El Ficcionario nos sorprende arrodillados en los modernos templos del consumo

Cuando el consumo nos hace perder la cabeza CLTRACLCTVA
Cuando el consumo nos hace perder la cabeza. / CLTRACLCTVA

En los centros comerciales se entra sin una idea clara de lo que se quiere comprar o, incluso, sin querer comprar nada, porque el deseo de comprar surge, a modo de revelación, dentro del propio establecimiento.

El Ficcionario nos sorprende arrodillados en los modernos templos del consumo

Como ya sucediera en la entrega anterior, el Ficcionario se hace eco de un buen número de recientes anglicismos, uno de los cuales explota para retratar la dominancia y universalización del culto al consumo.

hansiedad. Angustia que suele acompañar a Hans y que no le permite vivir sosegado.

hangarillas. Andas para transportar a mano aparatos de aviación desde la pista hasta el cobertizo donde guarecerlos o repararlos.

hanimalada. Barbaridad o salvajada cometida por algún miembro de la etnia han, el grupo étnico más numeroso de China (representa el 92% de la población). En su grado extremo puede alcanzar el intento de haniquilación de alguna minoría étnica. Que se lo pregunten, si no, a tibetanos o uigures.

hapagado. Dícese del que el hecho de haber pagado una deuda le deja con el ánimo por los suelos.

hapalmado. Dicho de un individuo: Dispuesto de una forma que sugiere que ha muerto.

happencar (spanglish). Apechugar con lo que ocurra o pueda ocurrir.

happycultura. (angl.). Actividad consistente en buscar la felicidad mediante la crianza de abejas y el aprovechamiento de sus productos.

haprobado. Individuo que ha saboreado la aptitud en alguna prueba.

haragón. Haragán nacido en Zaragoza, Huesca o Teruel.

Haranjuez. Ciudad madrileña a la que se trasladan aquellas personas cuyo máximo deseo es tener a su cargo la aplicación de las leyes para poder disponer de autoridad en el juicio y la sentencia.

harborícola. (angl.). Especie marina que habita en el entorno de los puertos.

hardiente. (angl.). 1. Cualidad de lo que está a la vez muy duro y caliente. 2. Diente fuerte, especialmente apropiado para las cosas duras de roer.

harenero. Entre los musulmanes, persona que vende harenes.

harenga. Discurso apasionado que el sultán dirigía a las mujeres del harén con el fin de despertar en ellas las ganas y el valor de acostarse con él, lo que en algunos casos se convertía en un comportamiento insultante.

harmonizar. (angl.). Poner en correspondencia los daños que unos y otros pueden hacerse.

haroma. Fragancia vinícola que destila el municipio riojano de Haro.

harponero. (spanglish). Individuo que toca el arpa.

harrymarse. Acercarse a Harry.

harrodillarse. (angl.). Ponerse de rodillas dentro de los almacenes Harrod's (Brompton road, London), uno de los grandes templos del consumo, la nueva religión que se extiende imparable por todo el mundo. Como manifestación más evidente de esta globalización comercial, en cualquier lugar del planeta es posible encontrar grandes centros comerciales y de ocio: unos emplazamientos multifuncionales donde hay tiendas de todo tipo, cines, bares, restaurantes, supermercados, oficinas bancarias, cómodos aparcamientos... Todos ellos repiten estructura, distribución de espacios y una serie de estrategias comerciales y publicitarias que tienen en común apelar a la emocionalidad de los consumidores como factor clave en su decisión de compra. Una compra que ya no es en la mayoría de los casos un medio para cubrir una necesidad (alimentación, vestido, calzado, etc.) con el menor coste posible, sino un verdadero fin en sí mismo. La gente no necesita lo que compra, pero necesita comprar. Como ha dicho Adela Cortina, a los modernos centros comerciales no se va "a comprar", como antes se iba a la tienda tradicional cuando se necesitaba algo; se va "de compras".  Se entra sin una idea clara de lo que se quiere adquirir o, incluso, sin querer comprar nada, porque el deseo de comprar surge, a modo de revelación religiosa deliberadamente inducida, dentro del propio establecimiento. Es en medio de este atractivo y seductor entorno (en el que hasta los más mínimos detalles relativos a la iluminación, colores, disposición de los productos o ambientación musical están perfectamente estudiados) donde el consumidor experimenta la necesidad interior de comprar, aunque objetivamente no le haga falta lo que compra. Exactamente igual que en la Edad Media, cuando al entrar en una catedral y quedar impresionados por el lujo y la monumentalidad, los fieles sentían la imperiosa necesidad de creer, aunque mirado desde una perspectiva racional (como sucede ahora con gran parte de nuestras compras) no necesitasen el objeto de su creencia.

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