As Burgas representan una oportunidad para conocer verdaderamente Ourense

As Burgas, Ourense. / Abi Fer
As Burgas, en Ourense. / Abi Fer

Hay un dicho popular gallego que nos cuenta: “Tres cousas hai en Ourense, que non as hai en España, o Santo Cristo, a Ponte e as Burgas fervendo auga.”

As Burgas representan una oportunidad para conocer verdaderamente Ourense

Etimológicamente el nombre de la ciudad de Ourense, sin que exista acuerdo sobre su verdadero origen, se asocia a términos como “Auriense” (La ciudad del oro) con el que teóricamente fue bautizada por los romanos debido a su riqueza aurífera, “Aquae urente” (Aguas abrasadoras) expresión latina relativa a los chorros de agua caliente que brotaban de la tierra, o “Warmse” (Lago caliente) vocablo germánico con el que se denominan las fuentes de aguas termales.

Pero lo que verdaderamente define a Ourense son las termas como las de Outariz, A Chavasqueira y, en especial, As Burgas. Estas son unos manantiales hipertermales, situadas en el pleno centro histórico de la ciudad, con aguas ricas en sílice, flúor y litio, que brotan a una temperatura de entre 64ºC y 68°C, con un gran caudal, idóneas para tratar afecciones de la piel. Son tres manantiales: la Burga de Arriba, de estilo popular, la Burga do Medio, de estilo moderno, y la Burga de Abaixo, de estilo neoclásico.

Respecto a su origen, cuenta la leyenda que en tiempo inmemorial vivía en un monte cercano a Rivadavia un ermitaño de nombre Pedro, muy estimado por las gentes de la zona, del que se decía que tenía el poder de hacer milagros y que conocía los secretos de las corrientes subterráneas de agua caliente. Cuando se sintió viejo y que se le acababa la vida fue reconfortado por un joven pastor que, a base de tisanas de hierbas y cariñosa compañía, le hizo renacer. Pero la hija de un tabernero de Rivadavia, despechada por el mozo, le acusó falsamente del robo del cáliz de la iglesia, peripecia que acabó con su muerte. El asceta Pedro lloró la muerte de su inocente amigo y, en un alarde de coraje, rompió su vida ascética y se trasladó a Ourense, donde hizo brotar las aguas hirvientes de As Burgas. Aunque también hay quién dice que proceden de un volcán situado bajo la ciudad o los que le atribuyen un origen religioso por nacer a los pies del Santo Cristo de la Catedral.

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