El virgo de Pedro y el lobo financiero

El autor opina que el neoliberalismo cuenta con una fuerza brutal para deponer o aupar dirigentes a su santo antojo. Sánchez ya lo sabía de largo

El virgo de Pedro y el lobo financiero

Pedro Sánchez ha manifestado que algunos grupos mediáticos, el poderoso sector financiero y el Ibex 35 vetaron en España un gobierno de izquierdas. ¿A alguien puede sorprender aseveración tan categórica?

¿Desde cuando las multinacionales, los bancos y las grandes empresas se han decantado contra sus propios intereses capitalistas?

El cinismo cunde entre los comentaristas a sueldo del sistema neoliberal y los políticos más acérrimos proclives al bipartidismo nacional y al PSOE en concreto, con Susana Díaz y Felipe González a la cabeza de su cohorte de valedores.

Hoy sabemos que César Alierta, ex primer ejecutivo de Telefónica y una suerte de primus inter pares honorario de las principales empresas de bandera española se reunió con Díaz, la presidenta andaluza. Lo cuenta El Mundo.

Fechas después del encuentro furtivo, El País encendió sus editoriales insultantes contra Sánchez y los barones del PSOE iniciaron al unísono una campaña descalificadora contra el ya incinerado secretario general de Ferraz.

Sánchez no es ingenuo, sabía a la perfección que el poder entre bambalinas lo ejercen en España sobre el PP y el PSOE los emporios de capital internacional y la crema de los negocios españoles con ínfulas transnacionales. Su experiencia previa como consejero de Cajamadrid durante la época de Miguel Blesa y como experto del FMI y el Banco Mundial en la década de los 90 del siglo pasado en Bosnia le otorgan un perfil que no ofrece dudas al respecto acerca de su conocimiento de los bajos fondos de las finanzas y la presión asfixiante que ejercen sobre las políticas públicas.

Es posible que fruto de una reflexión posterior haya llegado al convencimiento personal de que España necesitaba un gobierno de izquierdas con Podemos, al tiempo que se debería abrir un diálogo sensato y sincero con las posturas independentistas de Cataluña y Euskadi.

Sin embargo, dejó pasar esa oportunidad en tiempo presente. Por tanto, sus declaraciones a posteriori parecen ir más en la dirección de rehacerse un currículo político con sesgo izquierdista para volver a aspirar a la cúspide de Ferraz conectando directamente con las bases históricas del PSOE y su electorado en huída, antes que nadie la juventud que realiza guiños a la lozanía del discurso de Podemos, militantes y votantes todos ellos de anhelos e ideas más progresistas que los de los dirigentes actuales.

Este empeño de recuperación de las señas de identidad socialistas da la sensación de que será estéril. Sánchez contra el omnipotente aparato comandado por Susana Díaz y Felipe González en la trastienda más el grupo Prisa y el Ibex 35 conforman un ejército mastodóntico para un quijote demasiado débil. El PSOE sigue siendo un instrumento muy valioso para el sistema del 78: no dejarán ningún resquicio a Pedro Sánchez. Tiempo al tiempo.

Por otra parte, la mayoría de comentaristas y políticos ven como algo natural que las multinacionales presionen a favor de sus intereses privados, que se facturen leyes a su medida y que cambien secretarios generales a su capricho. La realidad es así, tal cual y tan cruda, pero esas acciones guerrilleras encubiertas impuestas por las multinacionales y sus directivos más señeros subvierten la democracia, al ser poderes no elegidos que mueven con suitileza las marionetas políticas del PP, del PSOE y de Ciudadanos.

Lo cierto es que el nuevo imperialismo, mal llamado globalización, se rige de esta manera en todo el mundo. Son los poderes no electos y los funcionarios tecnócratas los que llevan la voz cantante en todas partes. Los países rebeldes, un manojo de excepciones prisioneros también de su propia impericia y de hondas contradicciones, pagan la osadía a precio muy caro: Grecia, Brasil, Argentina, Irán, Paraguay, Nicaragua, Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros son objeto de permanente desestabilización y mentiras orquestadas a escala mundial para quebrar sus decisiones contrarias al régimen global dictado por la Casa Blanca, Bruselas, la OTAN y el FMI.

Con la subida a los cielos de Felipe González (y de Jordi Pujol en Cataluña), el neoliberalismo dio sus primeros pasos en España. Desde entonces, el país se transformó en un espacio moderno fiel seguidor de las normativas emanadas del sistema-mundo de Reagan, Thatcher y la tercera vía de Bill Clinton y Tony Blair con posterioridad, por solo nombrar actores precursores del actual estado de cosas.

Se argumenta también que los medios de comunicación son libres para mantener su línea editorial limpia e independiente de contaminaciones externas. ¿Independiente de qué o quiénes? Un periódico, una emisora de radio o una cadena de televisión se debe a sus accionistas: ellos marcan sus preferencias políticas y el estilo del medio del que son dueños.

