Mi alumnado tiene una profesora peligrosa

Hands raised in classroom
Manos levantadas en clase.

Ya los suelo alertar el primer día de clase: cuidado conmigo, amo mi trabajo. Preparaos porque, de aquí, no saldréis ilesos. 

Mi alumnado tiene una profesora peligrosa

Mi alumnado tiene una profesora peligrosa. Ya los suelo alertar el primer día de clase: cuidado conmigo, amo mi trabajo. Preparaos porque, de aquí, no saldréis ilesos.

Cada día vendré armada hasta los dientes con una munición de palabras, ideas, proyectos. Voy a disparar a destajo preguntas de todo tipo, aviso, y os apuntaré directamente al cerebro o al corazón. No tendré compasión alguna. Pretendo zarandear vuestro pensamiento, provocar la reflexión, emocionaros.

Aviso: soy un peligro público. No tendré piedad de vuestro silencio ni de vuestras súplicas. Quiero las manos arriba. Os voy a arrebatar las palabras. Os despojaré de toda vergüenza. Os birlaré vuestra desgana. No dejaré que nadie se rinda.

Vais a véroslas conmigo. Voy a escucharos mirándoos a los ojos con todo mi interés. Empuñaré la tiza y, en cada una de mis clases, entraré sin escudo, a cuerpo descubierto y blandiendo una sonrisa. Os voy a poner trampas para que busquéis el modo más inteligente de salir de ellas.

Cuidado con mis silencios, porque significarán que estoy tramando algo: cómo explicaros de la mejor manera posible un nuevo tema, eligiendo el próximo libro que os pueda enganchar o el modo de convenceros de que escribir correctamente y transformar en palabras el pensamiento os abrirá puertas en la vida.

Admitiréis que la poesía es trending topic y que la palabra literatura debería ser un hashtag en sí misma. Quiero que digáis muchas veces “me gusta”. Que la mala ortografía se convierta en el único enemigo a abatir. Y, ¡ay de quien se parapete tras una barricada de indiferencia!, tengo una granada de mano que se llama pasión.

Lo advierto, podéis acribillarme con mil dudas que no desfalleceré. Soy imbatible. Puedo repetir diez veces la misma cosa y no me tiembla el pulso. Voy a martirizaros con mi paciencia.

Aviso, es posible que suene el timbre y se haya esfumado el tiempo.

Pretendo que no deseéis mirar ese reloj que cuelga de la pared. Es posible que penséis que estoy loca pero, ya os lo dije, cuando amas esta profesión, te dejas en ella la piel entera.

Comentarios