La TV vasca nos ha sumido en una crisis de identidad

Miren Gaztañaga en el programa de ETB. / Youtube
Miren Gaztañaga en el programa de ETB. / Youtube

Te cruzas con un español, marzo de 2017, y no sabes si será un facha, un paleto, un progre o un choni. Luego, sea lo que sea cada uno, caes en la cuenta de que existe un país en el que son capaces de convivir gente tan distinta y tan distante. ¡Eskarrik Asko ETB!

La TV vasca nos ha sumido en una crisis de identidad

Yo también me acuerdo estos días de la madre que parió a los directivos de la ETB, oye, la televisión esa con 625 líneas vascas. Pero sin la ira de españoles twiteros, tertulianos, columnistas y personal ibérico en general que, por lo visto y oído, siente que le han tocado su bandera, su himno, su “Roja” inmortal con dos europeos y estrellita del mundial incluida, sus perfiles sociológicos, sus cimientos antropológicos y sus vulvas o cojones, dicho sea con perdón y sin ánimo de “hacerme oír”, naturalmente, sino de hacerme entender sin discriminaciones de género. No. Yo me acuerdo de las progenitoras de esos señores, aunque todas ellas sean unas santas, por supuesto, porque con su “colaboración necesaria”, como dictaminaría uno de esos jueces alternativos,han despertado en mí una enfermiza curiosidad que me puede costar una fortuna en tiritas ¿Se acuerdan de aquellas que solicitaba vehementemente Alejando Sanz pa este corazón partío? Bueno, pues son una coña marinera a lado de las que necesita un servidor para esta pobre cara con más cortes en la piel que una película de Berlanga durante la oprobiosa dictadura.

La dura prueba del espejo

No, de verdad. Ha sido emitir ETB su documentado y pormenorizado estudio sobre los especímenes humanos del resto del Estado, y he empezado a cortarme todas las mañanas mientras me afeito ante el espejo. O sea, en vez de estar a lo que hay que estar, sabiendo como sabemos que las afiladas cuchillas las carga talmente el diablo, intento escudriñar en mi reflejo, ¡espejo, espejito mágico!, qué prototipo de español sería a los ojos de los insignes profesores de la sucursal de National Geographyc que se ha instalado en Euskadi: ¿un facha, un paleto, un choni o uno de esos progres que, según los sesudos naturistas eskaldunes, suelen votar al PSOE, quizá? Claro, mientras divago entre cada una de esas posibilidades antropológicas, me dejo la cara hecha un Cristo, a ver si me entiendes, y al final prevalece un novedoso y desclasificado español con aspecto de nazareno.

Al sur de un pueblo de seres superiores

Hombre, geográficamente hablando, no me negarán ustedes que resulta lógico que los vascos nos miren a los demás por encima del hombro, de arriba abajo, vamos, a pesar de los esfuerzos que hemos hecho, económicos, políticos, presupuestarios, fiscales, forales, para hacerles caer en la cuenta de que, el Sur, como se lamentaba Bennedetti, el Sur también existe. Ahí arriba, es que das una patada en el suelo y te aparece un chicarrón del norte capaz de levantar mismamente a pulso un cacho piedra de más de doscientos kilos; y no como aquí abajo, que siempre nos salen enclenques ZPs, Rajoys, Solbes, De Guindos, individuos de esos incapacitados para levantar siquiera la ingrávida economía. Ahí arriba se ponen el mundo por Txapela; y no como aquí abajo, que cuando intentamos ponérnoslo por montera nos lo quitan inmediatamente por Montoro. Ahí arriba, si un árbol no les deja ver el bosque, llaman inmediatamente a un aizkolari y te lo deja reducido a astillas, pues; aquí abajo, chico, ni siquiera echando mano de un vasco de los de RH, el tal Goirigolzarri, conseguimos impedir que el dichoso asunto de Bankia se despeje y nos permita penetrar en nuestra frondosa, inescrutable e impredecible selva financiera.

Fíjate si esos señores y señoras de ahí arriba serán superiores a los señores y señoras de aquí abajo que, a ellos, les bastó con Urtain, escogido a boleo en un humilde caserío, para conquistar Europa. Y no como a nosotros, que llevamos décadas escogiendo enfáticamente un individuo tras otro en las urnas y nos los van dejando a todos fuera de combate, besando humillantemente la lona, en todas las veladas de Bruselas ¡Desengañémonos, queridos copaletos, cofachas, coprogres, cochonis o lo que cocoño seamos cada uno de nosotros en este pedazo de reserva antropológica en la que no vomitamos con la bandera, no apagamos la tele cuando suena el himno nacional y todavía le compramos a nuestros hijos y nuestros nietos la camiseta Roja con una estrella. A lo mejor somos la réplica humana de aquellos millones de moscas que no podían equivocarse, ¿recuerdas?, en aquel célebre graffiti de la transición: ¡come mierda! O quizá sean ellos, los vascos que hablan, los que guardan silencio, los que siguen mirando para otro lado, tantos musos y tantas musas, con ocho apellidos ídem, naturalmente, entre la procelosa hemodinámica, Sabinogámica, endogámica, vesánica rebeldía sin causa aparentemente vigente, los que, por exceso de acción o exceso de omisión, estén inspirando a la historia a reducir la epopeya de Euskalerría a la mínima expresión de una comedia cinematográfica.

Entre los ocho apellidos vascos y las mil víctimas de ETA

Lejos de mí la funesta manía de herir susceptibilidades, Director. Pero, ahora mismo, los fachas, los paletos, los chonis y los progres del atrasado, ignorante y vomitivo resto del Estado (del que los eskaldunes no han excluido, por cierto, a Cataluña), mencionan más los celebrados ocho hilarantes apellidos vascos que los dolorosos casi mil muertos inocentes que figuran en el vergonzoso Debe, implícito o explícito, de algunos de los ingeniosos, sarcásticos, superdotados doctores honoris causa en esa inescrutable disciplina del “sentido del humor” en Euskera.

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