Yolanda Díaz, la supuesta ministrable gallega que dificultó el Gobierno de coalición

Yolanda Díaz, de Izquierda Unida. / Mundiario
Yolanda Díaz, de Izquierda Unida. / Mundiario
En Esquerda Unida de Galicia seguramente no lo habrían celebrado; hace tiempo que no la consideran de los suyos. Es más pablista que "esquerdista", dicen. Y a los hechos se remiten.
Yolanda Díaz, la supuesta ministrable gallega que dificultó el Gobierno de coalición

Ahora va a resultar que gran parte de la culpa de que PSOE y Unidas Podemos no hayan llegado a un acuerdo para la investidura de Pedro Sánchez la tiene una gallega. Alguien filtró a la prensa madrileña que los podemitas reclamaban la cartera de Trabajo con la intención de encargársela a Yolanda Díaz, la diputada ferrolana por Pontevedra, partidaria de derogar la última reforma laboral digan lo que digan y se pongan como se pongan la patronal, el Ibex35, la Unión Europea, FMI y el "sursum corda". En Moncloa nunca estuvieron dispuestos a ceder a sus socios tales competencias. Menos aún sabiendo que podrían acabar siendo asumidas por una dirigente comunista cuya trayectoria estuvo desde siempre muy ligada a la lucha sindical, a las movilizaciones sociales y al movimiento rupturista, el que tuvo su germen en Galicia en 2012, con la Alternativa Galega de Esquerda. De AGE fue destacado asesor, precisamente a instancias de Díaz, un por entonces casi desconocido politólogo de nombre Pablo Iglesias.

De casta le viene al galgo. Yolanda Díaz se crió en una familia comunista. Su padre, Suso Díaz, militaba en el PCE desde la clandestinidad y fue durante años secretario general de Comisiones Obreras en Galicia. Su tío Xosé Díaz también ejerció de sindicalista pero en el ámbito nacionalista, llegando ocupar además un escaño por el Benegá en el Parlamento gallego. La hoy diputada de Galicia en Común es abogada de profesión, especializada en relaciones laborales y gestión de recursos humanos. Ella cuenta que su casa era un ir y venir de gente políticamente comprometida, antes y después de la Transición. En ese caldo de cultivo nació la vocación política, su identificación con la "izquierda transformadora", que le ha acompañado desde que tiene uso razón.

Hasta que en 2007 se convierte en teniente de alcalde por Esquerda Unida en Ferrol, tras un pacto con el PSOE que duró poco más de un año, Díaz compaginó la abogacía con el trabajo orgánico. Dirigió –dicen que con mano de hierro– el aparato de su partido en Galicia en tiempos en que ese árido trabajo no lucía demasiado. Fue candidata a la presidencia de la Xunta en 2015 y 2009, una candidatura casi testimonial, porque EU no logró representación parlamentaria. Es en 2012 cuando contribuye al exitoso alumbramiento de AGE, junto a un Xosé Manuel Beiras con el que consigue un grado de afinidad personal que levantó muchos recelos en los entornos de ambos, pero sin el cual el experimento rupturista no habría llegado a donde llegó. Después vendría la fórmula de En Marea, que acabó como el rosario de la aurora.

Desde su desembarco en el Congreso, en 2015, por la cercanía a Pablo Iglesias y por su trayectoria, el grupo confederal de Podemos y sus confluencias le encargó tareas relacionadas el ámbito laboral, incluyendo la portavocía en la Comisión del Pacto de Toledo, que en la última legislatura se saldó con un fiasco. El resto de los grupos políticos se lo atribuyen en gran parte a la postura rígida de Yolanda Díaz, que se desmarcó del amplio consenso alcanzado. Sin embargo, para el líder de los podemitas, la diputada gallega por En Marea es de fiar y hizo bien su trabajo. Tan bien lo hizo que tenía casi todas las papeletas para ser la ministra de Trabajo. Lo sería hoy si el PSOE hubiera cedido ese departamento a Podemos en el gobierno de coalición que, por ahora, no ha podido ser. En Esquerda Unida de Galicia seguramente no lo habrían celebrado; hace tiempo que no la consideran de los suyos. Es más pablista que "esquerdista", dicen. Y a los hechos se remiten. @mundiario

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