El amor platónico: ¿el amor real es el verdadero o el suplantador del otro?

Café erótico.
Café erótico

Desde que era muy joven, soñaba todas las noches con el actor y tenía sueños eróticos con él. Primero se metían en la ducha y se besaban apasionadamente... 

El amor platónico: ¿el amor real es el verdadero o el suplantador del otro?

Micaela iba al cine muy a menudo a ver los últimos estrenos. Su amor platónico siempre había sido un actor americano que medía aproximadamente un metro y noventa centímetros. Era muy guapo y había sido modelo de la pasarela de Nueva York y también había paseado unos trajecitos en la de París.

Desde que era ella muy joven, soñaba todas las noches con el actor y tenía sueños eróticos con él. Primero se metían en la ducha y se besaban apasionadamente mientras les caía suavemente el chorro del agua templada de la alcachofa. Luego, se secaban lentamente uno al otro y, por último, tenían relaciones sexuales. Esta rutina  se repetía cada vez que se iba a dormir. Cuando se despertaba, volvía la normalidad a su vida.

Micaela compraba todos los pósters del galán y tenía muchas fotos de él. Iba a la universidad con la carpeta forrada de todas las imágenes del guapo hombre que había recortado de las revistas del corazón.

Llegando a los treinta, se mudó a la puerta de en frente un muchacho muy atractivo, se llamaba David. También era muy alto y apuesto. Micaela pensaba para sus adentros:

-  Éste va a ser el suplantador perfecto para mi amor.

Un día, nuestra protagonista, se vistió muy sexy y fue a pedir  azúcar a su vecino:

- Hola. Soy la vecina de la puerta de en frente. ¿Tienes azúcar para un café con mucha crema?  - preguntó Micaela.

-  Pasa, pasa -  respondió David -  Te invito yo a uno. Entra a la salita.

Tomaron los dos unos cortados. Se presentaron diciéndose sus nombres. A Micaela se le escurría la crema por la conjetura de su boca. Se dieron sus números de móvil y comenzaron una apasionante experiencia de novios.

Pasados unos años, vendieron sus casas y se compraron una más grande. Empezaron a vivir juntos como pareja estable. La relación era muy romántica, pero Micaela tenía un secreto bien guardado. Por las noches, durante todo este tiempo, seguía soñando con su primer deseo, el intérprete y pensaba al sonar su despertador:

-  Le estoy poniendo los cuernos a David con Danty Williams.

Se levantó y se preparó un café con mucha crema. Lo saboreaba recordando el plácido sensual que había tenido mientras dormía. Se arregló mientras planeaba sus sentimientos con su pareja para el día. Al fin y al cabo, David no podía averiguar lo que soñaba por la noche...

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