Antes que la libertad de expresión, una empresa se debe al beneficio de su objeto social, al dividendo capitalista y a su cuenta de resultados. Se falsea la realidad cuando se afirma que un medio de comunicación solo busca la verdad. Más acertado sería decir que su verdad comunicativa siempre está distorsionada por los intereses de sus amos. De ese maridaje complejo surgen equívocos fundamentales para la comprensión de la realidad social, política y económica de cualquier país.

En suma, de la colisión entre libertad de expresión y libertad de empresa lo que queda es un producto elaborado para consumo de la masa, mercancía comunicativa de cierta textura que suele contar tanto como oculta: indica lo que no puede causar daño a sus dueños mientras que elude el contexto y las razones del relato que traslada a sus lectores, oyentes o televidentes. No es excesivo asegurar que los medios de comunicación crean realidades interesadas que debidamente aderezadas pasan a denominarse opinión pública, mayoritariamente escorada hacia la ideología de las elites dominantes.

Como dijera Noam Chomsky es más fácil manipular en democracia que en una dictadura: en el primer sistema resulta más complicado identificar a los adversarios o enemigos políticos, que tienden a refugiarse de la luz solar bajo un manto, discurso o barniz ecléctico o populista de difícil interpretación crítica y ponderada.

Los que mandan en España

Un somero análisis de los mass media españoles, sin profundizar en las ramificaciones entre sociedades anónimas y fondos de inversión o buitres internacionales que anidan en multitud de consejos de administración, nos descubre que Telefónica, Caixabank y Banco Santander son dueños del 27 por ciento en total del Grupo Prisa (El País y Cadena SER).

La sociedad que controla El Mundo está participada en un 90 ciento por RCS Media Group (el 20 por ciento de su capital en manos de FIAT), que edita los famosos diarios Corriere della Sera y La Gazzeta dello Sport.

ABC pertenece a Vocento, en cuyo accionariado se sientan diferentes integrantes de la familia Ybarra (siderurgia vasca vinculada al BBVA), que tienen un 17 por ciento de interés directo en el diario monárquico.

El magnate Silvio Berlusconi es dueño mayoritario de Cuatro y Telecinco y el rotativo La Vanguardia está dominado por un Grande de España, el tercer Conde de Godó.

Apuntar igualmente que el Grupo Planeta, a través de Atresmedia y otras sociedades menores, marca las pautas editoriales de La Sexta, Antena 3, Onda Cero, La Razón y El Periódico de Catalunya.

El clan Lara, mediante un conglomerado mediático tan heterogéneo, ha sabido crear un nicho de izquierdas dirigido a un público específico, prácticamente exento de contenidos propios, haciendo de La Sexta un referente distintivo en cuanto a su aparente y eficaz pluralismo informativo.

Ese oasis que rompe el bipartidismo PP-PSOE tradicional lo contrarresta con absoluta eficiencia mediante sus otros productos informativos. Estamos ante una estrategia comunicativa de una gran inteligencia corporativa.

Por último RTVE, la cadena pública por excelencia, un predio privado del PP.

La inmensa mayoría de la gente busca la información por los cauces antes reseñados. La opinión pública en gran medida toma cuerpo y consistencia de las noticias vertidas por estos medios y por las opiniones e intereses de sus dueños en la sombra. La realidad que percibimos mucho tiene que ver con las informaciones que nos dan los mas media mencionados.

Es evidente que la democracia va más allá del mero hecho de introducir una papeleta en la urna. Desde que nuestro voto viaja del pensamiento privado hasta el conducto democrático, muchas ideas y prejuicios se han ido formando merced a las informaciones que nos han servido los medios de comunicación más fuertes y con mayor presencia en el mercado.

Una gran paradoja se presenta ante nuestra mirada. Las únicas instituciones de calado que no son democráticas son las empresas, sean del tamaño que sean. En ellas, tanto tienes (capital, créditos), tanto vales (beneficio, dirección). Y nadie dice nada, ante un hecho tan escandaloso y antidemocrático.

De esas colosales corporaciones salen las directrices que moldean la realidad social y la opinión pública y los dedos acusadores o el beneplácito y las financiaciones irregulares que quitan y ponen líderes en los partidos afines a sus tesis e intereses particulares. A los trabajadores solo les resta acatar órdenes o irse al paro (como a los demás de otros sectores laborales). Para saber más sobre estos y otros tejemanejes mediáticos sería saludable darse una vuelta por el libro de Pascual Serrano, Desinformación, cómo los medios ocultan el mundo.

La supuesta virginidad rota de Pedro Sánchez que le provocó diarrea verbal, aun de agradecer, es pura fanfarria de autoafirmación personal para recuperar un imposible metafísico: que el PSOE regrese a la senda de la izquierda.

En efecto, el neoliberalismo cuenta con una fuerza brutal para deponer o aupar dirigentes a su santo antojo. Sánchez ya lo sabía de largo y tuvo que decirlo con franqueza antes de que el presidente de los sobresueldos volviera a usurpar el palacio monclovita con muchos escaños indignos de la bancada socialista. Ahora, a joderse tocan.

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