En Argentina se favorece la obstrucción de vínculos familiares bajo un modelo arbitrario

Los abuelos también son víctimas del impedimento de contacto. Muchos mueren sin ver a sus nietos.
Los abuelos también son víctimas del impedimento de contacto. Muchos mueren sin ver a sus nietos.

La obstrucción de vínculos familiares forma parte de una gran paradoja en Argentina, donde la mujer exige igualdad de derechos y obligaciones amparadas por un sistema judicial precario.

En Argentina se favorece la obstrucción de vínculos familiares bajo un modelo arbitrario

La obstrucción de vínculos familiares forma parte de una gran paradoja en Argentina, donde la mujer exige igualdad de derechos y obligaciones amparadas por un sistema judicial precario.

Continuamos con uno de mis últimos artículos, el titulado En Argentina, la obstrucción de vinculos familiares es parte de un sistema judicial precario, en el que manifestaba que el impedimento de contacto es sinónimo de corrupción, con el agravante de que es avalado por un sistema judicial inestable y poco virtuoso. Con esto quiero expresar que si analizamos más profundamente este procedimiento, viciado de abusos, nos podremos dar cuenta que atenta contra la dignidad de una persona, o grupo, que exigen ser respetados (los niños). Es evidente que en una sociedad donde quienes aplican las leyes practican la corruptela están dejando entrever que “hazlo que no pasa nada”, generando un efecto dominó en donde los ciudadanos comienzan hacer lo que se cree que los demás hacen, y es allí donde el problema se hace muy manifiesto y de nada servirá legislar si las normas no se cumplen, lo que da como resultado una destrucción del entramado que sostiene a una sociedad más justa e intolerante hacia el delito (recordemos que en Argentina existe legislación que penaliza la obstrucción de vínculos que no es aplicada).

Como idea general consideraba que en un verdadero sistema democrático debe reinar la igualdad de derechos y obligaciones, siendo aquel que permite organizar a un pueblo bajo reglas de convivencia que están sustentadas en el respeto a la dignidad humana, libertad y derechos de cada uno de los miembros. Es decir, el poder no radica en una sola persona.

Es aquí donde entra en escena el documental “Borrando a Papá” que denuncia, y muestra en carne propia, las injusticias que padecen los padres argentinos, en lo referente al impedimento de contacto que muchas madres realizan con distintos objetivos, y que involucra a miles de personas (en principio los niños, luego tías, tíos, abuelos, primos, etcétera); dejando al desnudo un modelo que considera al padre como peligroso, un accesorio prescindible en la crianza de los hijos y ubicándolo en el escalón de un simple aportante de dinero. A partir de esta obstrucción de los vínculos familiares que duran meses, o años, se ha creado un gran negocio del que muchos profesionales se benefician y se encargan de perpetuar. Es decir, existe una industria integrada por profesionales e instituciones que no buscan solucionar, sino mantener familias judicializadas que terminan borrando al padre de la vida de sus niños.

Los protagonistas de esta película son padres que luchan por ser padres, por no dejar en el camino hijos huérfanos de padres vivos, profesionales que denuncian el problema y otros “profesionales” que admiten que se obstruyen vínculos bajo un aval legal.  

Si nos preguntáramos en que se basa este modelo de justicia que otorga soluciones arbitrarias a un tema tan sensible como es el vínculo con un hijo veremos que está sustentado en la doctrina traída a nuestro país por el psicólogo Jorge Corsi, quien fuera parte del gobierno de Videla, considerado como una eminencia en temas de violencia y abuso intrafamiliar y que proponía que el hombre es siempre el violento y la mujer la víctima. Lo lamentable y repugnante es  que Corsi fue condenado por pedófilo confeso siendo el mentor de un método que aplican innumerables profesionales. Si nos enfocamos en esto último, y analizamos que es un método implementado por un ser naturalmente violento y peligroso, las preguntas que aquí caben realizarse son: ¿Qué grado de certeza puede tener un sistema de estas características? ¿Cómo puede continuarse aplicando un método mentado por un pedófilo?. Humildemente sugiero revisar y analizar más profundamente esta triste teoría que tanto mal hace a quienes verdaderamente desean ser padres, y que visiblemente afrontan una lucha contrarreloj con el fin de recobrar un vínculo que se deteriora a diario y que hiere a los niños en su esencia e identidad.

La otra gran paradoja es que este documental no ha sido emitido por una orden judicial que lo ha censurado (Juzgado en lo civil 18 a cargo del Dr. Guillermo Blanch). Ahora me pregunto ¿Porque censurar?, ¿tan peligroso puede ser mostrar una realidad que expresa que lo cultural muchas veces no se condice con esta?. Un simple razonamiento me indica que ante una necesidad, cualquiera sea, y que esté debidamente demostrada debe ser subsanada.

Finalizando, y a modo de deseo, quizás considerando las fechas que estamos cursando, sería sumamente interesante que se ponga de moda el sentido común y dejen de utilizar las palabras “violencia de género” en un solo sentido, cuando la circulación en esta vía es de doble mano “malos individuos existen en ambos lados”, o acaso ¿la mujer no es humana? o  ¿dónde está la igualdad de derechos y obligaciones? ¿Dónde están los derechos del niño?. Es evidente que donde no existe equidad, se vive con desigualdad y por ende es un sistema precario en favor de un género, que dará como resultado actos violentos en perjuicio de una de las partes, además de determinar hijos rehenes de la justicia.

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Fuente: Documental Borrando a Papá.

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