Tras 16 años el 11 de septiembre sigue siendo un día fatídico

Atentado contra las Torres Gemelas de New York. RR SS.
Atentado contra las Torres Gemelas de New York. / RR SS.

Es inolvidable el atentado que sufrió el corazón cosmopolitan de EE UU en donde murieron casi 3.000 personas y hubo más de 6.000 heridos.

Tras 16 años el 11 de septiembre sigue siendo un día fatídico

Este lunes 11 de septiembre se cumplen 16 años de los atentados contra las Torres Gemelas de EE UU por parte del grupo terrorista Al Qaeda. Cuando recordamos una y otra vez aquel episodio fatídico de la historia estadounidense nos damos cuenta que el grupo insurgente tuvo éxito, ya que no solo aterrorizó a los estadounidenses, sino que logró aterrar al mundo y dejar marcado un atentado en donde murieron casi 3.000 personas entre hombres, mujeres y niños de diferentes nacionalidades, y dejó un saldo de 6.000 heridos, sin mencionar aquella herida que no se ve a simple vista y que los estadounidenses han llevado desde aquel día.

Esa herida invisible no solo afectó a su orgullo, los dejó asombrados, heridos y vulnerables. Pero eso es nada comparado con el miedo que despertó y las repercusiones de eso, las vemos patentadas hoy en día con la elección de un presidente cuyas políticas son más arriesgadas y discriminatorias contra todas aquellas culturas que no son las suyas. Vemos esa herida en la venganza y en las guerras que hasta ahora continúan, en las divisiones entre compatriotas, en la resurrección de grupos de supremacistas blancos o neonazis y en el desequilibrio político y social que está surgiendo sigilosamente.

Hace 16 años, el World Trade Center de Nueva York, se encontraba como todos los días: atestado de gente vario diversa caminando de un lado a otro, niños corriendo, turistas disfrutando de la vista o de la comida, personas haciendo vida en el corazón de New York y muchos otros visitando las Torres Gemelas. Todo ocurría con normalidad hasta que dos aviones de American Airlines impactaron en las torres, luego de eso, el infierno se desató.

Alrededor de 40.000 personas hacían vida en esas torres. Miles de personas desaparecidas, pedazos de los edificios cayendo en las calles, cuerpos de seguridad y bomberos socorriendo como podían a los ciudadanos. Documentales, testimonios y reportajes ya nos cuentan cómo fue todo el suceso, el antes y después, los restos calcinados debajo de los escombros y la respuesta militar de EE UU contra el grupo terrorista.

Gran parte de los focos estuvieron sobre las Torres Gemelas, pero también se supo que los terroristas secuestraron otros dos aviones, uno que impactó en la fachada de uno de los centros de inteligencia más importantes del mundo, el Pentágono, ubicado en Virginia. Y el otro estaba dirigido a el Capitolio de los Estados Unidos ubicado en Washington, pero cayó en campo abierto antes de lograr su objetivo.

100 días después se extinguieron los restos humeantes de la zona cero, 6,5 hectáreas de terreno quedaron devastadas y el ataque se consagró como el peor atentado en la historia de EE UU.

El presidente republicano George W. Bush dio la orden de cazar al líder y cerebro militar de Al Qaeda, Osama bin Laden, en Afganistán, comenzando con un orden destructivo contra toda una nación, dejándola sumida en un desastre político y social. Pero EE UU no solo fue contra el terrorista, también se encargó de hacer pagar al dictador Sadam Husein que fue colgado en su país durante un juicio con una definición social y humanitaria poco dudosa. De bin Laden poco se supo hasta el 2011, cuando fue encontrado en Pakistán, por el Gobierno del demócrata Obama y unidades de élite abatieron al terrorista durante un tiroteo.

A pesar de haber acabado con los líderes terroristas, nuevos guías han aparecido llenos de odio y con visiones más oscuras que los anteriores, dando paso a nuevos grupos insurgentes como el Estado Islámico, que se han beneficiado del desastre que ocurre en países como Afganistán, Irán, Pakistán o Siria. En aquel 11 de septiembre del 2001, personas 372 nacionalidades diferentes perdieron la vida o resultaron heridas. Ahora, Nueva York recuperó su energía y continua siendo el corazón cosmopolitan de EE UU, pero la cicatriz sigue allí, tan visible como siempre.

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