Vidarte: “La extrema derecha ya es una amenaza en Europa; se debe evitar que se expanda en el mundo”

Oscar Vidarte - RR SS
El internacionalista Oscar Vidarte. / RR SS

MUNDIARIO entrevista al reconocido internacionalista Oscar Vidarte Arévalo, quien nos comenta sobre cómo se encuentra la coyuntura política en Europa, la tensión entre EE UU, Rusia y Corea del Norte, y el impacto del Caso Lava Jato en América Latina.

Vidarte: “La extrema derecha ya es una amenaza en Europa; se debe evitar que se expanda en el mundo”

La agenda del mundo se ha concentrado en las últimas elecciones de algunos los países que integran la Unión Europea (UE), donde la extrema derecha está expandiendo su peso político. Se pudo observar el último domingo en Francia, luego se verá sí ocurre lo mismo en Alemania. Pero en esta coyuntura no se debe dejar de lado tampoco la tensión entre EE UU y Corea del Norte. Tampoco lo que ocurre en América Latina con el impacto del Caso Lava Jato.

Por esta razón, MUNDIARIO presenta una entrevista en exclusiva con el reconocido analista internacional Oscar Vidarte Arévalo, magíster en Relaciones Internacionales por la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia y egresado de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Es profesor ordinario del Departamento Académico de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú y de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Columnista del Diario El Comercio, así como comentarista del programa TV Perú Mundo por el canal TV Perú.

— El último domingo se realizaron los comicios presidenciales en Francia ¿Qué análisis le dejó esta primera vuelta en ese país?

— Me han dejado varias cosas. Primero lo que vemos en Europa, ahora en Francia, es cómo la extrema derecha se ido consolidando en el electorado con un mejor resultado que el 2012, casi llegando a un porcentaje del 22%. Por otro lado, el declive de los partidos tradicionales y, por último, el ascenso de un outsider como Emmanuel Macron, quien se presenta como un rostro joven dentro de un establishment político francés desprestigiado.

— Precisamente, los partidos tradicionales como Los Republicanos y el Partido Socialista quedaron fuera después de mucho tiempo de la segunda vuelta francesa ¿A qué se debe que se haya dado esta situación?

— Bueno, como se ha observado en otros países de Europa, hay un cierto desgaste de los partidos que han dominado la escena política en los últimos 40 a 50 años, incluyendo desde la pos coyuntura de la Segunda Guerra Mundial. Eso ha ocasionado que haya un viraje a la aparición de nuevas organizaciones, algunos más radicales que otros. Y dentro de la cual existe rostros nuevos como Macron, quien tiene la opción de ganar la presidencia en Francia, pero sin que tenga un partido sólido y con grandes cuadros como sí lo tienen Los Republicanos y los socialistas.

— ¿Pero, a partir de estos resultados, no cree que se ha generado una crisis en los dos partidos tradicionales desde que se fundará la V República?

— Creo que sí, pero es un proceso que se ha ido dando en Francia. Recordemos que el papá de Marine Le Pen, Jean-Marie, desplazó en el 2002 al entonces candidato socialista Lionel Jospin. En aquella segunda vuelta la derecha y la extrema derecha compitieron. Al final terminó perdiendo contra Jacques Chirac, quien recibió todo el apoyo de la clase política de su país. Ahora con el avance de Le Pen se da una alerta de los cambios que podrían suceder en el establishment francés y, particularmente, de Europa. Una consolidación bastante fuerte. Por otro lado, en el Partido Socialista, se ha visto estas fracturas a partir de la elección de Benoît Hamon como candidato. Y esto lo relaciono con la situación que se observa de la socialdemocracia en Europa, que existe dos bandos: Uno más radical y otro más moderado. Esto ocurrió en el PS con Hamon y, por su lado, con Valls y Hollande, quienes apoyaron a Macron. También de señalar que otros apostaron por Mélenchon. Lo que demuestra una cierta decadencia en ese partido, ahora mismo.

— Precisamente, Emanuel Macron y Marine Le Pen quedan como los finalistas de esta campaña electoral ¿Qué le podría esperar a Francia y su relación con la Unión Europea (UE), en caso alguno de los dos aspirantes logre una victoria y llegue al Palacio del Elíseo?

— Bueno, empecemos por Le Pen. Sí la candidata del Frente Nacional gana, aunque sus posibilidades son muy remotas por la unión de los partidos franceses y supere al menos lo que hizo su padre en el 2002, sería un terremoto político. Su propuesta es muy intolerante, más con los inmigrantes. Su papel con la Unión Europea, también estaría en peligro más aún si busca la posibilidad de salirse del bloque al igual que hizo el Reino Unido. Un panorama negro, sin libertades, sin respeto y derechos, se vería bajo la era Le Pen. En parte de su ascenso es por el discurso contra la inmigración, un tanto nacionalista en medio de la crisis económica de la UE, que tiene problemas. La inseguridad y la falta de políticas económicas han sido los avales para el ascenso de la extrema derecha que le quitó votos a la derecha.

