Del aula al ciberespacio: ¿Qué hace falta en el camino?

NIños en una escuela. / Pexels.
NIños en una escuela. / Pexels.
Se han implementado nuevos modelos de enseñanza-aprendizaje, pero parece que la estructura educativa no se “mueve”: no pasa nada en términos de mayor conocimiento por parte de los alumnos ni de los roles docentes.
Del aula al ciberespacio: ¿Qué hace falta en el camino?

Referirse al aula y al ciberespacio en una misma línea parece fácil, pero nos remite a historia. Historia que aparece en un salón de clases, con un maestro al frente, con una gran cantidad de alumnos y con contenidos que son seleccionados previamente, mediante un conjunto de planes y programas de estudio. ¿Qué existe dentro de un salón de clases? Un proceso comunicacional que en la mayoría de las escuelas es horizontal, es decir el maestro es quien aparece como protagonista, pero no le otorga la “voz” al alumno, un contenido que carece de interés para el educando porque no es lo suficientemente atractivo para quien accede a él y una evaluación que “mide” los conocimientos, más que los procesos de aprendizaje.

A lo largo de décadas, se han implementado nuevos modelos de enseñanza-aprendizaje, de teorías y de un sinfín de recursos para aprender, pero al parecer la estructura educativa no se “mueve” tan fácilmente y no pasa nada en términos de mayor conocimiento por parte de los alumnos, ni de los roles docentes.

Las nuevas tecnologías en el ámbito de la educación

Posteriormente, llegan las nuevas tecnologías al ámbito de la educación y pareciera que todo va a cambiar, porque entonces los contenidos educativos se acompañan de recursos multimedia, de diversos tipos de comunicación y de un profesor que ahora se le llama tutor o facilitador del aprendizaje, pero ¿qué ha cambiado realmente? Sólo las formas, porque en el fondo siguen existiendo múltiples carencias cognitivas y los estudiantes se han acostumbrado cada vez más a la tecnología no razonada lo suficiente como para reflexionar sobre su propia práctica educativa.

En estos modelos de educación, llamémosle presencial y virtual existe un elemento imprescindible en toda educación y que hasta la fecha no ha cumplido de manera cabal con su cometido: la interacción comunicativa con el alumno, o lo que es lo mismo, la comunicación dialógica; no sólo en el discurso sino en los materiales de enseñanza y en la retroalimentación. Eso es lo que ha hecho falta en el camino, una comunicación que posibilite el intercambio real de experiencias entre alumno y docente y propicie nuevas prácticas educativas mucho más reflexivas y orientadas a un objetivo en común.

Tanto en la educación presencial, como mixta y virtual, existe un elemento en común básico, que no ha cumplido con su cometido y es la palabra, el diálogo entre docente y alumno, se entenderá en este trabajo por diálogo, el procedimiento de intercambio y postura frente al proceso de enseñanza-aprendizaje y frente al educando. Este diálogo implica un proceso de interacción que abre la posibilidad de transformación de seres pasivos a sujetos críticamente comunicativos. A su vez, vincula el objeto de conocimiento y a los sujetos cognoscentes en una dinámica reflexiva, creativa y que posibilite una transformación tanto interna como de su realidad circundante.

Ahora bien, la clave del diálogo se da a través de la palabra, de los mensajes que como emisores transmitimos a los receptores en un contexto educativo y que tiene que ver con poner una puesta en común de las experiencias propias con las del otro, que me es ajeno, hasta que establezco una comunicación con él a través de objetivos en común.

Un salón de clases. / Pixabay

Un salón de clases. / Pixabay

Modelos educativos–comunicacionales de Mario Kaplún:

Según Mario Kaplún (2010), en las formas en que el docente se comunica con los estudiantes, subyace su propio concepto de educación, su metodología para enseñar y su compromiso con el alumno como receptor, de ahí que se desprendan 3 modelos:

> Modelo Centrado en los Contenidos (tradicional). En el que el emisor establece comunicación en un solo sentido y es figura protagónica del proceso educativo, su función es transmitir contenidos considerados como válidos y valiosos para la formación de los educandos. En el mensaje, los contenidos son elaborados bajo un currículum, generalmente avalado por instituciones, pero que no toman en cuenta los intereses, ni necesidades de los alumnos. Y el receptor adopta una actitud pasiva ante la educación y no intenta comunicación.

> Modelo Centrado en los efectos (mixto). En el que el emisor establece una comunicación en un solo sentido, con la intención de inducir y persuadir al receptor a adoptar determinadas formas de pensar, sentir y actuar. El mensaje es constituido a través de objetivos. Y el receptor asume una actitud pasiva ante la información transmitida por el profesor.

> Modelo Centrado en procesos (dialógico). ¿Virtual? El emisor establece un tipo de comunicación bidireccional y dialógica, estimulando procesos de análisis y reflexión. El contenido del mensaje se plantea en función de las necesidades de los alumnos. Y el receptor asume una actitud crítica y creativa de los contenidos.

