial Alfaguara anunció que no retirará el libro de circulación y que sólo añadirá una pequeña nota en la portada advirtiendo de que se trata —óigase bien y de una vez por todas— de una obra de ficción.

Sin embargo, más allá de la polémica y del mal rato que ha debido pasar María Frisa, hay una cosa que me preocupa especialmente: esa especie de ascetismo en el que hemos ido cayendo progresivamente como sociedad, esa idea de que todo tiene que ser límpido, puro y diáfano, y que en el fondo sólo revela nuestra incapacidad para apreciar la complejidad del mundo en el que vivimos. De seguir así, corremos el riesgo de convertirnos en seres literales, incapaces de una comprensión más profunda de las cuestiones que nos incumben, y nos apartaremos cada vez más de lo esencial. Nuestro ideal será un mundo sin sombras, sin relieves ni matices. Un mundo prístino, inmaculado, casi religioso.  Y de ahí al rechazo y la intolerancia, sólo hay un paso.

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