Bon voyage, Charles

Viene Obdulio hoy y me dispara:

-¿Te enteraste? Se nos fue Charles Aznavour.

-¡No me digas! ¿A los cuantos años?

-Noventa y cuatro abriles, papa. Pero todavía cantaba, y muy bien. El último concierto lo dio en Japón hace unos días.

-Increíble. Así vale la pena vivir todos esos añitos.

-Claro. El Charles era un gran cantante, pero también tenía un excelente sentido del humor.

-¿Cómo es eso, Obdu?

-¿Recuerdas la canción “Buen Aniversario”?

-Sí. ¿La escribió él?

-¡Por supuesto! Es una conversación entre una pareja que celebra su primer aniversario de casados. Resulta que han planeado ir al teatro esa noche, pero el vestido de ella se demora en llegar. La situación es tensa, la mujer se pone nerviosa, hasta que, histérica, estalla en llanto. El hombre, precavido, no dice esta boca es mía, no sea que la vaya a coger con él. Al fin le traen el vestido y salen disparados para el teatro, pero cuando llegan… la función ha terminado. Él, con mucho tacto, le pregunta a dónde quiere cenar y ella, resignada, le dice que prefiere caminar con él por París y luego regresar para ser muy feliz.

-¿Regresar a dónde? ¿Al teatro?

-¡No chico! A la casa… a… bueno, usa tu imaginación.

-Pero… ¿Así, sin cenar?

-La canción no lo dice, pero seguro se comieron un croque-monsieur por el camino.

-¡Ah bueno...! Efectivamente, Aznavour tenía un gran sentido del humor. La canción destila ironía de punta a cabo. Sin embargo, yo la hubiera terminado de otra forma.

-¿Cómo?

-Al llegar al teatro descubren que la función se canceló porque se fue la luz.

-¿Se fue la luz? ¿En París, la Ciudad… Luz…? ¡A ti nada más se te ocurre eso!

No sé para qué tuve que abrir la boca. Tengo que reconocer, una vez más, que Obdulio tiene razón.

En fin, sólo me resta desearle un feliz viaje al gran Charles y darle las gracias por su música.   

Mientras tanto, yo sigo aquí, callado. Como el hombre de la canción. @mundiario