Como podemos observar estos tres modelos pedagógico-comunicacionales, tal como los plantea Kaplún, dan cuenta de considerar el espacio educativo como un intercambio de comunicación que no sólo se da a través de la interacción entre profesor y alumno, sino de la transmisión y selección del propio contenido, lo que nos habla de una red de significados y significantes heterogéneos difíciles de homologar bajo una estructura rígida y limitada.

Por ello, es tan importante darle un valor extra a la palabra, al diálogo que establecemos con los estudiantes para que el conocimiento realmente cumpla con el cometido de ser “reconstruido” y reflexionado por los mismos.

Escuela tradicional: un modelo centrado en los contenidos

Generalmente, la escuela tradicional, refiere un modelo centrado en los contenidos, ya que da cuenta de un proceso pasivo por parte del estudiante, escuchan, memorizan o apuntan pero no van más allá de eso, no hay una retroalimentación por parte del alumno hacia el docente, porque entonces se enfrentan “al que sabe” y no hay que cuestionarlo.

En el salón de clases tienen frente a ellos al maestro, pueden preguntarle “cara a cara” dudas que tengan sobre el contenido, sin embargo, la mayoría no lo hace, salvo en niveles de educación superior y aun así, muchas veces prefieren escuchar a reflexionar e increpar al interlocutor y entonces se establece un acuerdo tácito de “tú me escuchas”, “yo cumplo por transmitir”. Como se pudo observar en el cuadro, el tipo de comunicación en este modelo es unidireccional y existen pocas de retroalimentación por parte del alumno.

El modelo centrado en efectos, sería propio del tipo de Educación abierta y a distancia, o los modelos llamados mixtos. A los alumnos se les proporcionan una serie de contenidos que deben estudiar en un determinado tiempo, para ello, establecen objetivos específicos a través de los cuales se les va a evaluar una vez terminado su contenido. El profesor no se encuentra de manera permanente en un aula, sino que acude a asesorías una o dos veces al mes, para que los alumnos pregunten las dudas que tienen con respecto al contenido. Pese a que en este modelo habría un poco más de comunicación, los alumnos se limitan a preguntar dudas pero no reflexionan, sobre el contenido, porque además los exámenes se ajustan al contenido educativo, por lo que no hay manera de reflexionar más allá del mismo.


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El modelo dialógico, debiera permear los diferentes tipos de educación, es decir, tanto la tradicional como la abierta o mixta, sin embargo, varias de sus características aluden a un modelo de educación virtual o totalmente a distancia, en la que los estudiantes y el docente o tutor, no se encuentran en un espacio físico determinado, ni interactúan cara a cara; pero que los une un ambiente de aprendizaje en común y sobre todo el compartir contenidos, que son más concretos, orientados a la reflexión, a la discusión y a las posibilidades de interacción comunicacional que pueden ser a través de Foros de discusión, chats, correo electrónico o plataformas educativas, pero ¿realmente se da una comunicación? ¿Qué tipo de comunicación se da entre un alumno y docente virtual? ¿Es efectiva? ¿Qué dicen los alumnos de ello?

Considero que ahí está el meollo del asunto: hemos estado hablando sobre una carencia de comunicación en los sistemas tradicionales de enseñanza-aprendizaje, desde la escuela tradicional pasando por la mixta… y la ¿virtual? Los medios de comunicación la aventajan, porque puede emplear una serie de herramientas para interactuar con los alumnos.

En la actualidad, la reforma educativa, se centra en elevar la calidad de la enseñanza a través de la evaluación del profesorado, existe cierta razón al respecto, es muy importante ver qué necesitan los profesores para mejorar su práctica en las aulas, pero la evaluación no lo es todo, ni representa el problema de fondo, es necesario desde contar con un proyecto educativo a nivel nacional, valorar el modelo y actualización curricular de las normales del país, apostar por un nivel de enseñanza para el alumno significativo, que propicie la reflexión y cuestionamiento constante de su participación en el contexto educativo; en fin son muchas los aspectos a los que nos invitan a reflexionar estos resultados y que se quedan como una tarea permanente de estudio.

Los problemas educativos que la pandemia ha puesto de relieve

Ahora discutamos los principales planteamientos que reflejan la verdadera problemática educativa, sobre todo con la pandemia que estamos sufriendo a nivel mundial y que ha implementado modelos emergentes virtuales, para que los alumnos no pierdan las clases.

Con esta situación se ha hecho evidente que:

  1. Hacen falta modelos educativos, ex profeso para ambientes virtuales de aprendizaje.
  2. Es necesario buscar nuevas formas de interacción y diálogo por parte del docente, con los alumnos, con dinámicas no necesariamente tecnológicas.
  3. El ambiente virtual también se puede convertir en un espacio de reflexión y análisis.
  4. Proponer actividades cuyo protagonista sea el alumno.
  5. Promover un aprendizaje significativo y creativo empleando herramientas basadas en la experiencia del propio alumno.

@mundiario 

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