País mío, esta es la verdad

Joven en un aeropuerto. / Erik Odiin en Unsplash
Joven en un aeropuerto. / Erik Odiin en Unsplash
Hoy se van los jóvenes, pero vos dejaste ir desde 1970 a 1980 a más de 300.000 hijos, que huían por temor a la persecución desatada contra todo aquel sospechado de estar relacionado con las fuerzas subversivas. Según las Naciones Unidas, en 2019 había 1.013.414 emigrantes argentinos. Un 2,27% de la población.
País mío, esta es la verdad

Dice Nicola di Bari en su canción “Paese”:

“Tienes veinte años ahora, ¿qué estás esperando todavía? 
Hai vent'anni ormai cosa aspetti ancora 

Tienes tu maleta 
Hai la tua valigia 

Es tiempo de irse 
E' giunta l'ora di partire”

Patria la escucha y llora. No quiere ver la realidad. Hace años que sus hijos se van, y ella sigue aferrada al recuerdo de cuando recibía a miles de inmigrantes.

Pero eso fue hace más de un siglo, Patria querida. Vivís mirando el pasado, te seguís creyendo distinta del resto de Latinoamérica. Y ya no sos benévola, hospitalaria, promisoria ni próspera.

El Hotel de los Inmigrantes, que alojaba a los que venían de Europa y de otros lugares del mundo, con todo organizado a primer nivel para que se instalaran transitoriamente y buscaran trabajo, hoy es un museo. Ya fue.

Según las Naciones Unidas, en 2019 había 1.013.414 emigrantes argentinos. Un 2,27% de la población.

Pasaron muchas cosas, Patria, o ¿no te acordás de aquel 29 de julio de 1966, la famosa “noche de los bastones largos”? Fue después de que el General Juan Carlos Onganía destituyera en un golpe de estado al presidente Arturo Illia,  y promulgara el decreto de intervención de las universidades. El Gral. Fonseca entró en la Facultad de Ciencias Exactas y con gases, palos y golpes hizo salir a todos los profesores y alumnos reunidos. ¿No lo escuchabas al presidente de facto decir que la universidad era una cueva de comunistas? Los docentes expulsados y los atemorizados, se fueron del país. Perdimos científicos, historiadores, médicos, psicólogos. Fue el primer éxodo.

Después vino Perón y su pacto con los Montoneros, a quienes usó y después les dio la espalda. Y el surgimiento de la guerrilla.  “El brujo”: José López Rega, secretario privado y de Bienestar Social de Juan Domingo Perón y su mujer Isabelita, amedrentaba a la violencia con más violencia. Cuando Isabel enviudó, llamó desesperada a los militares para aniquilar a la subversión. El resultado fueron los años de horror de la dictadura militar. Y te hacías la boluda, no estabas enterada de nada, ¿por eso llorás, Patria, o es porque te emociona Nicola Di Bari?

Hoy se van los jóvenes, pero vos dejaste ir desde 1970 a 1980 a más de 300.000 hijos, que huían por temor a la persecución desatada contra todo aquel sospechado de estar relacionado con las fuerzas subversivas. La idea era eliminarlos. Y si había hijos en camino, quitárselos. Se fueron artistas, trabajadores, profesionales, científicos. Sálvese quien pueda.

España, tu madre, recibió a la mayoría de los exiliados. Bueno, una madre, es una madre. También Francia — siempre nos educaste muy francófilos—, además tenía la embajada argentina más grande de Europa. Y claro, Italia, por tantos descendientes de sus inmigrantes que recibimos en las épocas de bonanza.  Este grupo de argentinos mantenía la idea del regreso. Muchos volvieron después del ochenta y tres.

Pero después vino la hiperinflación que supiste conseguir con tu presidente democrático Raúl Alfonsín. Fue algo único en tu historia. ¿Dónde estabas, Patria, vos no te morías de hambre, te alcanzaba el sueldo para llegar aunque sea a mitad de mes? Ah, claro, no, vos estabas con negocios donde cobrabas en dólares, no te afectaba la inflación del 194% anual  que provocó fuga de capitales, recesión, desempleo y pobreza. ¿Qué pensabas, que todos se iban a quedar acá? No, mi querida Patria, quienes pudieron se las tomaron, fue uno de los principales flujos migratorios de tu historia. Se empezaron a tramitar pasaportes españoles e italianos de tal manera, que las condiciones cambiaron en el gobierno español y puso restricciones que se mantienen todavía.