— En el caso de la sorpresa Emanuel  Macron…

— Ahora, en el caso de Macron es la notoria ausencia de cuadros en su  partido. Por eso se piensa qué tan factible será para él si llega a gobernar Francia, que en los próximos meses también celebrará elecciones legislativas. Su movimiento En Marcha es nuevo dentro del espectro político debido a que no tiene presencia a nivel nacional, como sí lo tienen sus demás rivales. Entonces, la posibilidad de formar coaliciones para gobernar, se hace evidente. Más aún en medio del contexto que vive Francia con la creciente inseguridad y, además, por el avance de la extrema derecha nacionalista dentro del escenario político. Por tanto, en términos generales, Macron no representaría un cambio. Por el contrario, pareciera que fuera un Hollande II, como lo sostiene la propia Le Pen en la campaña.

— Un artículo del diario El País daba cuenta de que los comicios en Francia tenían un parecido a lo que ocurrió en España con la elección del nuevo gobierno, que ratificó a Mariano Rajoy como presidente ¿Existe una similitud al respecto?

— Existe un parecido, sin duda. Podemos analizar también cómo el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) se ha descompuesto por las pugnas para elegir a Mariano Rajoy del Partido Popular (PP). Por ejemplo, Pedro Sánchez se negó a votar por él, lo que demuestra ciertas diferencias.  Pero, en relación a la presencia de una extrema derecha, en este país no existe tal situación. Vemos que la mayoría de votos de la derecha se van a dos partidos como Ciudadanos de Albert Rivera (Macron) y el Partido Popular de Mariano Rajoy (Fillon). No tiene un discurso antinmigrante y euroceptico.

— ¿Entonces, a partir de que la tercera ronda mundial entre el populismo y el europeísmo que ha significado en Francia, el siguiente país que albergaría similar contexto podría ser Alemania?

— En el caso de este país, en el que la extrema derecha se encuentra representado en la Alternativa para Alemania (AfD por su sigla en alemán), es muy poco probable de que gane las elecciones. Está teniendo presencia en las regiones ya con liderazgos fuertes, pero a nivel nacional no existe tal peso aún. Se han dado alianzas entre la socialdemocracia y la centroderecha, algo impensado en el Perú, para colocar en el gobierno a Ángela Merkel. Si bien en elecciones compiten, luego de ellas se unen y forman gobierno. Y eso va a ocurrir en las elecciones que se realicen. Pero se debe recalcar que su avance como alternativa política, hay que tomarlo en cuenta. Más aún podría cambiar esta situación sí el contexto que se ve en Francia y Alemania continua.

La extrema derecha ya es una amenaza en Europa. Tiene presencia en el Parlamento de la UE. Su propuesta es muy nacionalista y plantea abordar temas como la inmigración. Hungría y Polonia son ejemplos claros.

— A propósito de los cambios políticos en la UE, la primera ministra británica Theresa May anunció elecciones en junio para el Reino Unido ¿Qué le parece esta decisión respecto al proceso de salida que está realizando del bloque?

— Bueno, tras la inminente salida del Reino Unido, hay países que han planteado que la Unión Europea haga ciertas modificaciones en cuestiones de soberanía, la cual antes eran muy rígidas. Países como Francia, Holanda o Hungría, ven esta situación como una oportunidad para que se flexibilice la UE. Pero, para otros, es una demostración de que no se va a permitir que otro miembro salga del bloque. Una política similar respecto a lo que pasó con el Brexit. Pero, en el Reino Unido, también existe la coyuntura en que también se pone en discusión lo que se ganó y, por tanto lo que se perderá. Otro punto interesante es que también hay una rivalidad entre May y el Partido Laboralista. La primera ministra quiere aprovechar la debilidad de ‎Jeremy Corbyn y tener mayoría en las dos cámaras. Quiere asegurar su legitimidad para poder gobernar luego del Brexit, sin duda.

— ¿Pero en el caso de Escocia, que se quiere independizar, también surge otro problema para May?

— Escocia no se puede ir del Reino Unido. Su situación sería similar a lo que ocurre en Catalunya con España. Si bien se realizó un referéndum, la que tuvo como ganador el No, creo que no es el momento para desunión dentro del bloque. Tampoco estimo que Londres permita tal separación. Para mí, los escoceses están vigilantes de cómo se finalice todo el proceso de la salida de la Unión Europea.

