El autor del mes de noviembre en MUNDIARIO fue Manuel García Pérez

Manuel García Pérez
Manuel García Pérez.

El colaborador con más éxito fue García Pérez con su artículo ‘Mi homenaje a las cajeras de Mercadona: cuando el Hacendado es todo poesía’.

El autor del mes de noviembre en MUNDIARIO fue Manuel García Pérez

Siguiendo con la propuesta de destacar cada mes al autor y autora más destacados del anterior, en noviembre, entre los autores, el que obtuvo un mayor número de lectores en uno de sus artículos fue Manuel García Pérez, Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Murcia y licenciado en Antropología por la UNED, Premio Nacional Fin de Carrera (2000), es el coordinador del área de Sociedad y Cultura de MUNDIARIO. Docente, investigador y escritor de narrativa juvenil, su última obra es el poemario Luz de los escombros. En 2016 sacará a la luz una nueva obra poética.

Como ya consiguió en octubre, García Pérez se proclama así como uno de los colaboradores de MUNDIARIO con más éxito. Sus artículos reciben siempre miles de visitas e intercala críticas literarias, con artículos de opinión sobre actualidad política y social o relatos surrealistas.

Aprovechando que tenía la ocasión de volver a conversar con él con motivo de su nombramiento como autor del mes de noviembre, le hice tres preguntas sobre su exitoso artículo de ese mes: Mi homenaje a las cajeras de Mercadona: cuando el Hacendado es todo poesía.

 
Pregunta que me resulta obligatoria, ¿quién es Verónica?
 
— Verónica es un nombre inventado, pero hace referencia a todas esas cajeras que diarimente nos atienden en los supermercados. Soy muy observador y me fijo en las etiquetas donde se lee el nombre de estas cajeras. A veces, mientras espero en la cola, trato de imaginar qué vida se esconde detrás de su atuendo, de su forma de hablar y de mirar, de su maquillaje incluso. Descubro una suerte de felicidad en su forma de trabajar que me alegra el día y soy consciente de que el trabajo, cualquier trabajo, llevado a cabo con profesionalidad puede hacerte la persona más admirada y dichosa de este mundo.

 

Manejas la ironía y la sutileza en tus textos con gran maestría. ¿Cuál crees que es el éxito de lectores que tienes?

Desconozco el éxito de mis textos. Desde mi literatura, desde mi poesía y  desde mis ensayos trato de conmocionar, de sobrecoger, de impactar, rompiendo con lo políticamente correcto. Cela y Umbral son maestros para mí a la hora de manejarme en los artículos. Intento ir contracorriente, respetando al rival, y eso significa velar por los intereses de uno mismo y no marcarte políticamente. Tanto la derecha como la izquierda son responsables del fracaso personal de muchas personas a los que la vida ahora mismo está machacando. Solamente hay que ver su pasividad con la educación. No me caso con nadie y mi rebeldía no es la de Sostres o la de Pérez Reverte. No me gustan las poltronas ni las homilías, quiero que los lectores descubran otras maneras de ver la política o los medios, acometiendo siempre contra la censura que imponen algunos monopolios.

Profesor, escritor de poesía, colaborador en diversos medios, marido y padre... incluso te han llamado de Telecinco! Primero ¿Nos puedes contar eso? Y segundo ¿De dónde sacas el tiempo?

— Llevo desde los 16 años escribiendo en revistas locales y comarcales. He escrito mucho a lo largo de estos años y he adquirido el oficio de esribir con rapidez y con un estilo que aún debo madurar y mejorar. Soy muy reflexivo y vivo en el puro estrés; me gusta vivir en el estrés. MUNDIARIO es esa forma de evadir los pensamientos que voy todo el día rumiando en mi cabeza. Escribo y leo mientras cocino, mientras mis críos ven dibujos animados o juegan. Escribo, estudio y leo en la marea del ruido y del barullo de casa. Mi mujer me ayuda en las tareas administrativas. Ella se encarga de pagos, recibos, cuentas de casa y de la familia, porque es economista y es muy hábil en esas actividades así que yo vivo en una infancia perpetua.

Las clases en el instituto al que voy andando desde casa, la cocina, los deberes de mis hijos, y la escritura, no hay más.  Mi vida es sencilla. Salgo muy poco y soy anárquico con los horarios. Puedo trabajar en mis textos a las cuatro de la tarde, mientras todos duermen la siesta, o a las cuatro de la madrugada. Me apasiona la complejidad que vivo como creador dentro de esta vida sencilla y sin púlpitos televisivos.

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