Después se te ocurrió que la solución era volver a un gobierno peronista, y tu idilio con Carlos Saúl Menem nos hizo creer que de nuevo éramos ricos, tiramos manteca al techo y comimos pizza con champagne. Pero el bienestar se logra con esfuerzo, eso nunca lo entendiste. Y así terminaste en el estallido de 2001. El presidente ya no era un peronista, la pelota se la habían tirado a otro radical, Fernando de la Rúa, que no supo contener el caos, declaró estado de sitio y fue la vergonzosa y violenta debacle que ya sabés, ¿para qué te voy a contar? Fue una de tus peores crisis políticas y sociales. Cada vez más demanda de doble ciudadanía, los jóvenes volaron como moscas. El lema de las protestas “que se vayan todos” se hizo realidad. En dos años se fueron más de 100.000 argentinos al exterior, esta vez sin proyectar volver.

Según las Naciones Unidas, en 2019 había 1.013.414 emigrantes argentinos. Un 2,27% de la población.

Es cierto que nos inculcaste viajar, conocer otras culturas. Argentina siempre fue muy cosmopolita, políglota y europea, sobretodo el porteño. Nos vestías como inglesitos y estudiábamos francés, hablando castellano con acento italiano. Para un argentino de clase media, viajar es imprescindible. Por eso hoy, que todo sigue mal, que todo es incierto, que los políticos roban y no hay alternativa válida, ya nadie cree en nada, especialmente los jóvenes, el éxodo sigue.

Mirá, Patria querida, me tomé el trabajo de consultar con unos cuantos familiares, amigos y conocidos que viven hace tiempo en el exterior. Les pregunté cuánto hacía que se habían ido, por qué y si pensaban volver. Prestales atención, por favor:

> Julia (48) vive en Inglaterra desde hace veintiún años, es periodista y fotógrafa. Se fue en 2001 porque quería viajar, ser libre, independizarse económicamente de sus padres. Vive tranquila sin tener que estar preparada para pelear todo el tiempo. Armó su familia allá, no piensa volver.

> Juan (21) Se fue a estudiar a España hace dos años, en búsqueda de algo diferente. Disfruta de la gran diversidad de paisajes, pedazos de historia y cultura gastronómica en un espacio tan reducido. Si le encontrara la vuelta a lo económico, volvería.

> Francisco (43) Se fue a España hace ocho años, por trabajo. Estar lejos hace que extrañe su casa, sus amigos. Dice que, obvio, volvería.

> Manuel (44) Es actor y director de cine. Se fue a México hace veintidós años. En Argentina no tenia futuro y quería descubrir el mundo, alejarse de lo que lo había definido. Viviendo allá pudo madurar verdades que no son las de donde nació, incorporar otras culturas y formas de vida. Decididamente no volvería, salvo para visitar a su familia.

> Agustina (47) Vive en California hace veintidós años. Se fue buscando nuevas experiencias y sobretodo tranquilidad. Formó su familia allá. No sabe si volvería, no es algo que se plantee.

> María (56) Se fue a Inglaterra hace diecisiete años, buscando un cambio.  Logró calidad de vida, estabilidad. Le gusta poder viajar a cualquier lado porque todo le queda cerca. Le atrae conocer otras culturas. Sin embargo, piensa volver, “porque todos los que de verdad me quieren están allá.”

> Amelia (60) Hace seis años que vive en Austria, es audióloga. Se fue por una propuesta laboral que le interesó en un momento al que llama “la punta del iceberg, porque debajo del agua solo había hastío y decadencia.” Donde está hay calidad de vida en todo sentido. Por ahora, no piensa volver.

