Acostúmbrense al paso del tiempo para que sus vivencias no sean un tópico

When Harry met Sally.
When Harry met Sally.

Para alcanzar metas no hay que esperar, hay que luchar. En caso de guerra, no hay metas… Y hay personas que dinamitan nuestra paciencia hasta que pedimos asilo en el más recóndito perdón.

Acostúmbrense al paso del tiempo para que sus vivencias no sean un tópico

Para alcanzar metas no hay que esperar, hay que luchar. En caso de guerra, no hay metas… Y hay personas que dinamitan nuestra paciencia hasta que pedimos asilo en el más recóndito perdón.

El drama de la vejez es que tus mayores han desaparecido, al igual que constatas que tus deseos no se cumplieron; pero es curioso que recobras la inocencia ante el mundo y crees que te mereces el cielo. No consientes más autoridad que la de Dios, has dejado de dar órdenes para dar consejos. Empiezas a recordar y la vida se acaba, rezas en alto las cosas bonitas y maldices las prisas cuando es inevitable el final. Lloras porque te vas y porque tenías razón cuando temías que nada iba a cambiar. Tus tiempos fueron otros pero te gustaría que volviesen como un espectáculo para impresionar a los jóvenes.

Has visto de todo pero te sigues escandalizando ante la injusticia porque sabes que la vida no es justa y pensaste mucho en la muerte en tu primer desencanto amoroso, por eso te dejas llevar. Las adversidades a las que te has enfrentado te hicieron aprender pero te rompieron el corazón y descubriste que el amor es un estado de ánimo que hay que fingir para no discutir, ya que, si cada persona es única, también es egoísta; si obedeces al deseo ajeno, te puedes morir o salir perdiendo, así que todos se ponen de acuerdo en una indiferencia que evita conflictos pero hace sufrir, si, además de no actuar en una desigualdad, nos conformamos con dejar que todo sea lo que tenga que ser cuando las cosas han cambiado y exigen discutir.

El sexo aúna la voluntad del hombre por la conquista y eso es lo que mueve el mundo

 

La identidad define gustos y afinidades que nos relacionan con otras personas, nos introduce en ámbitos determinados. Pero, por eso mismo, la sociedad asigna identidades. Llegamos al mundo presos de un cuerpo que se comporta y atrapados en una mente que va pensando, cuando el primero es sensible a los elementos y la segunda los disecciona: la mente concibe dioses, el cuerpo hijos… Pero el sexo aúna la voluntad del hombre por la conquista y eso es lo que mueve el mundo: la voluntad define los fenómenos que nos son atractivos, el hombre siente lujuria por la transformación de la sociedad porque es su fantasía. Nos sentimos atraídos por aprender y conocer gente, dialogamos para seducir y convencer, hacemos el amor con cuidado como preservando el medio ambiente.

Tememos perder la vida o a nuestra pareja. La vida sentimental nos otorga independencia, ya que, al conocer al otro, nos descubrimos a nosotros mismos y crecemos por dentro. Pero, al no entendernos, hemos de acercarnos más o surgirá el miedo… De modo que la sociedad es tanto un deber como una necesidad. En cuanto a la pareja, como a lo íntimo, somos débiles. La libertad consiste en sentir compasión ante la incapacidad cuando no se quiere o piedad al equivocarse por ignorancia cuando las situaciones nos sobrepasan, la libertad es un término medio. Es decir, que lo íntimo y lo personal eliminan sus barreras al conocernos y lo externo se interioriza; todo acto se constituye en experiencia y, así, la apariencia es una protección y un potencial que hemos de proteger.

Un adulto ha de recurrir a la educación para salir adelante ante la ausencia de autoridad, obedecer a su conciencia, lo cual lo hace un ser esencial pero también un ser humano, por ello imperfecto y siempre inacabado y dependiente. Los excesos y la experiencia hacen de nuestro comportamiento una dificultad para la paz. Así, el paso del tiempo debe ser un arma. Nuestros recuerdos son un arsenal de argumentos y nuestro principal recurso es la razón. La educación debería ser el progreso del ciudadano y la vejez nuestra soberanía, sin embargo se toma la violencia para vencer y se explota toda riqueza hasta el fin, hasta matarla.

El miedo nos hace callarnos en muchas situaciones de modo que consentimos el mal…Pero, por miedo a la muerte, dejamos morir. Por ignorancia las cosas van mal y por miedo oprimimos al necesitado para defender el orden establecido.

¿Cómo llegar a viejos? Es tan sencillo como resignarse… Pero, ¿vale la pena resignarse? Lo importante al final de la vida es haber sido feliz, y ser feliz es fácil… Luego, si pasas por adversidades, es que le exiges mucho a la vida. Incluso, es feliz quien no se plantea la felicidad. Es bueno resignarse porque no se puede tener todo.

A cada paso hemos tomado una decisión y hemos cambiado el mundo. Sólo por haber nacido, somos queridos. Dejamos nuestro legado en la Tierra desde que somos materia hasta que somos agua; formamos parte de la naturaleza y, apreciándola, merecemos sus leyes.

Podemos cambiar el mundo saludando a alguien, porque puede que sólo eso necesite para existir. No hace falta más poder que el de la palabra para descubrir la verdad. Cada día es un comienzo aunque todos tarden en acabar o tarde en llegar el día señalado. En este caso, puedes tomarte una noche más.

En el fondo estamos solos, la verdad es que sabemos estar solos… Nuestros gustos y simpatías son un acto social, puede que esa educación sea un compromiso. Por eso decidimos y abandonamos, discutimos y despreciamos: porque existe una especie de paz interior inviolable que excluye y elige pero nos hace únicos y eminentes. Así, no hallamos paz fuera de nosotros mismos y la verdad es nuestra.

A veces notamos que el final se acerca y nos sinceramos, entonces algo nuevo comienza, pero no exento de culpas porque vamos descartando realidades para realizar la nuestra. Como seres vivos, la vida es así… Como vamos a morir, nos dan igual las consecuencias, aunque queremos tener consecuencias. Caminamos para atrás para no reconocer que vamos en fila, uno a uno, hacia un abismo; condenados a aguantar, miramos al horizonte esperando su debacle pensando que lo estamos sujetando con nuestro torpe cansancio. Retrocedemos en el tiempo, allá cuando todo era un punto. Algunos días volvemos a nacer. Le damos una última oportunidad a la noche y al sueño en que todo era un punto, porque los sueños son un enigma a resolver y la llave del cielo. Pasa de todo y nada cambia… En el tiempo que nos separa, perdamos la razón.

                            

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