Vuelve a demostrarse la comunidad de intereses que han forjado Mariano Rajoy y Pablo Iglesias

Pablo Iglesias y Mariano Rajoy. /  libremercado.com
Pablo Iglesias y Mariano Rajoy. / libremercado.com

Tras esta última frustrada legislatura el panorama se ha aclarado: ya sabemos que PP y Podemos, Rajoy e Iglesias, han actuado como un freno contra el cambio al coaligarse contra cualquier opción que no pase por ellos al grito de o gobierno yo o no gobierna nadie.

Vuelve a demostrarse la comunidad de intereses que han forjado Mariano Rajoy y Pablo Iglesias

Mariano Rajoy se ha decidido. Esto por sí solo ya merecería un titular en alguien que ha hecho de dejar pasar el tiempo un modo de ser y estar en política. No obstante, y para aliviar el peso de tal esfuerzo, no ha sido él sino el partido el encargado de comunicar la decisión de vetar la posibilidad de que haya un debate entre el presidente –en funciones– y candidato a la reelección y el líder de la oposición.

Como tantos derechos que creíamos ya asentados en nuestra democracia y que un simple cambio de mayoría se ha llevado por delante, hay quienes siguen considerando los debates electorales no como un derecho ciudadano sino como una prerrogativa personal. Desde luego, en esta decisión hay un claro ganador: Mariano Rajoy, que en gran medida podrá evitar tener que responder ante la sociedad española de su nefasto balance de gestión, de los escándalos que asedian a su partido y de la parálisis a que ha sometido a España. Y un claro perdedor: el conjunto de la ciudadanía, al que se hurta el debate entre los candidatos que el pasado 20 de diciembre obtuvieron la confianza mayoritaria. Un derecho más cercenado. Una razón más para el cambio.

Y una vez más, la enésima, se vuelve a demostrar la comunidad de intereses que han forjado Mariano Rajoy y Pablo Iglesias. O Pablo Iglesias y Mariano Rajoy, tanto monta, monta tanto.

Si a lo largo de los últimos cinco meses hemos visto cómo ambos han erigido un muro infranqueable contra el cambio político en España, ahora vuelven a desarrollar una estrategia electoral coincidente: negarle el pan y la sal al Partido Socialista, posicionarse como las dos únicas opciones ante la ciudadanía, intentar dejar a los demás, especialmente al PSOE, en tierra de nadie.

Falsa dicotomía

En primer lugar, ya lo intentaron en la anterior campaña y a pesar del ninguneo mediático y de la corriente mayoritaria de encuestas, en una situación compleja, ante un cambio en el escenario político y aun perdiendo apoyo social, el Partido Socialista logró mantenerse como lo que siempre ha sido en democracia: la referencia de la mayoría social de centroizquierda, el motor del cambio político.

En segundo lugar, tras esta última frustrada legislatura el panorama se ha aclarado, y mucho: ya sabemos que PP y Podemos, Rajoy e Iglesias, han actuado como un freno contra el cambio al coaligarse contra cualquier opción que no pase por ellos al grito de o gobierno yo o no gobierna nadie. De hecho, han votado conjuntamente para frustrar las expectativas de cambio y de gobierno, no del PSOE, sino de la sociedad española, obligándola por puro narcisismo y egoísmo de sus candidatos, a acudir de nuevo a las urnas para desbloquear lo que ellos han bloqueado.

En tercer lugar, y más importante todavía, como nos enseña nuestra propia experiencia democrática, no hay cambio más profundo ni más revolucionario que aquel que se construye con vocación inclusiva e integradora: así fueron los gobiernos de Felipe González, así fueron los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero, los que pusieron en pie el Estado del Bienestar, los que extendieron nuestros derechos, los que nos colocaron en Europa y en el mundo. No se trata de ofrecer el cielo, sino de poner en marcha políticas para ir escalando peldaños.

Como si de una competición futbolística se tratara, Rajoy e Iglesias pretenden hacernos creer que son como Guardiola y Mourinho: todo se reduce a ellos y a una idea de lo que debe ser y lo que no debe ser, no hay más opciones ni visiones posibles. Sin embargo, como Diego Pablo Simeone ha demostrado en estos años, si hay algo verdaderamente cierto es que tanto en el fútbol, como en la política, el verdadero valor no está en las iluminaciones de los mesías sino en los sueños (y el trabajo) colectivos.

Cuídense de quien todo lo reduce a esquemas binarios: no traen más que exclusión y enfrentamiento.

> P.D.: Como atlético que soy, mi homenaje a un equipo grande en la victoria y más grande aún en la derrota. Que se prepare la orejona, volveremos a por ella.
> P.P.D.: Cholo, quédate.

 

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