Mueren 250 ballenas piloto tras quedar varadas en una isla de Nueva Zelanda

Ballenas varadas en Nueva Zelanda. / RR SS.
Ballenas varadas en Nueva Zelanda. / RR SS.

Los cetáceos fueron sacrificados ante la imposibilidad de devolverlos al mar por el alto riesgo de ataques de tiburones.

Mueren 250 ballenas piloto tras quedar varadas en una isla de Nueva Zelanda

Un trágico suceso se ha registrado en aguas del Pacífico. Unas 250 ballenas piloto murieron tras quedarse varadas en la isla Chatham, en Nueva Zelanda, donde los equipos de conservación no pudieron devolverlas al mar.

Los animales se vararon el viernes en la parte noroccidental de la isla, pero debido a la imposibilidad de devolverlas al agua, la mayoría ha sido sacrificada “para evitarles un mayor sufrimiento”, manifestó el Departamento de Conservación de Nueva Zelanda. Y es que, según explicó el ente, “en la isla Chatham no reflotamos activamente a las ballenas por el riesgo de ataques de tiburones tanto a los humanos como a las propias ballenas”.

Es por ello que ahora “todas las ballenas piloto varadas están muertas y se dejará que sus cuerpos se descompongan in situ de manera natural”. Un lamentable hecho que se suma al que ocurrió en una playa en la isla australiana de Tasmania un mes atrás, cuando otros 230 ejemplares de esta especie quedaron varados en la costa, provocando la muerte de la mitad de ellos.

¿Un suceso común?

La ONG de rescate de mamíferos marinos ‘Proyecto Johan’ publicó en Facebook que “las islas Chatham es un lugar complicado para rescatarlas. Son islas conocidas por los tiburones blancos, las playas inaccesibles y una población de menos de 800 personas (…) No era una opción”.

No obstante, este escenario no es inusual. De hecho, en 1918 se registró el mayor número con unas 1.000 ballenas piloto muertas, mientras que en 2018, fueron 51 los animales de esta especie que murieron tras encallar en la bahía de Hanson. Sin embargo, una treintena pudo volver al mar por sus propios medios.

Ahora bien, ¿a qué se deben estos varamientos? Lamentablemente los expertos no tienen la respuesta a esta pregunta, pero especulan que es debido a enfermedades, errores de navegación, cambios repentinos en las mareas, la persecución de depredadores o a condiciones meteorológicas extremas.

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