— Otro punto en la agenda también esta Turquía y su intención de ingresar a la UE ¿Qué le merece que el presidente Erdogan haya ganado el referéndum que cambia el sistema político de su país, de uno parlamentario al presidencialista?

— Turquía creo que ya no perdió toda posibilidad de formar parte de la Unión Europea. Estuvo lejana y ahora se encuentra peor. A pesar de que ha realizado muchos cambios en su política, los últimos años, ha sido muy difícil para ser parte de esa Europa occidental. Las políticas del presidente Erdogan han estado lejos de los de la UE. Lo único que tiene en común que es el tema de la inmigración. Este tema fue siempre para que dialoguen. Existe mucha represión a partir del intento de golpe de Estado. No hay libertad de expresión, lo que encumbra a un régimen autoritarito. Los resultados que dejó el referéndum demuestran que hay bastante polarización en el país. Pero no por esto Turquía deja de ser importante para Europa.

— Una situación de tensión que también existe entre cuatros naciones como EEUU, Corea del Norte, Siria y Rusia…

— Bueno, la postura política de Corea del Norte con Occidente no es nueva, para empezar. Recordemos que esto tuvo relación a partir de la actuación del ex presidente George W. Bush y su incursión en Irak. El régimen norcoreano es autoritario y con la posesión de armas nucleares. Pero no creo Kim Jong-un quiera terminar su gobierno tan joven, a partir de una acción militar. Y eso tampoco lo veo por parte de Donald Trump. Estamos en una permanente tensión entre ellos. Sin embargo, preveo que las consecuencias nucleares que se dejó en los últimos años, hace que no vayan más allá de estos roces. En Washington están apostando por una agenda militar respecto a otros países. Además que han reforzado sus relaciones con China, un aliado potencial.

— Donald Trump cumplirá 100 días de gestión en EE UU ¿Qué balance le deja su presidencia en la Casa Blanca y el cumplimiento de sus promesas de campaña electoral?

— Trump está realizando un giro en su política. Creo que se ha dado cuenta de que las principales promesas de campaña que implementó, han sido un fracaso. Podemos mencionar dos en particular: la reforma migratoria que fue suspendida por un juez federal, y la reforma de salud. En este último, los que bloquearon la iniciativa del presidente fueron los más radicales dentro del Partido Republicano. Consideraron que era una propuesta muy light y no de fondo. Por ello. estos resultados contrarios, le ha abierto la visión a Trump de que no tiene cuadros, no tiene asesores que puedan ayudarlo a manejarse mejor. Entonces, está optando por una agenda más militarizada. Inclusive se acerca a los sectores del establishment de los republicanos. Ya no habla de un discurso proteccionista y sobre temas como el muro con México, que ya es secundario.

Trump está revalorizando su política exterior. Está dando un giro para que tenga mayor popularidad con la opinión pública norteamericana.

— En América Latina, Venezuela está pasando por una crisis interminable entre el Gobierno y la oposición ¿Cree que la situación podría empeorar a partir del anuncio de salida de la OEA?

— Podemos ver que el gobierno de Maduro no apuesta por mejores soluciones. El autoritarismo se ha reforzado y la oposición resiste en las calles. En estos momentos, podría decirse que el dialogo ha fracasado en los últimos años. El derramamiento de sangre de muchas personas inocentes se ha dado. Creo que la carta interamericana de la OEA se debe aplicar, pese a que Venezuela ya anunció su salida. Se ha llegado a un punto, en el que nadie quiere dialogar y salir de esta coyuntura. No queda claro el futuro del país, sí se busca una transición democrática para los venezolanos.

— El Caso Lava Jato, además, se sitúa dentro del contexto político latinoamericano ¿La revelación de sobornos millonarios marca un precedente en los países involucrados como Perú, Argentina, Brasil entre otros, con constructoras cuestionadas como Odebrecht?

— En el Caso Lava Jato se demuestran dos cosas: Uno, la pobre institucionalidad de los países, en lo que los partidos pueden ser vulnerables a la corrupción. Los dos países con menos vínculos con este tema son Chile y Uruguay, que mejor sacan cara por la región. Dos, el papel de las empresas transnacionales como Odebrecht, Petrobras, que utilizan mecanismos negativos para concretar sus objetivos. En el caso de Perú, donde el capital es muy importante, el comercio de las inversiones de las empresas transnacionales provoca que el Estado haga lo que ellos quieren. Entonces, la poca institucionalidad involucra a líderes políticos con casos de corrupción, y el poder de las transnacionales que busca su beneficio por las buenas o por las malas.

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