La violencia, cualquiera que sea su forma, evidencia el fracaso de la sociedad

Los disturbios se suceden en Cataluña. / Twitter
Los disturbios se suceden en Cataluña. / Twitter
Y hay muchas formas de violencia, disfrazadas de opiniones irresponsables, medias verdades, mentiras e insultos
La violencia, cualquiera que sea su forma, evidencia el fracaso de la sociedad

En las últimas semanas se han producido en España determinados hechos violentos, de todos conocidos. Durante varios días hemos asistido en directo a la actuación vandálica en Barcelona de guerrillas urbanas perfectamente organizadas, con asalto y saqueo de comercios, destrozo de mobiliario urbano, incendios y duro enfrentamiento con las fuerzas de orden público. Unas veces la aparente excusa ha sido la reivindicación del derecho de autodeterminación, otras, la defensa de delincuentes condenados por sentencia firme.

Más recientemente, los medios de comunicación informaban del lanzamiento de un cóctel molotov contra la sede de Podemos en Cartagena, y el consiguiente incendio.

Hace tan solo unos días, en la precampaña electoral de las elecciones para la Comunidad de Madrid, durante un mitin de Vox en el popular barrio de Vallecas al que asistían Abascal y Ortega Smith, entre otros dirigentes y simpatizantes de ese partido, un grupo sin aparente identificación concreta, al grito de fascistas, empezaron insultando al grupo reunido legalmente y continuaron agrediéndoles con piedras y otros objetos de gran tamaño. No tuvieron empacho en afirmar que los partidarios de Vox les habían provocado con su presencia en el barrio.

Seguro que usted, lector, sabrá de más casos semejantes a los indicados.

Creo que quienes forman parte de estas facciones violentas carecen de ideología política, se encuentran al margen de la legalidad y tienen un objetivo único y común: subvertir el orden mediante la creación del caos. Me resisto a  pensar, me da miedo hacerlo, que puedan ser simpatizantes de Izquierda Republicana, En Común Podemos, Juntos por Cataluña, Vox, PP, C´s, Podemos o cualquier otro partido político.

Pero estos son los hechos, caracterizados por su violencia, visceralidad, intolerancia, ocultamiento de la identidad e insultos de todo tipo, incluida la muletilla “fascistas de mierda”; naturalmente, desconocen la historia del fascismo y su compadreo con el comunismo.

¿Por qué sucede esto? Si somos honrados y sinceros con nosotros mismos, hemos de admitir que todos tenemos alguna responsabilidad. Los políticos, a gritos y adoptando actitudes despreciables en el lugar que ellos llaman “la casa de la palabra”; desvirtuando y tergiversando las acciones de los adversarios de forma sistemática; prometiendo lo imposible; contradiciéndose y siendo poco ejemplares.

Los ciudadanos de a pie también colaboramos con la crispación, la mentira, la negligencia, la irresponsabilidad, la intolerancia con quien no piensa como yo, el regodeo con los hechos negativos –porque hacen perder credibilidad al adversario-, y, cuando las cosas no son lo suficientemente perjudiciales para él, alguien se inventa aquello que nos gustaría que hubiera sucedido, y colaboramos alegremente en su divulgación como una verdad exenta de cualquier duda, sin detenernos a analizar el contenido.

Las  guerrillas urbanas se mueven como pez en el agua en este ambiente de crispación política y social. A ello se une, de una parte, una cierta permisividad y temor de quienes nos gobiernan, por no dar instrucciones contundentes a las fuerzas de seguridad; y, de otra, el silencio, cuando no el aliento –tirando la piedra y escondiendo la mano-, de algunos políticos irresponsables.

Si todos adoptamos la política de la represalia, de la respuesta, del ojo por ojo, los españoles quedaríamos ciegos. La violencia, en palabras de Jean Paul Sartre, cualquiera que sea la forma en que se manifieste, es un fracaso de la sociedad. @mundiario

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