En el calor de la noche, fresca brisa de literatura de acción y misterio

En el calor de la noche, de Jhon Ball. Colección Club misterio. Editorial Bruguera.
En el calor de la noche, de Jhon Ball. Colección Club misterio. / Editorial Bruguera

La novela negra ha entrado como un fresco torrente este verano, los maestros nos envuelven, comenta este crítico literario, en una nueva entrega para este diario.

En el calor de la noche, fresca brisa de literatura de acción y misterio

La novela negra ha entrado como un fresco torrente este verano, los maestros nos envuelven, comenta este crítico literario, en una nueva entrega para este diario.

En el  calor de la noche  título de la novela de John Ball nos puede parecer un tópico situar la novela negra exclusivamente en la estación invernal, el sillón cercano a la chimenea, el libro entre las manos, si  fumador la pipa, güisqui tal vez. Mas existe a caso razón para no situarla también en el calor de noche  veraniega y de paso recomendarla como lectura de vacaciones. Me viene esto al pelo cuando se ha celebrado la 27 edición de La Semana Negra en Gijón dedicada a tan apasionante género literario. Naturaleza, que pese a la crisis,  viene sobreviviendo sin alarmas, manteniéndose desafiadora ante el triste descenso que se viene padeciendo en el mundo del libro, víctima de esa perniciosa y ultraconservadora  costumbre de incultura premeditada proclamada sin rubor, pero si con daño, que viene promocionando el gobierno neoconservador que pregona nos gobierna.

Y para esta invitación a la lectura en plena canícula de tan dominador género dada la calentura del tiempo he tomado de mi adorada Colección Misterio En el calor de la noche editada allá por los sesenta del pasado siglo de  la siempre recordada y desaparecida Editorial Bruguera en aquella colección popular, inolvidable por los años de los años. Elogiosa edición editorial tanto en las traducciones al español  como la ilustración de interiores representadas por diversos autores    con el broche del atrayente diseño de sus portadas fruto Neslé Soulé. ¡Tiempos!

La narración nos sitúa en una pequeña ciudad poblada por unos once mil habitantes en el sur de Mississippi cuando “A las tres y diez minutos de madrugada” el estúpido engreído policía Sam Wood descubre el cadáver de un industrial, para a reglón seguido en su rutinaria ronda nocturna por la ciudad, cumpliendo sus propias y convencionales obligaciones, arresta a un hombre negro que se encuentra dormitando en la sala de espera de la estación, en quien se ceba la estrechez mental del agente al asociarlo rápidamente como el presunto asesino del cadáver  hallado. Pero los hechos no resultarán fáciles para tan mentecato y vanidoso policía  considera. Pues, tras el interrogatorio por el jefe de la policía local, Billl Gillespie, resulta que el detenido es  nada menos que un inspector de la policía de Filadelfia llamado Virgil Tibbs. Quien ante las múltiples estupideces y humillaciones a las que se ve sometido, decide por su cuenta y riesgo tomar cartas en el asunto del siniestro con que pretenden acusarlo, para ello cuenta con la colaboración del jefe de policía al denotarse actitudes racistas en la intriga. La novela fue llevada al Séptimo Arte en 1967 contando con los actores Sidney Poitier y Rod Steiger  principales protagonistas obteniendo un merecido éxito.

La calidad en títulos de la novela negra se extiende  por propia afinidad y cosecha literaria a cogerse de la mano con la denominada Novela policíaca, si observamos los senderos paralelos de las dos corrientes. El panorama no puede ser más similar: jueces y políticos corruptos, contrabandistas, libertinos o rufianes recorren los cientos de autores del género. Bien  lo definió el inolvidable Vázquez Montalbán manifestando: “que la novela negra retiraba el manto de secretismo del poder y lo dejaba desnudo, expuesto a la vista de los lectores, en una suerte de dulce venganza literaria, y vaya qué grandes desquites ha ofrecido la novela negra” De manera que con el calor de la noche veraniega y la pegajosa brisa favorable o temperatura climatizada, reposar y leer hasta llegar al otoño,  cambio de clima más cercano al ambiente que se considera propicio, mientras las hojas de las arboledas funden su verdor en lírico cobre. Y llamamos a la puerta del invierno estación terminal donde todavía nos espera una larga lista de maestros del género para sumergirnos en su lectura.

Ilustres maestros principalmente Dashiell Hammet, Raymond Chandler, Horace Mac Coy, Chester Himes, James Cain, John Mac Porland, David Goodis, John D. Mac Donald, Charles Williams y Jim Thompson. Ellos han llegado a constituir un mundo propio que se ha venido conduciéndonos a los maestros actuales. Por que todos muestran un indiscutible valor  literario y social. “El mundo de la corrupción burguesa (Chandler), la consagración de la mujer fatal (Cain), el racismo y el infierno de los guetos (Himes), el maccarthismo (Mac Coy), tal vez la realidad americana del segundo tercio del siglo XX jamás haya sido desarmado hasta ese punto y hasta ese punto reconstruida” Luego triste la imagen de aquellos que por muy diversas razones no han podido descubrir este género para poder sumergirse en sus aguas, nadar y zambullirse en sus envolventes olas.

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