Trump anuncia que EE UU rompe relaciones con la OMS en el clímax de la pandemia

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en una rueda de prensa en el patio de la Casa Blanca, Washington / nacion.com
Washington trata de asestarle un golpe económico a China como retaliación política por su presunta propagación intencional del coronavirus. 
Trump anuncia que EE UU rompe relaciones con la OMS en el clímax de la pandemia

La estabilidad sanitaria de la humanidad se ha convertido en un nuevo elemento político y geopolítico en el encarnado pulso de las dos mayores superpotencias mundiales, Estados Unidos y China, por el control de la hegemonía económica, financiera y diplomática global en la dinámica de expansión de dos paradigmas de desarrollo mundial totalmente opuestos: el capitalismo neoliberal de la primera economía del mundo (EE UU) y el capitalismo autoritario de la segunda economía del planeta (China). La OMS ahora está en el centro de esta fase de la nueva Guerra Fría del siglo XXI.

Y es que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en un nuevo intento proteccionista por cambiar el rol de la potencia norteamericana en el mundo, ha arremetido este viernes contra China por partida doble. Anunció que retira a su país de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por su supuesta cercanía a Pekín, a la que acusa de “haber ocultado la verdad sobre la pandemia”, y también arremetió contra el Gobierno chino por la aprobación de una nueva ley de Seguridad Nacional para imponer su control sobre el territorio autónomo de Hong Kong.


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Esta nueva etapa del conflicto chino-estadounidense coloca en otra escalada de tensiones al bloque unipolar capitalista occidental contra el bloque neocomunista y, al mismo tiempo, capitalista del hemisferio oriental; la otra cara de la compleja moneda que es el mundo, hoy actualmente dividido en dos paradigmas culturales, sociales y económicos que interpretan el sistema de vida y la humanidad; el de Occidente y el de Oriente. Ambos también tienen posiciones diametralmente opuestos en torno a la gestión que se le debe dar a la crisis derivada de la pandemia y sobre cómo será el mundo en la tan esperada era post-pandemia.

El mandatario norteamericano ha ordenado que se inicie el proceso para cortar la relación especial con el enclave (Hong Kong), lo que supondrá un golpe para la plaza financiera internacional y para Pekín. Esto se debe a que, si EE UU corta sus nexos comerciales con el territorio semiautónomo anexado a China, muchos capitales estadounidenses y europeos que están almacenados en la Bolsa de Hong Kong se movilizarán en una fuga masiva que desangrará y descapitalizará por completo el parqué financiero de esa región, lo que generará un golpe devastador para la economía china.

Ahí es donde radica la geopolítica de este conflicto; Washington trata de asestarle un golpe económico a China como retaliación política por su presunta propagación intencional del virus SARSCov2 (Covid-19) por la vía de la asfixia financiera al aislar a Hong Kong como uno de los centros de las finanzas mundiales, recuperar los flujos en dólares y euros mediante su retorno a Wall Street y a los bonos del Tesoro estadounidense, y así recapitalizar la liquidez del Estado norteamericano para respaldar su PIB ante la recesión económica mundial provocada por el confinamiento y la parálisis de la actividad social, económica, comercial y empresarial a causa de la pandemia.

Donald Trump acusó a China de “incumplir” sus promesas en relación con el estatus de la antigua colonia británica y anunció que ha ordenado al Gobierno que inicie un proceso para eliminar “las exenciones políticas” que le dan a Hong Kong “un trato diferente y especial”. La decisión de poner fin a los beneficios comerciales es una represalia contra Pekín por haber aprobado la polémica ley de Seguridad Nacional, que busca controlar el enclave y acabar con las protestas prodemocracia.

Bajo la perspectiva de Washington, el régimen comunista chino busca apoderarse del control administrativo y financiero de Hong Kong para desterrar la influencia estadounidense en el enclave como mecanismo de respuesta a las amenazas de una guerra comercial mucho más dura por parte del Gobierno de EE UU contra China, también como represalia por el sesgo que la Casa Blanca pregona al haber afirmado que el coronavirus fue “un muy mal regalo de China para el mundo”, en palabras de Trump.

Entonces, EE UU dejará de tener relaciones con Hong Kong y, en un mismo discurso y una misma orden ejecutiva, Trump ha decidido politizar la gestión de la crisis sanitaria para revertir la crisis humanitaria mundial actual al cortar su financiamiento a la Organización Mundial de la Salud.

En otro golpe contra China, el mandatario anunció que “termina” las relaciones con la OMS. “China presionó a la OMS para engañar al mundo”, sostuvo. “China ignoró las obligaciones de informar a la OMS y presionó a la organización para que el mundo infravalorara el coronavirus”, acotó.

La política exterior de EE UU ahora se centra en vincular a la OMS y China como una especie de alianza supra-política y pseudo-diplomática con la que, desde el punto de vista de Washington, China trata de aumentar su influencia en el mundo valiéndose de la atención a la crisis del coronavirus y a la expansión económica que podría darle la distribución de una vacuna bajo autorización de la OMS.

La Casa Blanca trata de evitar ese escenario a toda costa, pues en esta carrera biológica, es Estados Unidos quien busca ganar el pulso por la patente y comercialización de la fórmula antiviral contra la Covid-19 en todo el planeta.

Esa decisión llega en medio de la fase más acelerada del ciclo de propagación pandemia por el coronavirus, que ya suma 2 millones de casos y más de 100.000 muertos en EE UU, el epicentro mundial del brote, así como un exponencial aumento, deterioro social, sanitario y humanitario a causa de la Covid-19 en la inestable región de América Latina.

El mandatario se refirió al coronavirus de nuevo como “el virus de Wuhan”, por el nombre de la ciudad china en la que comenzó su propagación, y al que atribuyó falsamente un millón de muertes en el mundo, cuando de momento son unas 370.000.

Trump ya había congelado temporalmente la aportación a la OMS a mediados de abril, que ronda en 500 millones al año y supone cerca de un 15% del presupuesto de la organización.

Pero el cese definitivo e indefinido de su ayuda financiera al organismo podría ralentizar los esfuerzos logísticos y presupuestarios de esa entidad dependiente de la ONU para distribuir la vacuna contra la Covid-19 en todo el mundo una vez que esté completamente lista tras los ensayos exitosos que ha venido mostrando en varios seres humanos con las investigaciones y el desarrollo progresivo del antídoto por parte de la transnacional farmacéutica estadounidense Moderna, que lidera la carrera corporativa mundial por la vacuna. @mundiario

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