La confusión del caso de la niña asesinada exige tener presente el principio de inocencia

Rosario Porto, la madre de la niña Asunta, encontrada muerta.
Rosario Porto, la madre de la niña Asunta, encontrada muerta.

No podemos creer en todo lo que se dice en los medios y menos aún acusar a una persona que se presume inocente hasta que se pruebe lo contrario.

La confusión del caso de la niña asesinada exige tener presente el principio de inocencia

Santiago de Compostela ha sido escenario los últimos días de un drama funesto: la muerte de Asunta Basterra, una niña de 12 años, de origen chino, hija adoptiva del periodista Alfonso Basterra y la abogada  Rosario Porto, cuyo cuerpo sin vida fue hallado luego de ser drogada y amarrada según indican los forenses.

Como sacado de una telenovela,  los abuelos maternos de Asunta, María del Socorro Ortega Romero catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Santiago, y Francisco Porto Mella, abogado y ex cónsul de Francia, fallecieron de forma repentina el 11 de diciembre de 2011 y el 26 de julio de 2012 respectivamente, dejando tras de sí una gran herencia que ha suscitado morbo y especulaciones en los medios.

Se dijo y posteriormente se desmintió que la heredera universal habría sido Asunta. Se especuló de paso con supuestos problemas económicos de la madre. La Ley 2/ 2006 de Galicia apunta la figura del heredero forzoso dentro del cual caben los descendientes; a los que les corresponde una cuarta parte del total de la herencia  o lo que es igual un 25%. De manera que si Asunta fuese la heredera universal, lo sería solo de un 75% y su madre del resto.

Muchas incógnitas

En todo caso, parece que Asunta no figura en el testamento de sus abuelos, aunque recibió bienes en vida. El testamento se redactó en el año 1975, mucho antes del nacimiento y adopción de la niña, y no se modificó, pero se le donaron propiedades antes de morir. ¿Era la herencia el móvil real del asesinato? ¿Quería su madre la totalidad de la herencia convirtiéndose para ello en autora de este frio y atroz crimen? ¿Se ha dejado seducir por la avaricia y la ha antepuesto al amor a su hija?  ¿Colaboró su padre en el delito? ¿Intervino un asesino a sueldo? En síntesis: ¿Quién mato a Asunta y por qué?

Son muchas las preguntas y mayores las especulaciones, y lamentablemente en sucesos como estos, también son muchas las noticias amarillistas que brindan informaciones sesgadas, subjetivas y novelescas; que muchas veces solo entorpecen el proceso.

Las autoridades están realizando la investigación necesaria: toma de declaraciones, interrogaciones, recolección de pruebas, análisis del cuerpo, indagación en la escena del crimen, compilación de un posible móvil, etcétera. Y aunque a mi criterio muy personal han faltado ciertas medidas cautelares, es evidente que los órganos responsables y expertos en la materia están trabajando en ello.

Mientras tanto, recordemos que un crimen como el sucedido pudo tener tantas causas y antecedentes como usted pueda imaginar, y muchas veces son más simples de lo que pensamos: pudo ocurrir por celos o envidia de un tercero, por venganza hacia ella o algún familiar, producto del azar; víctima de una persona con patologías sociales o sencillamente por error. Los sospechosos también pueden abundar en cantidad, lógicamente que los primeros de quien se podría sospechar era de los padres, por la cercanía con la victima; pero no es posible asegurar que sean los autores responsables, no hasta que la investigación concluya. Mientras tanto cualquiera podría ser sospechoso, pero no por ello culpable.

El principio de inocencia
El principio de inocencia consagrado en el artículo 24 de la Constitución de España, la Convención Americana sobre Derechos Humanos y la Convención Europea de Derechos Humanos entre otras menciona que toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en un juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias a su defensa.
Este caso aún no se ha resuelto, y aunque se tenga el conocimiento forense, legal, criminal, social, periodístico, o cualquier otro, nadie conoce todos los elementos en juego como si lo conocen las autoridades que llevan el proceso. Mientras tanto no podemos hacer más que especulaciones y reflexiones, pero no podemos creer en todo lo que se dice en los medios y menos aún acusar a una persona que se presume inocente hasta que se pruebe lo contrario.

 

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