Amargord Ediciones publica “Esto es real”, el nuevo poemario de Marina Oroza

Portada del nuevo poemario de Marina Oroza/ Amargord
Portada del nuevo poemario de Marina Oroza. / Amargord

La escritora, poeta, actriz y performer Marina Oroza, nos sorprende con un nuevo poemario, capaz de estimular los sentidos.

Amargord Ediciones publica “Esto es real”, el nuevo poemario de Marina Oroza

He tenido la suerte de encontrarme con el libro de poemas Esto es real, cuya autora es Marina Oroza. Ya el título es sugerente, además de encerrar la eterna paradoja: real e irreal, sueños embutidos en otros sueños, como en un juego de matrioskas. La poesía se presenta así en toda su esencia, completamente descolgada de su encasillamiento como género, mostrándose como un ser que supera a los poetas y, de hecho, los sobrevive.

Los poemas van encabezados por una cita del enigmático Pessoa: “… porque quien ama nunca sabe lo que ama,…”. Y estas palabras cumplen su labor de premisa, ya que nos introducen de forma afirmativa en los versos de Marina, donde escuchamos una petición, un deseo de reencuentro con sus semejantes y consigo misma.

Si alguien me preguntase por qué motivo me he sentido atraída por estos poemas, podría decirle que no lo sé, o por algunas cosas, las que voy a decir ahora, a pesar de que los sentimientos no son del todo transferibles. Marina Oroza posee una voz inquietante y seductora al tiempo que invita a la reflexión y estimula los sentidos, porque es una poesía que envuelve y se eleva sobre nosotros, para después descender y volver a elevarse nuevamente. Y esto lo consigue con un lenguaje sinuoso y elíptico a la vez que discursivo. Aunque la autora utiliza un lenguaje sencillo, muchas imágenes resultan complejas por su ambivalencia. Los poemas, compuestos en verso libre, están muy cuidados, ya que guardan cierta simetría. Hay, por tanto, elegancia y precisión en este intenso poemario que sin pretenderlo, o tal vez sí, transmite desasosiego.

El poema que abre el libro, Una caja de zapatos, lleva consigo una carga de soledad. Hay en él una conexión entre vida, amor y muerte, y su inevitable ironía: “¿La muerte es una caja de zapatos?/ ¿Una caja vacía/ llenándose poco a poco?”. Y esto se repite en La niña de dentro y en otros poemas, como Tus recuerdos de mí: “¿Qué clase de amor caduca/ a los dos meses y dónde?... por todas partes hay brotes tiernos/ y el paisaje de un amor recién nacido”.

Conforme leo, percibo un sentimiento de añoranza y de pérdida, donde puedo apreciar el silencio y su ruido, que llegan a rozar el dolor. En este ámbito quiero resaltar el titulado La nube, hermoso y contundente poema que agarra con fuerza como una mano esperanzada y su herida: “…hasta que ni siquiera imaginar pueda, / aunque me lleve la corriente/ y atraviese la nube en flecha de estrellas. Y no menos conmovedor, Espero que mañana llegue algún día, bello y real en toda su extensión debido a una confluencia de nostalgia y ternura, donde la autora muestra sin resignación, como ya he mencionado, ese ansiado reencuentro, ese anhelo por recuperar un tiempo que ya no le pertenece: “Puede que me esté llenando de ti/ poco a poco, te miro y no te veo,/… puede que estemos llenándonos/ poco a poco el uno del otro. Hay/ una parte llena, otra vacía”. Prosigo en mi lectura y me detengo ante No acaban nunca las olas –poema dividido en seis estrofas-, dotado de una exquisita sensualidad: “No acaban nunca las olas/ vibrante belleza y espuma, / el fuego rompiendo en la orilla”. Y esta sensualidad de la que hablo, este lenguaje refinado y su magia, dan fe en poemas como Piel dispersa, El botón, Calle Valverde, Corazón, y Hoy es ayer todavía, entre otros.

Me llama la atención el juego de los contrarios, la manera en que finaliza sincopadamente algunos de los poemas, con versos que confirman que la poesía es la paradoja más sublime. Pongo como ejemplos: “A veces eres yo, ¿yo?/ Somos ¿qué somos?”, de El secreto, o estos bajo el título Corazón: “Vivimos aquí, así, ahí, ya. / Vivimos aquí, poco a poco. / Esto es real, irreal, real, irreal.”

Y ahora vuelvo a las olas, al mar, a los versos con que concluye este libro: “El mar iba y venía/ hasta que un relámpago/ encendió las luces de sala y todo era real.”

A lo largo de todo el poemario, el ritmo oscila entre la calma y el vértigo, como agua que se desliza por la vertiente de un río y la transformación que provoca a su paso. La poesía de Marina Oroza es una poesía transgresora que permanece alejada de modas y tendencias predominantes. Sus versos agudizan la vista y el oído del lector y del público. Se trata, pues, de una poesía oral y magnética, muy adecuada para ser leída y escuchada: una simbiosis magistral.

Comentarios