El 8-M no es un día cualquiera

Feminismo. / Archivo.
Feminismo.
El activismo empuja, desde la unidad y la organización, pero es necesario estar en las instituciones para aprobar leyes que recojan los derechos reivindicados. 
El 8-M no es un día cualquiera

Hace unos días, buscando un libro, me encontré con una antología poética de la generación del 27 en cuya ilustración aparecía el dibujo de una mujer hecho por Maruja Mallo, una de “las sinsombrero”.  En otra colección se incluyen en la portada a Carmen Conde o Concha Méndez. Lo primero que pensé ” ¡non foi sen tempo!”, porque lo cierto es que en la generación del 27 también había mujeres talentosas, en el arte y en la escritura, rebeldes que se negaban a someterse al papel que la sociedad de entonces reservaba a las mujeres. Parece que “el castigo” por ser transgresoras era que sus nombres no se recordasen.  Ni siquiera aparecían en mi plan de estudios- allá por los 80- y solo, bastantes años después, salieron del olvido. Para mi alegría, mi hija de tres años, vino el otro día hablando de Frida Khalo. Referentes. Pero todo esto no es casual. Algo se está moviendo. Y no se mueve por inercia, se mueve porque las mujeres alzamos las voces para reivindicar derechos, denunciar abusos y evidenciar desigualdades. Si algo aprendimos hace muchos años es que necesitábamos ostentar representación en diferentes ámbitos si queríamos avanzar. El activismo empuja, desde la unidad y la organización, pero es necesario estar en las instituciones para aprobar leyes que recojan los derechos reivindicados. 

El #8M no es un día cualquiera. Es el día en que nuestras voces individuales se escuchan al unísono para gritar alto y claro que hay mucho que cambiar, porque desde el activismo, desde la sororidad, desde la representación institucional, se puede cambiar el mundo. Un mundo donde las mujeres somos la mitad de la población y sin embargo, estamos lejos de alcanzar la igualdad respecto a la otra mitad. 

Igualdad de oportunidades

Cuando hablamos de igualdad de oportunidades nos topamos con datos objetivos. Las mujeres obtenemos mejores resultados académicos sin que esto finalmente se traduzca en mejoras o promociones laborales, ya no hablemos de puestos de máxima responsabilidad donde la inmensa mayoría son hombres. ¿No es acaso llamativo que no podamos escalar a puestos superiores y nos quedemos en puestos intermedios teniendo la misma formación o incluso más que los hombres que copan esos puestos? Son muchas las causas, pero podríamos acotarlas a dos fundamentalmente. La maternidad supone un lastre para las mujeres que deciden ser madres y que, ante currículums iguales, las empresas se decantan por el masculino. Es inadmisible que las mujeres tengamos que elegir entre la promoción profesional y la maternidad y esto no es solo un tema femenino, el envejecimiento de la población es una realidad que nos afecta a todos y todas. Postergar la maternidad supone agotar el reloj biológico, con madres añosas que esperan hasta el último momento para plantearse si desean o no ser madres. Somos conscientes de la triste realidad, la maternidad trunca carreras profesionales por la lógica baja de 16 semanas – que tanto nos costó y a la cual no debemos renunciar jamás pese a quien le pese- así como es la primera causa de solicitud de excedencias o reducciones de jornada que suponen una merma de ingresos que repercutirán en las cotizaciones y prestaciones futuras. Durante la pandemia la solicitud de excedencias y reducciones de jornada fueron abrumadoramente femeninas, lo que evidencia lo que ya sabíamos, el peso de las tareas domésticas y cuidado a dependientes es femenino, muy lejos de la corresponsabilidad. 

Respecto a los salarios, es una realidad que seguimos percibiendo, menos salarios que los hombres desarrollando el mismo trabajo, las mujeres somos mayoría en los trabajos precarios, sin mencionar la economía sumergida o el cuidado de dependientes no reconocido ni valorado lo suficiente, excluyendo el trabajo no remunerado como trabajo, cuando de todos es sabido que es una labor imprescindible. La realidad es que hay una feminización de la pobreza evidente y es necesario que se hagan cambios drásticos.  Hace años pensaba que establecer cuotas supondría la sospecha de que cualquier mujer que llegase a un puesto de responsabilidad iba a ser cuestionada, porque su mérito sería el de ser mujer y no su valía. Pero pronto entendí que si no se establecían cuotas, no nos darían la oportunidad. Nadie cuestiona a ningún hombre, por muy mediocre que sea, pero la mujer debe demostrar continuamente que está en ese puesto por derecho propio y no por el hecho de ser mujer. 

Hay mucho por hacer

A la vista está que hay mucho por hacer. Desde medidas que incentiven la contratación femenina, con bonificaciones empresariales, apoyo a la maternidad, escuelas gratuitas desde los 0 años ( y plazas suficientes), horarios compatibles con la conciliación que igualen a hombres y mujeres y que eviten reducciones de jornadas para cuidado de menores que recaen mayormente sobre mujeres, ayuda a la dependencia para que las cuidadoras ( hablo en femenino porque el 98% son mujeres) tengan sueldos dignos con cotizaciones empresariales que les garanticen seguridad y cobertura, convenios colectivos y tablas salariales que garanticen la igualdad de sueldos por misma categoría profesional incluyendo personal de alta dirección, establecer currículum ciego como medio de selección de personal valorando capacidades y conocimientos en igualdad de condiciones, pero todo esto sin perjuicio de las cuotas como mecanismo que garantice la presencia femenina en puestos de máxima responsabilidad…y lo que es esencial, que las niñas tengan referentes femeninos para no infravalorarse y desarrollen al máximo sus capacidades con la convicción de que pueden hacer lo que quieran y no ceñirse a determinados estereotipos que aún están muy arraigados en la sociedad.  

Este #8M, aun siendo un año diferente por la pandemia, debe ser un día en el que debemos visualizar las desigualdades y seguir luchando por la emancipación plena. La brecha salarial, la igualdad de oportunidades, la lucha contra la violencia sexual, los feminicidios, la libertad para decidir sobre nuestro propio cuerpo…no olvidemos que los derechos nunca están consolidados, deben pelearse todos los días.  Mañana, cada una en el ejercicio de su libertad individual, tanto en concentraciones como en casa, debemos ser una única voz. Que nadie nos divida porque la causa es común, la lucha de una, es la lucha de todas. 

¡Viva el #8M, viva la lucha feminista!  @mundiario

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