Carmen Calvo ha hablado de forma inadecuada con motivo de su visita al Vaticano, una vez más

La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, con el secretario de Estado vaticano, Pietro. RR SS.
La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, con el secretario de Estado vaticano, Pietro. / RR SS.

Lenguaje corporal –vestimenta, quiero decir–, lenguaje oral –declaración que no se corresponde con la realidad– y lenguaje diplomático.

Carmen Calvo ha hablado de forma inadecuada con motivo de su visita al Vaticano, una vez más

El lenguaje tiene múltiples enemigos, entre otros: el pragmatismo; el borreguismo; los extranjerismos; internet; la simplificación en mensajes y whatsapps; y, sobre todo, el sistema educativo. No hay más que ver escritos oficiales, sentencias, formularios de grandes empresas, publicidad, etc... Habría que añadir el lenguaje de algunos políticos. 

Me referiré hoy al de la señora Calvo Poyato –exministra de Cultura, vicepresidenta del Gobierno, escritora, doctora, jurista y experta en igualdad, entre otros méritos. 

Tal vez ustedes recuerden la mayoría de ellas, pero vistas en su conjunto..., es otra cosa.

Es necesario “adecuar la Constitución a un lenguaje que incluya a las mujeres... porque tenemos una Constitución en masculino”. La RAE respondió muy finamente a esta pretensión, ya suscitada hace años por  otra especialista en igualdad, que propuso cambiar Congreso de los Diputados por Congreso de los Diputados y las  Diputadas.

“Yo he sido cocinera antes que fraila”, dijo refiriéndose a su anterior paso por el Ministerio de Cultura; y digo paso porque no dejo huella, a la vista de tamaña ocurrencia: “Un concierto de rock hace más por el español que el Instituto Cervantes”. En la misma línea se encontraría la imputación  al español de “... estar lleno de anglicanismos.”

Cuando el disparate de igualdad al que ahora me refiero fue objeto de chufla, dijo que era una broma: “Las señoras tienen que ser caballeras, quijotas y manchegas.”

Recordemos el lío que formó al llegar al Ministerio  de Cultura con su intención de rebajar  el IVA cultural  y pretender que “... la UNESCO legisle para todos los planetas”; aquello de que el dinero público no es de nadie...

Termino con la jocosa alusión a Dixie y Pixie en respuesta  al senador Juan Van Hallen, que había iniciado su discurso con “Calvo dixit...”. La ministra de cultura –permitanme las minúsculas- le respondió: “Señoría, usted para mí nunca será Van Halen Dixie ni Pixie. Será su señoría, el senador Van Hallen...”.

Esta semana la señora Calvo Poyato ha vuelto a hablar y, una vez más, ha utilizado un lenguaje, ahora corporal, con un atuendo inadecuado para quien visita el Estado Vaticano – o cualquier otro-, con independencia de su condición religiosa o ideológica; porque es una cuestión de sentido común y de saber estar.

Ha utilizado un lenguaje oral que no se corresponde con la verdad, a la vista del inhabitual comunicado emitido por el Vaticano tras la visita. Finalmente, se ha saltado el protocolo diplomático de cualquier visita de Estado, al asistir sin la compañía del embajador, que fue cesado tres días antes...¿para preparar tan improcedente visita? 

Señora Calvo Poyato, recuerde lo que dijo Fernando VII a su ayudante de cámara, “vísteme despacio que tengo prisa”; o aquello de que “...aunque el hábito no hace al monje”, hay que guardar las formas. En resumen, que se han metido ustedes en un charco, sin tener la previsión de llevar botas para el agua y nos salpican continuamente a todos. @mundiario

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