El Ictus, una enfermedad cardiovascular donde la velocidad de actuación es clave

Es la clave entre el éxito y el fracaso. Saber reconocer los síntomas y actuar con premura son esenciales para garantizar la salud vital de los pacientes.

El 29 de Octubre se celebra el Día Mundial del Ictus. El Ictus es la primera causa de mortalidad entre las mujeres españolas y la segunda en los varones. En Europa mueren 650.000 anualmente por esta causa y, de ellos, 40.000 son españoles. Al año se detectan unos 120.000 casos nuevos. De hecho, cada seis minutos se produce un ictus en España.

Se trata de una enfermedad cardiovascular provocada por una disminución o una obstrucción en el flujo sanguíneo. Esta obstrucción provoca que la sangre no llegue correctamente al cerebro provocando así el mal funcionamiento del mismo. 

Esta enfermedad es más frecuente a partir de los 55 años y su riesgo aumenta proporcionalmente con la edad. Además de la edad, existen otros factores de riesgo como son la hipertensión arterial, las arritmias cardíacas, la diabetes, la dislipemia, la obesidad, el sedentarismo, el tabaquismo o el consumo excesivo de alcohol.

Ante un caso de ictus, la velocidad de reacción es primordial. Por ello es conveniente reconocer los síntomas que nos van a hacer sospechar que nos encontramos ante uno de estos casos. Esos síntomas incluyen:

• > Debilidad de la cara: un lado de la cara no se mueve tan bien como el otro. Al decirle que sonría, hable o enseñe los dientes, la boca se tuerce.
• > Caída de una extremidad: un brazo no se mueve o se cae al intentar el paciente mantenerlo elevado.
• > Trastorno del lenguaje: el paciente no pronuncia bien las palabras o no puede hablar.  

¿Cómo se debe actuar ante un Ictus? Para que los pacientes puedan ser evaluados y atendidos de forma correcta, deben llegar lo antes posible. Si se detectan los síntomas anteriormente explicados, se debe llamar a los servicios de Urgencia, mediante el teléfono 112.

¿Se puede prevenir el Ictus? Sí, se puede. Para ello es conveniente llevar un estilo de vida saludable, incluyendo una dieta equilibrada, ejercicio moderado practicado con regularidad, evitar el tabaquismo, el sedentarismo y la obesidad, así como hacer un consumo moderado del alcohol.