Trump rechaza el multilateralismo y exige al mundo que se subordine a sus intereses

Greta Thunberg y Donald Trump. / YouTube
Greta Thunberg y Donald Trump. / YouTube
La propuesta humanitaria y cosmopolita de Greta Thunberg se abre paso para rechazar el comportamiento unilateral de Donald Trump.
Trump rechaza el multilateralismo y exige al mundo que se subordine a sus intereses

Para el poeta inglés, Samuel Johnson, el patriotismo es el último refugio de los canallas, porque envía a los hombres a la muerte y los ciega en defensa de un poder arbitrario. En el siglo XX, en nombre del patriotismo y de la razón de Estado, se desplegó el odio y la barbarie y ahora se vuelve a apelar a él para derribar puentes entre los seres humanos. Para Jorge Luis Borges: "Ser cosmopolita no significa ser indiferente a un país, y ser sensible a otros. Significa la generosa ambición de querer ser sensible a todos los países y a todas las épocas; es el deseo de eternidad..." 

El presidente Donald Trump en su discurso ante la reciente Asamblea General de Naciones Unidas rechaza enérgicamente “el globalismo” y se declara orgulloso de su “patriotismo”, porque con “esta doctrina” dice defender la soberanía de los Estados Unidos. Aprovecha de agredir a diestra y siniestra. Es el discurso de un canalla, con una visión imperial. Greta Thunberg, en cambio, encabeza un movimiento global en defensa del calentamiento de la tierra. Es cosmopolita porque, al igual que Borges, es sensible a todos los países y a todas las épocas ya que "se están muriendo los ecosistemas y estamos a las puertas de una extinción masiva". Es el discurso de una humanista, defensora de la vida. 

Trump rechaza el multilateralismo y exige al mundo que se subordine a sus intereses/caprichos. En su primer día de gobierno, abandonó el Acuerdo de Asociación Transpacífico. Luego, vino el rechazo del acuerdo de París contra el cambio climático, el abandono de la Unesco, el término al acuerdo nuclear con Irán, la parálisis del G20, el cuestionamiento, a los entendimientos migratorios, las amenazas al NAFTA y por cierto el intento de subordinar económicamente a China.  

En la sesión plenaria de la Asamblea General, el presidente Trump insistió en su rechazo al multilateralismo y al derecho internacional. Dijo, con su soberbia acostumbrada: “Nunca someteremos la soberanía de Estados Unidos a una burocracia global no elegida y no obligada a responder por sus actos. Estados Unidos es gobernado por los estadounidenses. Rechazamos la ideología de la globalización y abrazamos la doctrina del patriotismo”.

Sin embargo, en ese momento Trump no se atrevió a reiterar sus dichos contra el calentamiento global. La presencia de Greta Thunberg fue tan abrumadora que se vio obligado a contenerse y no dijo una palabra sobre asuntos medioambientales.

El emocionante discurso de Greta en esa misma tribuna llamó la atención del mundo entero. Acusó a los líderes políticos de mirar para otro lado y de pensar únicamente en el crecimiento y el dinero, mientras cuatro millones de estudiantes seguían su liderazgo y marchaban en protesta contra el calentamiento global por varias ciudades del planeta.  

Sebastián Piñera, el presidente de Chile, cuestionó la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Y en ello estuvo bien, pero tiene una tarea pendiente, de dimensión internacional. La COP 25 se realizará en pocas semanas más en Chile y, sin embargo, este país no ha suscrito el acuerdo de Escazú, sobre medio ambiente y derechos humanos. El presidente Piñera cometió el grave error de no firmarlo en su momento, con el inaceptable argumento que precisa revisar sus restricciones a la soberanía nacional. Piñera sabe muy bien que todos los acuerdos internacionales significan delegación de soberanía. Existe delegación de soberanía con los tratados comerciales, muy abundantes en las negociaciones internacionales de Chile y, por cierto, también existe con el compromiso multilateral de Escazú. 

Adicionalmente, si el presidente Piñera desea mostrar en la COP 25 un verdadero liderazgo en el ámbito medioambiental tendrá que decidirse a descarbonizar la matriz eléctrica al año 2030 y aprovechar plenamente nuestras potencialidades en solares y eólicas. Esta es una tarea pendiente y en los difíciles momentos que vive el planeta no es posible doblegarse ante las empresas fundadas en energía de carbón.

Los chilenos esperan que su gobierno se comprometa, sin vacilaciones, con la propuesta humanitaria y cosmopolita de Greta Thunberg y rechace el comportamiento unilateral, y canalla de Donald Trump.  La COP 25 será una prueba decisiva. @mundiario

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