¡Buen viaje marinero!

Mirando el mar. / MZ
Mirando el mar. / MZ
Padre, viaja tranquilo. Tengo lo mejor, lo que tú me enseñaste siendo niña, lo que se queda a pesar del tiempo.

Hoy es 25 de julio, un día gris, como a veces tus ojos, como a veces los míos. Hoy la pena tiene el color de la lluvia, de la bruma y del mar de Vigo. El mar que te recibió ayer con una sonrisa, sin intenciones, con los brazos abiertos como un amigo. A él le pertenecías como a nadie, te esperaba, estaba deseando hablar contigo. A él te confiaste, para contarle como tus ojos me echaban de menos. Pero yo no estaba allí para decirte adiós, tú sabes muy bien que los lobos siempre me han dado miedo. El mar se enfadó, se escondió detrás del cielo, y el Apóstol a las doce brilló en tu honor, para devolverte la calma y el sosiego. No pudiste ser un buen padre, pero siempre fuiste, como él, un buen marinero.

Todo está en paz, cada uno en su lugar. Tú has regresado a casa y los lobos a su cautiverio. Tú disfrutas ya de tu libertad, de las mareas y del viento; los lobos celebran tu festín, bailando alrededor del fuego.

Padre, viaja tranquilo. Tengo lo mejor, lo que tú me enseñaste siendo niña, lo que se queda a pesar del tiempo. Sabré leer, para no perderme, las estrellas en el cielo y me bañaré en el agua de las Cíes, para abrazarte de nuevo.

Seguiré recogiendo tesoros cada verano en la playa, los que tu me envíes desde el profundo océano. Dormiré cada noche con el gris y el azul, de tu mar y tu cielo. Mis ojos, los tuyos, nadie me los puede quitar, nací con ellos.

¡Buen viaje marinero!