> Alejo (23) terminó la carrera de ingeniería con notas sobresalientes y se va en estos días a Alemania con una beca de estudio. Además de su proyecto, lo atrae la tranquilidad. Es  muy pronto planteárselo, pero piensa que siempre volvería, aunque sea por su familia y amigos.

> Ana (25) médica, se fue a Alemania hace tres meses. Dice que ya está evaluando la posibilidad de quedarse a vivir, allí o en otro país de Europa, que tiene oportunidades y una calidad de vida que en Argentina no existe.

Escuchá a Susana Novick, doctora en ciencias sociales, Patria. Dice que “la emigración es sentida o vivida como un fracaso de aquel originario proyecto de país y como una pérdida de recursos humanos valiosos.” Sos negadora, no lo querés ver.

Seguro que leés los testimonios que recogí y pensás que la mayoría se fue buscando enriquecerse culturalmente, otros horizontes, y que casi todos piensan volver, como dice el tango. Pero fijate que lo que los hace quedarse en otro país es la estabilidad, la tranquilidad. Es muy difícil readaptarse a esta jungla sin sentido y vivir con temor después de estar en países donde se sabe qué es lo que va a pasar el día de mañana.

Esta última respuesta me llego a último momento de alguien que te conoce bien, mi querida Patria:

> Álvaro (61), arquitecto, vive en Canadá hace treinta años. Se fue para hacer una experiencia profesional en el exterior y en el fondo ver si le gustaba y se quedaba. Lo retiene la previsibilidad, la seguridad, la civilidad y saber que el esfuerzo va de la mano de los resultados. Dice que ojalá nunca tenga que volver, que a Patria la querrá siempre como a esos primeros amores, pero ya se cansó de verla arruinarse la vida y arruinársela a los demás.

Queremos ser respetados, igualados para arriba, no para abajo, tener oportunidades, que los funcionarios de turno no nos roben más. Queremos paz  y justicia. Estamos dispuestos a confiar si nos dan motivos.

Algunos no se fueron, pero escuché por ahí que el 30%, si pudiera, se iría. Estuve preguntándoles:

> Clara (25) Estudia música y restauración. Dice que le gustaría perfeccionarse afuera, que el arte antiguo está en otra parte y es lo que le interesa. Que si pudiera ejercer su profesión, no tendría problema en radicarse en otro lado.

> Antonia (30) Es fonoaudióloga. Le gustaría intentar nuevos rumbos porque entiende que en otros países se valoran más las profesiones. Necesita proyectarse y en Argentina eso es imposible. No dudaría en radicarse en otro lado si tuviera la opción.

> Fernanda (28), audióloga.  Se está por ir a Estados Unidos. Siempre tuvo ganas de vivir en otro país desde una perspectiva que no sea la turística, con diferentes culturas. Le interesa formarse en una universidad de primer nivel en una especialidad que le gusta y que después va a poder ejercer en Argentina.  Le encanta vivir acá, su gente, sus costumbres, la forma de relacionarnos. Por supuesto, volvería.

> Lía (43) es pintora y audióloga. Estaba reunida con un grupo de amigos cuando le hice llegar mis preguntas. Fue tema de conversación. Los parámetros tranquilidad, seguridad y estabilidad son los que más los atraen para irse. Los asusta un poco empezar de cero pasados los cuarenta y les da pena dejar a la familia, pero la idea siempre les ronda la cabeza. Y el motivo no sería la falta de trabajo acá.

“Oíd mortales el grito sagrado, libertad, libertad, libertad

oíd el ruido de rotas cadenas, ved en trono a la noble igualdad”,

dice tu himno.

No se te pide otra cosa, Patria. Queremos ser respetados, igualados para arriba, no para abajo, tener oportunidades, que los funcionarios de turno no nos roben más. Queremos paz  y justicia. Estamos dispuestos a confiar si nos dan motivos.  Todos te quieren, los que estamos, los que se fueron, los que se están por ir o tienen ganas de tomárselas.

Somos viajeros por naturaleza, nos vamos a seguir yendo, pero sería genial que fuera una inversión, para después volver más preparados, más seguros, más amplios, para tener de una vez por todas, un país mejor. @mundiario

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