El bonsái, un pequeño árbol de gran belleza y cuidados especiales

Bonsái.
Bonsái.

Dos mil años atrás se pensaba que quien pudiera conservar vivo un árbol en maceta tenía asegurada la vida eterna.

El bonsái, un pequeño árbol de gran belleza y cuidados especiales

Uno de los árboles más fascinantes y de cuidados especiales es el bonsái. Actualmente más decorativo que místico, dos mil años atrás los bonsáis eran considerados en China como un objeto de culto y un símbolo de eternidad. Se pensaba que quien pudiera conservar vivo un árbol en maceta tenía asegurada la vida eterna.

Y es que saber cuidar de un bonsái requiere de técnica y paciencia. Estos pequeños ejemplares se mantienen en ese tamaño gracias al trabajo de, poco a poco, ir dándole forma, podando su tronco, hojas y raíces cada cierto tiempo con el fin de obtener y mantener una representación realista en miniatura  de la naturaleza.

Existen más de una docena de maneras de podar y dar forma a un bonsái, aunque no son de obligado cumplimiento y el dueño del pequeño árbol puede dejar volar su imaginación. Pero en el caso de uno quiera ceñirse a las formas clásicas estas son:

Bonsái estilo escoba (Hokidachi)

Bonsái estilo vertical formal (Chokkan)

Bonsái estilo vertical informal (Moyogi)

Bonsái estilo inclinado (Shakkan)

Bonsái estilo cascada (Kengai)

Bonsái estilo semi-cascada (Han-kengai)

Bonsái estilo literati (Bunjingi)

Bonsái estilo barrido por el viento (Fukinagashi)

Estilo Bonsái doble tronco (Sokan)

Bonsái estilo troncos múltiples (Kabudachi)

Estilo Bonsái bosque (Yose-ue)

Bonsái estilo raíces sobre rocas (Seki-joju)

Bonsái enraizado en roca (Ishisuki)

Bonsái estilo balsa (Ikadabuki)

Bonsái madera flotante (Sharimiki)

La Casa Asia ubicada en Barcelona, ha organizado una exposición llamada “Un jardín japonés: topografías del vacío” de la artista Esther Pizarro y comisariado por Menene Gras Balaguer, que podrá visitarse a partir del jueves 10 de julio hasta el domingo 2 de noviembre, en el pabellón de la Purísima del Recinto Modernista de Sant Pau. La exposición consiste en en la creación de un jardín japonés como una réplica del paisaje natural y la construcción de una identidad cultural.

Se trata de una instalación única de gran impacto visual, que ocupa una superficie de 500 m² (pabellón de la Purísima del Recinto Modernista de Sant Pau) y reproduce la topografía del país nipón a través de su división política en ocho regiones y 47 prefecturas administrativas. Estas regiones se representan como islas (‘topografías del vacío’), que están delimitadas por contenedores escultóricos sobre los que descansa la vegetación que, de forma simbólica, refleja los cambios sociales y urbanos del Japón contemporáneo.

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