Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, figura clave para la estrategia de Unidas Podemos

Yolanda Díaz, ministra de Trabajo. / Twitter
Yolanda Díaz, ministra de Trabajo. / Twitter
Su proximidad a Pablo Iglesias será compatible con su aportación a "la agenda gallega",  un conjunto de reivindicaciones en las que coinciden el PSOE gallego, el Benegá y la franquicia galaica de Unidas Podemos.
Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, figura clave para la estrategia de Unidas Podemos

Yolanda Díaz es la ministra de Trabajo. La rumorología no fue nunca mal encaminada. Su nombre estaba en todas las quinielas ya desde las elecciones de abril. Entonces no pudo ser porque Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no llegaron al acuerdo que solo unos meses después ha cuajado en forma de primer gobierno de coalición constituido en España desde la II República. Ahora sí. Díaz asumió las competencias gubernamentales en materia laboral (aunque no las de Seguridad Social), a pesar de que en algunos sectores del PSOE, y por descontado en el ámbito empresarial, no se considera el perfil de la política ferrolana el más adecuado para esa cartera. Las reticencias se explican, claro está, por su trayectoria profesional, sindical y política, por la militancia comunista y sobre todo por su declarado propósito de revertir en lo sustancial la reforma laboral del Partido Popular.

Es el empeño personal de Iglesias lo que convierte en ministra a Yolanda Díaz. Su cercanía con el líder de Podemos y con su compañera, Irene Montero, es pública y notoria. Va mucho más allá de la sintonía ideológica. No solo ha sido y es una estrecha y leal colaboradora en la tareas políticas, con un papel crucial en las negociaciones con los socialistas. Además se consideran amigos. Una amistad que arrancó cuando la entonces coordinadora de Esquerda Unida en Galicia decidió contratar al aún desconocido y joven politólogo madrileño como asesor de la candidatura de Alternativa Galega de Esquerdas (AGE) en las elecciones gallegas de 2012. Iglesias cuenta que aprendió mucho de aquel primer ensayo de un frente rupturista.

O sea que a la hora de la verdad seguramente no fue su jefe de filas, Alberto Garzón, quien propuso a Yolanda Díaz para ministra. Tampoco hacía falta. Porque no estará en el Consejo de Ministros por la cuota de Izquierda Unida, ni siquiera como dirigente de Galicia en Común, la confluencia en versión gallega de Unidas Podemos. Sus compañeros de Esquerda Unida hace tiempo que no la consideran estrictamente una de los suyos, precisamente por su declarada afinidad a los podemitas. A algunos no les estrañaría que, si se rompen los actuales acuerdos estratégicos entre Podemos e IU, Díaz se acabe incorporando al partido de Iglesias. Sería, en su caso, un acto de pura coherencia con su forma de entender el papel que tiene que jugar la "izquierda transformadora" en el actual contexto político español, y gallego, claro.

Por el tipo de ministerio que asume, pero también porque nunca ha creído en esa cosas, la señora Díaz no va a ejercer de ministra gallega, no al menos a la antigua usanza. Nadie mejor que ella sabe que no está ahí porque el rupturismo quiera hacerle un guiño a Galicia. Pero aún así podrá hacer mucho por eso que se da en llamar "la agenda gallega",  un conjunto de reivindicaciones en las que coinciden el PSOE gallego, el Benegá y la franquicia galaica de Unidas Podemos.  Las mismas tres patas en las que se habría de sustentar la alternativa progresista al PP si Feijóo, como auguran algunas encuestas, no logra revalidar la mayoría absoluta en las elecciones autonómicas de este año. Por su parte, y porque no le queda otra, Don Alberto confía en que las inevitables disfunciones del bigobierno en precario de Sánchez e Iglesias vacunen a los gallegos contra la posibilidad de un tripartito con socialistas, nacionalistas y mareantes, que –paradojas de la política–sería propiciado por la irrupción de Vox. @mundiario

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