Reino Unido abandonó la Unión Europea (UE) el pasado 31 de enero de 2020, pero el impacto del divorcio comenzará a sentirse a partir de este 1 de enero de 2021: el periodo de transición de la separación, que le permitió a Londres y Bruselas mantener la mayoría de las leyes comunitarias mientras negociaban su nueva relación, ha finalizado oficialmente.  

Ambas partes sellaron el acuerdo el pasado 24 de diciembre, luego de meses de intensas negociaciones y cuatro años de terremoto político originado por un referendo en el que la opción de salida se impuso, en junio de 2016.

Estos son los principales cambios a tener en cuenta en la era pos-Brexit:  

> Estancias limitadas. Los británicos y europeos podrán hacer viajes de turismo sin visas, pero por tiempo limitado: para estancias largas y motivos de trabajo es necesario tener un visado.​

En el caso de los británicos, solo pueden permanecer en territorio de la UE un máximo total de 90 días en un período de 180 días consecutivos. Pero en el caso de visitas a Bulgaria, Croacia, Chipre y Rumanía las reglas cambian: si se viaja a estos países, las visitas a otros países de la UE no contarán para el total de 90 días.

Los ciudadanos de Reino Unido, además, tendrá que garantizar que sus pasaportes tienen al menos seis meses de validez, no más de 10 años de haber sido expedidos, e incluso es posible que sean obligados a declarar ante las autoridades europeas cuestiones como el motivo de su visita o el pasaje de vuelta.

Tampoco tendrán privilegios en los controles migratorios (fila rápida reservada a los ciudadanos de la UE), el Área Económica Europea (Islandia, Liechtenstein y Noruega) y Suiza. El acuerdo no lo estipula, pero es probable que unos años los británicos deban utilizar y pagar el ETIAS (el sistema de registro electrónico de la UE para viajeros exentos de visado).

Los ciudadanos europeos, por su parte, pueden permanecer hasta seis meses en Reino Unido por turismo o actividades empresariales. Hay excepciones por tratamiento médico privado o motivos académicos (que cumplan ciertos requisitos): en estos casos, la estancia puede ampliarse hasta 11 y 12 meses, respectivamente.

Para el ingreso a territorio británico será necesario presentar pasaporte a partir de octubre de 2021, el ingreso con tarjeta de identificación no estará permitido a partir de esa fecha. ​

Británicos y europeos podrán usar sus permisos de conducción para manejar en cada país.

> Visados especiales para estudiar o trabajar. Desde el 1 de enero estará vigente un sistema migratorio por puntos en línea que dará prioridad a ciudadanos con habilidades concretas y será el único disponible para solicitar visados de trabajo. Oferta de trabajo, suficiente nivel de inglés y un salario de al menos 25.600 libras al año, son algunos de los requerimientos para la solicitud.

Lo propio ocurre en el caso de estudios, si se trata de estancias de más de seis meses. El diario El País subraya que en caso de obtener un título universitario en el Reino Unido, se podrá pedir un visado de licenciado (que permite permanecer en el país para trabajar o buscar empleo dos años) o por doctorado (tres años).  

Otro detalle importante es que algunas profesiones como la arquitectura, la medicina o la enfermería ya no serán homologadas de forma automática, como antes.

Las nuevas regulaciones no aplican en el caso de Irlanda, que en materia de viajes y migración tiene una serie de arreglos anteriores con Reino Unido: la llamada Área de Viaje Común (Common Travel Area o CTA).

Los ciudadanos británicos que deseen vivir y trabajar en algún país del bloque comunitario deberán cumplir los requisitos del sistema migratorio de dicha nación.

> Fin del programa Erasmus. Reino Unido no participará más en este esquema en que se facilitaba que los universitarios europeos estudiaran durante un semestre o año fuera de sus países de origen en otro Estado miembro, apunta BBC.  El Gobierno de Boris Johnson ha anunciado planea crear su propio plan (llamado Turing) para que 35.000 estudiantes cada año vayan al extranjero, pero no solo a Europa.

> Unión aduanera, mercado único, bienes y servicios. Reino Unido abandona la unión aduanera y del mercado único de la UE. Ambas partes acordaron no imponer tarifas ni costos adicionales al flujo de bienes, pero sí controles de seguridad en aduanas que podrían dilatar el intercambio.

Por supuesto, serán necesarios nuevos controles fronterizos y trámites burocráticos antes no existentes. Los proveedores de servicios británicos tendrán que adecuarse a las reglas de cada Estado miembro o relocalizarse en la UE si desean continuar operando como hoy.

> Roaming. Las compañías proveedoras serán las encargadas de decidir si mantienen las mismas condiciones (disfrutar de una misma tarifa contratada en su país de origen en cualquier Estado miembro de la UE) o de lo contrario fijar nuevas tarifas.     

Reino Unido y la UE han asegurado que cooperarán en "justas y transparentes tarifas para el roaming internacional", pero también ha quedado claro que las empresas son libres de aplicar cargos por itinerancia.

Las consideraciones anteriores no aplican para Irlanda del Norte, europeos o británicos con residencia oficial y regularizada en Reino Unido y la UE. @mundiario