La victoria de Donald Trump muestra una incómoda realidad de la sociedad estadounidense

Clinton aceptando su derrota y Trump celebrando su victoria.
Clinton aceptando su derrota y Trump celebrando su victoria. / Twitter

Los sorprendentes resultados electorales muestran los problemas endémicos que arrastra la sociedad norteamericana y que se han materializado en las urnas.

La victoria de Donald Trump muestra una incómoda realidad de la sociedad estadounidense

En el artículo anterior destacábamos que, a pesar de las encuestas, nos encontrábamos en las elecciones más impredecibles de los últimos tiempos. Sin embargo, varios analistas políticos preveían una holgada victoria de Clinton. Se equivocaron.

Trump, el outsider que cuenta con detractores en su propio partido.

El planeta está sorprendido por la inesperada victoria de un candidato independiente al que varios pesos pesados de su partido negaban públicamente su voto. Recordemos cuando en octubre Clinton ampliaba su ventaja a 11 puntos y Trump llamaba “desleales” a varios republicanos, señalando al propio presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan. Algo impensable en España y que muestra las amplias diferencias con la política estadounidense, donde los partidos y, sobre todo los estados, son mucho más independientes en sus votos, críticas y apreciaciones.

El pragmatismo es una escuela filosófica creada en EE UU a finales del siglo XIX por Charles Sanders, John Dewey y William James, y nada mejor que este concepto -sólo es válido aquello que funciona, con un enfoque hacia un mundo real y objetivo- para describir la metodología norteamericana de hacer negocios. El sentido de las ideas, con un componente provisional, adaptativo y sujeto a cambio en función de la búsqueda de resultados, también define la doctrina.

Este fundamento podría describir la política de Trump; simplista, mediática, demagoga, inmediata y populista. Como no podía ser de otra forma, ha tocado las acciones clave; recorte de impuestos y aumento de sueldos, en parte con la fórmula de echar a 11 millones de ilegales. Algo muy representativo ya que la tasa de desempleo, con un 4,9%,  no es un ningún problema estructural en EE UU. También algunas propuestas de cuestionable beneficio como derogar DAPA Y DACA, crear un impuesto de importación del 35% en la frontera con México y otro del 20% sobre mercancías importadas.

Lo que es innegable es que ha sabido segmentar y entregar un mensaje único, abordando problemas que preocupan a la sociedad norteamericana, caracterizada por una eterna doble moral, y que ha manifestado en las urnas. Así se comprende cómo un candidato tan intenso, elemental y disruptivo como Trump se va a convertir en el próximo presidente de los Estados Unidos.

A diferencia de Obama, Clinton no emocionaba. Y siete millones de votos menos lo constatan.

A diferencia de Obama, Clinton no emocionaba. Y siete millones de votos menos lo constatan. Está estrechamente asociada al establishment, esa élite visible y  dominante que ostenta el poder. Es por ello que el mensaje novedoso, disruptivo y populista de Trump, prometiendo una nación grande y una sociedad ideal, ha calado mejor en una población ávida de cambios y que ven en el multimillonario un icono aspiracional. Quizás no en las incorrectas formas, pero sí en el fondo, ya que precisamente es ese el mensaje de triunfador que promueve la cultura norteamericana.

Hillary, con décadas de experiencia en política, entregaba un mensaje políticamente correcto al que se sumaba una cohorte de mediáticos e incondicionales apoyos, destacando al presidente Obama. La candidata, que ya en el 2007 anunció su interés por ocupar la Casa Blanca proyecta un mensaje de política profesional que ha pasado factura por sobreexposición y falta de credibilidad. Cabe destacar que aunque en Europa la candidata tenga buena prensa, es una versión edulcorada ya que en EE.UU también tiene muchos detractores. Además del arma política de los correos, las sospechas de corrupción que planean sobre la fundación 'Bill Clinton Inc' han tenido su repercusión.

¿Dónde están los votos?

Se esperaba que el voto latino en masa frenase a Trump. ¿Aquellos en situación legalizada querrían que permaneciesen 11 millones de ilegales en el país? Precisamente, aunque no lo manifiesten abiertamente, muchos están de acuerdo en que se ponga mayores trabas a la inmigración. El motivo es evidente.

Asimismo, cabe recordar que gran parte de la población cubana de Florida, estado clave, no está de acuerdo con la política de apertura hacia Cuba del gobierno de Obama.

En cuanto a aquellos que esperaban un voto masivo e incondicional de la mujer. La pregunta que nos podemos plantear es ¿Por qué iban a votar a Hillary? ¿Por el hecho de ser mujer? ¿Por los exabruptos de Trump? ¿Para que fuese la primera mujer Presidente? ¿Eran argumentos de peso para una campaña electoral? La respuesta parece, de nuevo, evidente.

El voto joven

La edad de los candidatos dificultaba que el voto joven se identificase con ellos. Precisamente ese voto que le dio la victoria a Obama, fue una de las debilidades de Hillary.

El voto universitario ha estado más parejo de lo esperado y la demagogia para movilizar el voto blanco no universitario para que materializase su enfado en las urnas, ha sido una de las claves de la victoria de Trump.

Resultados

Trump logró su victoria al imponerse, contra pronóstico, en algunos de los estados clave como Ohio, Florida, Carolina del Norte o Iowa. Clinton, además, perdió en otros estados que debía haber ganado, como Michigan y Wisconsin, que en teoría eran feudos demócratas. A pesar de que Clinton obtuvo 59,600,327 votos populares (47.7%) y Trump 59,389,590 (47.5%), el particular sistema ha entregado 232 y 306 votos electorales respectivamente.

Por lo tanto, simplificar los resultados hablando de techo de cristal - tal y como lo enfocó Clinton para justificar la derrota- parece un análisis un tanto superficial. Igualmente la movilización por el efecto underdog -incomprendido y sin apoyos relevantes- para valorar la de Trump.

La buena noticia es que, a la hora de tomar decisiones relevantes, la figura del presidente en EE UU, por sí misma, es más limitada de lo que aparenta. A pesar del control republicano del congreso, varias de las propuestas de Trump no se llegarán a materializar, sobre todo aquellas tan populistas como enfrentadas con los pilares empresariales estadounidenses. Cabe recordar que el trabajo precario de millones de ilegales sustentan sectores clave de la economía. Parece evidente que tenemos un nuevo y singular dinamizador de la política mundial. La duda es; ¿Veremos un impeachment en los próximos años?

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