La casa del Barrio Tournón, escuela de excelencia y calidad de vida

Barrio Tournón, en Costa Rica.
Barrio Tournón, en Costa Rica.

A mediados de los noventas, no éramos el mayor de los bancos, pero “Continental volaba” en su gestión bursátil, fiduciaria y de intermediación financiera.

La casa del Barrio Tournón, escuela de excelencia y calidad de vida

Don Juan José, líder afable, generador de confianza que nos conocía a fondo, apostaba por nuestras capacidades, nos hacía sentir comprometidos y deseosos de hacer las cosas de la mejor forma posible, nos motivaba a superar las expectativas y con su mirada serena y su sonrisa cómplice, impregnaba en cada uno de nosotros, un sentimiento de compromiso con la excelencia.

Don Gerardo, con la voz de mando, con su personalidad y liderazgo cultivado a partir de la inteligencia que irradiaba y el balance que lograba a punta de fisga y gran sentido del humor, lograba como buen director, guiar con maestría el “tempo de la orquesta” logrando que ejecutáramos con armonía nuestras partituras. 

Todos aprendimos a ser profesionales de valor guiados por sus enseñanzas, las mismas que trascendieron las barreras de nuestra casa en el Barrio Tournón, para ser reconocidas por todo un país.

Han pasado veinte años, desde aquel aciago diciembre del 97, cuando la orquesta tocó por última vez y no se nos ha olvidado nada, los recuerdos ahí están, los compañeros, las fotografías y el directorio telefónico de la Corporación Continental ABC.  Sigue sonando la música de las asambleas de afiliados a la Asociación Solidarista, repica en el piso tres, la “campana millonaria” de AFP y continúa haciendo ruido el “megáfono”, instrumento de un solo dueño, infaltable cada vez que nos juntábamos para reír a lágrima viva.

¿Por qué era así? No éramos el mayor de los bancos, pero “Continental volaba” en su gestión bursátil, fiduciaria y de intermediación financiera.  ¿Será porque prácticamente compartíamos una sola sede y teníamos la dicha de trabajar hombro a hombro ajustados al espacio que disponíamos? ¿Será porque un altísimo porcentaje del personal no llegaba a los treinta años de edad y la fuerza de la juventud era el motor que nos impulsaba?, ¿Será porque Don Juan José y todo el staff gerencial, habían encontrado la fórmula de la felicidad y la enseñaban de manera abierta y desinteresada a todos los colaboradores de Conti?

Como testigo de esta historia, me inclino por la última de esas verdades, porque si bien todas eran parte de la mezcla, ésta sin lugar a dudas fue el ingrediente principal. Continental enseñaba con maestría “la cátedra de la felicidad”.

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