A debate: ¿Somos necesarios los farmacéuticos como agentes sanitarios?

Rótulo de una farmacia en Buenos Aires.
Rótulo de una farmacia en Buenos Aires.
La relación médicos-farmacéuticos es fundamental para disminuir los errores de prescripción, redundando en beneficios para el paciente y el sistema sanitario, asegura este farmacéutico.
A debate: ¿Somos necesarios los farmacéuticos como agentes sanitarios?

Ante la actualidad que vive el sector farmacéutico argentino, es más que evidente que muchísimos se preguntan si somos necesarios como agentes sanitarios; y la respuesta no da lugar a dudas, conteniendo la garantía de un estudio científico que demuestra que la relación médicos-farmacéuticos es fundamental para disminuir los errores de prescripción, redundando en beneficios para el paciente y el sistema sanitario.

Un estudio publicado en The Lancet muestra que el respaldo del farmacéutico reduce en un 50% los errores de prescripción del médico, especialmente cuando se trata de IECA (fármacos indicados para el tratamiento de la hipertensión) o diuréticos.

En Argentina, los farmacéuticos durante décadas gozaron del respeto y afecto de sus vecinos y pacientes, vínculo que en las últimas épocas ha sido afectado por diversos factores, siendo el más destacado el del interés comercial.

Las nuevas condiciones del mercado del medicamento, impuestas a partir de los 90, comenzaron por erosionar esa imagen del profesional farmacéutico, perdiendo paulatinamente su rol de agentes de salud, en lo que respecta a que son los especialistas del medicamento por su formación universitaria.

Utilizando los medios de comunicación, más un cierto aval o baches legales, se fue transformando al medicamento en un producto de consumo masivo, burlando la cadena de comercialización y los conceptos sanitarios más básicos, instalando la idea que los farmacéuticos no somos tan necesarios como representantes sanitarios, banalizando el consumo irresponsable de los fármacos.

A su vez algunos actores de la producción y distribución adhirieron a estas ideas con la clara intención de sumar mercados y hacer una diferencia económica; si a esto se le agrega la indiferencia de algunas autoridades, sanitarias y farmacéuticas, todo fue un catalizador para hacer del medicamento un simple negocio que implicó la degradación de las normas legales vigentes, y lo fundamental, la salud de las personas.

No obstante esto, no todos han coincidido con este pensamiento, muchos han considerado que el farmacéutico es un profesional que debería ser utilizado, en el buen significado de la palabra, para tratar de mejorar las prestaciones cuyos beneficiados serán quienes padecen una dolencia. Siguiendo este razonamiento destaco un estudio realizado en Reino Unido, por investigadores británicos y neozelandeses, y publicado en The Lancet que avala estos conceptos.

La investigación, fue dirigida por el profesor de cuidados en atención primaria de la Universidad de Nottingham, Tony Avery, fundador del Programa de Investigación en Seguridad del Paciente, del Departamento de Salud de Reino Unido, quien se basó en enfermos a los que médicos de cabecera, en régimen de prácticas, prescribieron fármacos típicamente asociados con los errores de prescripción.

Los resultados mostraron que el apoyo farmacéutico reducía a la mitad de probabilidades de cometer un error en el control de los mayores que tomaban inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) o diuréticos.

La probabilidad descendió en un 42% en la prescripción de fármacos antiinflamatorios no esteroidales a pacientes con un historial de úlcera péptica (incluida la úlcera de estómago), y se redujo en un 27% en la prescripción de beta-bloqueantes a pacientes con asma.

Para el profesor Avery, “el estudio ha mostrado una notable reducción de los errores de indicación médica a partir de una aproximación que podría, fácilmente, ser extendida a las prácticas generales en Reino Unido” (Fuente: Jano.es).

En esta investigación ha quedado muy claro que las prácticas que contaban con el respaldo de farmacéuticos registraron un número significativamente menor de errores de prescripción, representando esta situación no solo ahorros al sistema sanitario, derivados de la disminución de las hospitalizaciones por desaciertos médicos, sino una mejora en la salud de los pacientes.

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*The Lancet (2012); doi:10.1016/S0140-6736(11)61817-5

*http://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(11)61817-5/fulltext

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