Abolir el Estado

Mapa de las regiones celtas.
Mapa de las regiones celtas.
He ahí los políticos: el entramado económico elige a dedo a nuestros líderes y les concede el derecho soberano a ser los únicos dignos de palabra.

Parto de la opinión pública: las preocupaciones del pueblo mueven a las instituciones, cuyas absurdas polémicas llevan los medios de comunicación e, incluso, sus mociones.

¿Qué mueve al ciudadano?: El dinero, pero, para ello, ha de afiliarse a un empleo. De ahí, la política manipula sus voluntades en pos de atarlo con su sueldo, sumirle en el miedo a la pobreza: el trabajador debe votar al líder que mejor amamante la ofuscación de su forma de vida.

Las arcas del Estado hilan al pueblo en un tejido de patria y sangre, puesto que el intemporal patriarcado -el cual sobrevivió a Roma- impulsa a todo detentor de un poder a retenerlo... retenerlo a toda costa, siendo capaz de extorsionar o matar por ello. El Poder es el sentido de su vida, cuando su afecto por los suyos devastador; ya que, el sistema, cuenta con un organigrama ascendente que todos quieren escalar (generación tras generación).

Para lo público y el bienestar, la ciudadanía contribuye económicamente. Desde entonces, el pueblo de un territorio tiene algo en común: la nacionalidad.

Así, toda persona asociada a una nacionalidad es adherida a un conjunto de principios constitutivos, leyes, tradiciones, proyectos, posesiones, etc, que deberá jurar; deberá jurar su bandera y reconocerse una más del rebaño, sometida a todos los prejuicios que el sistema establece en la sociedad que gestiona hacia todo todo atisbo de identidad y criterio propio.

He ahí los políticos: el entramado económico elige a dedo a nuestros líderes y les concede el derecho soberano a ser los únicos dignos de palabra.

La comunicación es trabada para el pueblo. Desgraciadamente, el ciudadano ni siquiera se sincera con sus convecinos. ¿Por qué el pueblo no alza la voz? ¿De qué valen las vanguardias cuando su público las apedrea? Ya que, desde tiempos de Roma, las masas torturan al individuo (crucifican, arrojan a las bestias...). De hecho, hay muchísimos genios universales que han sido olvidados, como nuestros ancestrales valores morales en la actualidad.

Es decir, que el Estado es aquel monstruo de nuestras pesadillas que se hizo realidad al adaptarnos, porque alude a los vacíos de la ignorancia para manipularnos.

¿Qué pasa en las guerras? Por culpa de que pertenezcamos a una nación, automáticamente somos parte de estadísticas que nos someten al orden mundial. Por culpa del Estado, aunque tengas tu forma de pensar, deberás aceptar las tendencias de actualidad y en muchos casos caer en la marginación.

Por culpa del Estado, debes llevar en mente una serie de clichés que son tu devoción, y casarte por dinero. Sí, casarte por dinero, porque el matrimonio es un estado civil (hecho venido de las costumbres patriarcales).

Todo tu deseo debe ser arrojado a la sociedad de consumo hasta la depresión.

Deberíamos abolir el Estado y volver a ser dignos de amor y respeto, leales a nuestro pueblo. Si desapareciese el organigrama de la Nación, seríamos dueños de nosotros mismos y actores de la sociedad. Desaparecerían las fronteras y la avaricia del enriquecimiento, sería el fin del imperialismo y la esclavitud. 

Si diésemos voz a los pueblos oprimidos de la Tierra, acabaríamos con la injusticia de este sistema. Daríamos cabida al amor libre en una sociedad natural. Acabaríamos con Occidente, su enfermedad mental que hace a los poderosos creerse dioses castigadores mirándonos desde el cielo y por encima del hombro. @mundiario
         


   

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