A Coruña sigue siendo una desconocida en la vida del pintor Pablo Picasso
Casi nadie desconoce la vinculación de Picasso con Málaga, su ciudad natal, con Barcelona o París. Sin embargo A Coruña sigue siendo desconocida en la vida de este artista.
Las señoritas de Avignon Dom Dada via Compfight
Si hay un nombre que identifique la rica y compleja creación plástica del siglo XX, es sin duda, Pablo Picasso. La pintura, el grabado, el dibujo o la cerámica fueron herramientas para expresar su innegable genialidad, su capacidad para crear nuevos lenguajes y definir los caminos que cambiarían el arte contemporáneo. Un artista cuya vida estuvo ligada a ciudades que marcaron no sólo su madurez, sino también su infancia y adolescencia. Casi nadie desconoce la vinculación de Picasso con Málaga, su ciudad natal, con Barcelona o París, donde desarrolló los momentos más fértiles de su trayectoria. Sin embargo A Coruña, la ciudad en la que vivió con su familia el comienzo de su adolescencia, sigue siendo desconocida en la vida de este artista universal.
En septiembre de 1891, un Picasso de diez años viaja con su familia desde su Málaga natal a Coruña, donde su padre, José Ruiz Blasco, va a hacerse cargo de la cátedra de dibujo en la Escuela Provincial de Bellas Artes. Tres años y medio después, en septiembre de 1895, la familia Picasso se trasladará a Barcelona, cerrando el círculo de las tres ciudades españolas que marcaron los primeros años de Picasso hasta que en 1904, se instale definitivamente en París.
Barcelona con las 3.500 piezas que constituyen el Museo Picasso inaugurado en 1963, la Fundación Museo Casa Natal creada en 1988 y el más reciente Museo Picasso de Málaga, llevan años funcionando como importantes centros en la promoción y difusión de la figura y obra de este artista universal. ¿Por qué A Coruña no ha seguido esta misma línea? ¿Por qué la ciudad no se ha volcado en promocionar este importante patrimonio del que indudablemente se beneficiaría? Estudios, publicaciones, iniciativas e intereses canalizados incluso a través del propio ayuntamiento coruñés, no han ido unidos a una necesaria toma de conciencia ciudadana. Probablemente por el desconocimiento de lo que esos años coruñeses significaron en la trayectoria de Picasso y en el descubrimiento de su vocación artística. Unos años en los que la ciudad y muchos personajes que un Picasso adolescente, encontraba en sus paseos por la playa del Orzán la calle Real o el puerto protagonizan sus primeros álbumes de dibujos, o lo periódicos con una sola copia, “La Coruña “ y “Blanco y azul”, que utilizaba para comunicarse con su familia malagueña. Algunos de estos dibujos llevan leyendas llenas de gracejo e ironía como “Como se bañan las de Betanzos”, Ya ha comenzado a llover, así continuará hasta el verano” o “Boceto para una torre de caramelo”, nombre con el que padre e hijo identificaron a la Torre de Hércules.
Los últimos meses en A Coruña, en los que la muerte de su hermana pequeña Conchita en enero de1895 sume a la familia Picasso en un gran dolor, son sin embargo, de gran importancia. Pinta ya al óleo obras como “La muchacha de los pies descalzos” (actualmente en Museo Picasso, París) que tuvo un extraordinario valor para él, ya que la conservó a lo largo de toda su vida al igual que “Mendigo con gorra”. Este cuadro fue expuesto en una de las tiendas de la calle Real en marzo de ese mismo año, en el que Picasso realiza sus dos primeras exposiciones en Coruña.
El crítico Alejandro Barreiro le dedica un comentario bastante premonitorio “representa a un mendigo muy conocido en Coruña y su ejecución denota verdadera valentía como si los pinceles en vez de ser manejados por débil mano, lo fuesen por la de un pintor ya avezado en el trabajo”. Un mes antes, en febrero de 1895, tuvo lugar en la misma calle la primera de sus exposiciones conjuntamente con su padre. La prensa local hizo halagos al joven pintor.
El 21 de septiembre de 1895, tras una breve estancia en Málaga, la familia Ruiz Picasso llega a Barcelona. Sin duda, la huella de esos primeros años de adolescencia y la imagen de esa “Torre de Caramelo” quedarán grabados para siempre en el jovén Picasso.