Si alguien ha de entender por qué me pasa lo que me pasa sin meterse en un lío

Graffiti.
Graffiti.

Al margen de los conflictos sociales, una mujer se enfrenta a aspectos cotidianos desesperantes. En mi caso, se dan fenómenos de la Humanidad sin precedentes… Al menos, nadie me ha hablado de esto.

Si alguien ha de entender por qué me pasa lo que me pasa sin meterse en un lío
Al margen de los conflictos sociales, una mujer se enfrenta a aspectos cotidianos desesperantes. En mi caso, se dan fenómenos de la Humanidad sin precedentes… Al menos, nadie me ha hablado de esto.
 

A veces llego a un extremo tal de pena que me siento morir. Por mantener mi orgullo, en algunas situaciones, encajo golpes mortales. El resultado es un suntuoso cadáver con ropa. Odio a tantos, hubo tanto dolor, que, o bien debiera exterminarlos o exiliarme en una isla desierta. Soy una máquina de elaborar tristezas, para mí y para el mundo. Por eso se me funden los plomos, por la presión que constituyen un mundo de protagonistas y una única víctima. Veréis, proceso todo a mi alcance, obtengo resultados: asigno estereotipos a la perfección y descubro que nadie es perfecto. Por eso, ante entes presuntuosos que me encuentro, no hallo la correcta programación con que embellecer malas apariencias que esconden malos pensamientos (creo que la actitud física expresa la psique y ella se agacha en partes de nuestro cuerpo para suplir carencias). Digamos que, si los nervios son un circuito, yo muevo un tren bala, pero llevo pasajeros. Para esta travesía parto de un origen a un destino, si bien he cobrado de todos siendo, siempre, el transporte más seguro.

Sois muchos y yo muy poco. Añado a mi empeño por el orgullo mi dignidad. Si bien cada generación obedece a sus tópicos correspondientes, yo he nacido para llevarles la contraria… Porque, por ejemplo, llorar no es de mala educación; burlarse del acento de un nativo lo es. Vemos que la sociedad en que vivimos es correcta. Nuestros conciudadanos saben comportarse sin meterse en líos. Nadie sino la policía llamará la atención en un altercado. El equilibrio reside en que el aforo de las fiestas patronales siempre vence al de la huelga general. De modo que, hoy en día, el desacuerdo es disidencia. Todo lo oficial cumple unos requisitos, los mismos que se tendrán en cuenta en tu entrevista de trabajo.

Por otra parte, creo que el miedo me enseña un camino. En esas tinieblas de la inseguridad, cuando te tienden una mano tiznada de polvo, intuyes que hay algo sucio pero estimas la fortaleza de la oportunidad. Te dejas llevar absorta en el claroscuro, el tacto de las paredes te escama la piel. Atraviesas una gruta poblada de alimañas y tú eres una criatura indefensa. Puedes caer, te puede doler; verás la luz al final o en la muerte… Pero no habría sido en vano si esa mano tendida estaba magullada por el arduo trabajo de tallar un corredor de salida a tu burbuja.

Saldré de mi burbuja cuando la toque un rayo de sol y me tienda un arcoíris de descenso al planeta Tierra, porque no he de perder la ilusión si he llegado hasta aquí. Aquí estoy tras el rugido de la tormenta sobre mi techo. He conseguido ser feliz gracias a mi imaginación, la cual me ha diseñado un futuro próspero y soleado. Es grande seguir los pasos del gato y seguir la pista de la paloma para llegar al parque, pisar las hojas secas y que crujan como patatas fritas, pestañear al tiempo que el semáforo. Es lo mejor del verano unir estelas de los aviones en el cielo y volver a sorprenderse cada año de lo mucho que llueve. Me encanta encontrar parecidos entre los transeúntes con actores famosos o mandarlos al traste observando los cordones de sus zapatos: no hay que engañarse, podrían llegar a ser alguien en los próximos días o tu peor enemigo si empezáis a saludaros, por eso es mejor pensar que son como los diseñas a primera vista para no perder la magia de la humanidad.

Hasta aquí se sobreentiende que soy hipersensible: explicaré por qué mi final es la pasión. Me he enfrentado a diversas y sucesivas despedidas ante las que he desarrollado un inmenso rencor. Quise mucho a aquel chico que me dio una oportunidad y lo culpé de mi fracaso, lo amé con deseo y se alejó paralelamente, llegué a conocerle y me descubrió; me mostré tal y como soy sin enterarme hasta que se llevó lo mejor de mí. Luché por él abandonando mi causa y se hizo con mi nombre. Fui feliz a su lado, él sigue igual que siempre… Pero nunca supe nada más de él porque no fuimos a más: se interponía entre nosotros su orgullo.

Me arriesgué a entrar en su mundo, con sus caprichos cardíacos. Me humilló desde el momento en que descubrió mi amor explotándolo para obtener mejores resultados.

No me rescató cuando empecé a necesitar sexo sino que me dejó sumirme en la fantasía de nosotros dos.

Así que hoy me acuerdo de él con cariño debido a un cúmulo de experiencias que me libraron de una relación: él no me hizo nada malo, estaba acostumbrada a que, exactamente, todos me trataran como él. Sólo me habría gustado tener un botón de “auto-destruir” en ocasiones, no el clítoris o las pupilas, sino una respuesta a la altura.

Digamos que mi felicidad es acosada por conceptos abstractos y personas desconocidas ajenas a mi responsabilidad… Pero, insisto, con el tiempo cada uno se ganará una acepción e incluso sinónimos a los que habré de acudir cuando leo los labios.


   

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