Alucinaciones sobre Christy Mack y algún fiambre reservado a Los Soprano

Christy Mack
Christy Mack.

Mientras la actriz Christy Mack envolvía sus juguetes de látex en plástico de burbujas, los líquidos pasos del asesino maltrataban el césped del jardín botánico.

Alucinaciones sobre Christy Mack y algún fiambre reservado a Los Soprano

Mientras la actriz Christy Mack envolvía sus juguetes de látex en plástico de burbujas, los líquidos pasos del asesino maltrataban el césped del jardín botánico.

 

Los camaleones flotaban despacio con la música de Bramhs. Cerca de Las chicas de Roxy, borrachos y filósofos se rompían la cara por un sutil silogismo. Chisty Mack envolvía sus juguetes de látex, resonancias explícitas de Príapo entre sus suaves manos, a la par que escuchaba los pasos intrigantes del asesino de la cuchara.

No recordaba que un tipo así comulgara con la calaña de Los Soprano, pero la realidad siempre supera la ficción. Sin darle demasiada importancia al peligro inminente, sorbió el aire, terminó su trabajo y se lavó con fruición, pensando en las escamas de sal que habían adornado el exquisito plato de arenque.

El asesino cruzó el umbral y Cristy Mack, reposando el alimento sobre el colchón de espuma, abrió su boca y aquella preciosa circunferencia sobre la piel pálida atrajo, como un agujero negro inagotable, toda la materia que por alrededor residía; los camaleones y su terrario, la esplendente música de Brahms, el sutil silogismo y el asesino de la cuchara al que el médico le recetaba Prozac para resistir los envites de su infancia.

Luego, tras dejar que el placer la embargara con un endeble sueño de insecto, alzó su figura y clavó su tacón de aguja sobre la alfombra de piel humana. El crepúsculo aún era demasiado hermoso para arrasarla.

 

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