Vuelo bajo de España en Bruselas

Ministro Luis de Guindos./ RRSS
Luis de Guindos. / RR SS

La salida del Reino Unido otorga más posibilidades de influencia a España, cuarto país por tamaño demográfico, tras Alemania, Francia e Italia, y con suficiente diferencia sobre Polonia que es el siguiente.

Vuelo bajo de España en Bruselas

La elección del ministro Luis de Guindos como vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) ha mostrado el vuelo bajo de la política española. En una elección que depende exclusivamente de los acuerdos entre los jefes de Gobierno de los países comunitarios, el candidato español partía con el respaldo pleno de los gobiernos de Portugal, socialista y Alemania, coalición de la que forman parte los socialdemócratas, además de otros muchos gobiernos.  Los eurodiputados españoles contrarios al PP exhibieron su abierta crítica en el Parlamento Europeo, cuya opinión no era vinculante y se decantaron en favor de un candidato que renunciaba al día siguiente, dejándolos en una posición desairada. Se puso de manifiesto el elevado consenso existente alrededor del candidato español, fruto de un trabajo diplomático previo y sin duda como parte de acuerdos multilaterales.  Perdieron nuestros eurodiputados una  magnífica ocasión para ponerse de perfil ante la inutilidad del debate, dejando el papel de la crítica partidista a grupos políticos de otros Estados.

Debilitar la imagen exterior del propio Estado, no favorece los intereses de los grupos de la oposición. En Bruselas votan los Estados, no los Parlamentos. Por otra parte, mostrar desunión una vez que el Gobierno ha conseguido el apoyo necesario en otros Estados, no proporciona ningún rédito. Cabe subrayar que la política exterior necesita constancia en mayor grado que otras políticas. La salida del Reino Unido otorga más posibilidades de influencia a España, cuarto país por tamaño demográfico, tras Alemania, Francia e Italia, y con suficiente diferencia sobre Polonia que es el siguiente. Un país mediano no puede aspirar a decidir la agenda pero si debe formar parte del núcleo de decisiones. Esa idea parece no haber sido asumida por nuestros partidos políticos, demasiado enfangados en los asuntos domésticos.

Quienes en su día censuramos la crítica desaforada de los populares al comisario Almunia por haber sido nombrado por el Ejecutivo socialista, no podemos aceptar la descalificación del señor De Guindos por su procedencia política

Suele decirse que la política española está muy ensimismada en los problemas internos, alejada de los asuntos europeos. El cruce de acusaciones, la finta parlamentaria, el debate personalizado, son aspectos casi ineludibles en el debate político pero no deberían de ser el exclusivo formato. Hace falta más política propositiva y más voluntad de construir acuerdos en los pocos temas que trascienden el debate coyuntural: financiación autonómica, grandes inversiones, proyección exterior, así como prudencia para evitar conflictos que afecten a opciones futuras. Los cargos singulares también expresan el grado de influencia de cada país, su habilidad para facilitar soluciones  evitar conflictos. Trascienden al Gobierno que los ha nombrado para ser expresión de un Estado. Quienes en su día censuramos la crítica desaforada de los populares al comisario Almunia por haber sido nombrado por el Ejecutivo socialista, no podemos aceptar la descalificación del señor De Guindos por su procedencia política.

Son formas de anteponer el cortoplacismo del debate parlamentario a una visión más amplia de la agenda exterior. A veces ese partidismo de miras estrechas se vuelve abiertamente fraccional como estamos viendo ahora con el veto al nombramiento de una eurodiputada socialista para la dirección de su grupo europeo, por haberse alineado con la fracción minoritaria de su partido.

Uno de los grandes problemas de la construcción europea es la inexistencia de partidos políticos europeos. Las fronteras nacionales siguen pesando mucho y dificultan los acuerdos incluso en el seno de las familias políticas. El doble sistema de representación comunitaria, Parlamento electo y Consejo nato con una Comisión que debe ser aceptada por ambos, obliga a una política de más altos vuelos. Los partidos no pueden descuidar la representación nacional colectiva ni dejar de hacer política con sus respectivos partidos homologables. De paso podrían hacer algo más de pedagogía en su propio país, donde la política europea sigue siendo un asunto desconocido a pesar de su fuerte incidencia en la vida cotidiana. @mundiario

Comentarios